'ACTIVOS'

López Soriano, la familia zaragozana que saca oro de la 'mina' de la chatarra

Electrodomésticos, autobuses e incluso helicópteros: el conglomerado empresarial nacido en Zaragoza hace 50 años crece al compás del reciclaje con una actividad diversificada que quiere ser la minería del futuro al darle una segunda vida a los productos desechados que llegan de todo el país

La gerente de Industrias López Soriano y la hermana mayor de la tercera generación, María López, con una grúa imantada a sus espaldas.

La gerente de Industrias López Soriano y la hermana mayor de la tercera generación, María López, con una grúa imantada a sus espaldas. / Josema Molina

Hay un lugar a las afueras de Zaragoza donde miles de frigoríficos, climatizadores, cafeteras, televisiones, coches, autobuses o incluso helicópteros y aviones pasan por el purgatorio para lograr una segunda vida útil. De las 200.000 toneladas que llegan en forma de residuo a las experimentadas manos del grupo López Soriano se obtienen otras tantas toneladas de hierro, aluminio, plástico, cobre e incluso oro, todo separado hasta la extenuación y clasificado para su reutilización como materias primas para clientes finalistas. A eso se dedican en este conglomerado empresarial familiar nacido hace 50 años, cuya actividad puede describirse hoy como «el último eslabón de la economía circular». Recogen, tratan, trituran, separan y clasifican los compuestos de mil y un productos llegados desde puntos de toda la geografía española, incluidas las islas, que envían sus residuos a las ocho empresas que conforman el grupo, donde se recupera el 98% del material para reintroducirlo en el circuito industrial. 

Hoy son líderes en el mercado español gracias a la diversificación del negocio con la vista puesta en el medio ambiente, lo que les ha granjeado un prestigio empresarial siempre difícil de lograr en un sector como lo es la gestión de residuos, con una cartera de clientes que incluye las principales acerías y fundiciones, así como proveedores, se encuentran los principales fabricantes de electrodomésticos, electrónica, automoción, etc. También hacen la gestión integral de grandes empresas, tanto naciones como internacionales.  

Varios equipos frigoríficos a la espera de ser reciclados.

Varios equipos frigoríficos a la espera de ser reciclados. / Josema Molina

El grupo, que hoy emplea a unas 200 personas y factura unos 80 millones de euros, se constituyó hace justo 50 años con un objetivo claro: recuperar y clasificar chatarras férricas y no férricas para venderlas a industrias que las reutilizan como materias primas, como la siderúrgica. Cada residuo tiene un tratamiento distinto, siempre según la normativa europea que entró en vigor en 2007 y que transformó de forma abrupta el sector en el Viejo Continente, dado que en algunos casos debe trabajarse de forma manual para extraer discos duros, componentes electrónicos o residuos peligrosos.

El conglomerado está formado por ocho empresas, cada una de ellas especializadas en un tipo de residuo, aunque la filosofía que reina es separar, separar y separar, algo que entienden como el proceso principal de una suerte de minería, dado que se obtienen materias primas de productos finales. Para ello que utilizan maquinaria vanguardista que se sirven de imanes, mesas de vibración y maquinaria de última generación para lograr una mayor pureza en las materias primas. El resto, la chatarra, pasa por distintas máquinas fragmentadoras hasta conseguir aluminio, cobre, poliuretano o plásticos. En el caso de los residuos más voluminosos, como los vehículos, son transportados a través de gruas imantadas a una fragmentadora gigantesca ubicada en la planta de la matriz.  

Los orígenes

Sin embargo, aunque andan estos días de celebración por su medio siglo de vida como grupo empresarial, hay que remontarse hasta los años 50 para conocer los orígenes de la empresa. Fue entonces cuando José López Soriano y Presentación Villalba Gracia, recién llegados desde Daroca, abrieron un pequeño almacén en el Coso bajo donde recogían chatarra de forma manual. El negocio comenzó a crecer y el matrimonio se mudó a la calle Lapuyade, donde adquirieron maquinaria para procesar los distintos materiales. Sus hijos, José Luis, Valero y María Isabel, entraron en el negocio, y la sede se movió a Echegaray y Caballero al tiempo que comenzaba a trazarse una red de clientes por todo el país. Fue en 1974 cuando, ante la inviabilidad de un mayor crecimiento a orillas del Ebro, se mudaron a la carretera de Castellón, el lugar donde hoy se ubica el cuartel general del grupo. 

En los años posteriores, durante la década de 1980, se optó por un modelo de diversificación poco convencional: crear una empresa para cada línea de negocio. Fue así como nacieron, también a través de adquisiciones, la filial logística López Soriano Transportes, Reciclaje Aragonés de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAAEE), Recieder S. L.y Valorización del automóvil (ambas focalizadas en el sector de la automoción), Aviation Internacional Recycling (AIR) y Cortasa. Todas ellas trabajan de forma independiente pero son satélites de la matriz, Industrias López Soriano (Illsa), que a su vez integra marcas como Valorfrio (tratamiento de electrodomésticos de línea blanca), el desguace de vehículos, la máquina fragmentadora del grupo, el gestor de baterías usadas o el reciclado de neumáticos. 

Una fotografía reciente de la segunda y tercera generación de la familia.

Una fotografía reciente de la segunda y tercera generación de la familia. / 'activos'

Pese a tal expansión empresarial, quizás lo más curioso fue el lugar donde impulsaron el crecimiento hasta aquí relatado. El núcleo de actividad del grupo se ubica en el Parque Tecnológico del Reciclado López Soriano, que sí, en efecto, lleva su nombre, porque fue este el grupo que impulsó un polígono industrial dedicado a esta actividad.

«Teníamos los terrenos y comenzaba a vislumbrarse una normativa europea que macaba que instalaciones como la nuestra deberían estar en zonas protegidas que cumplieran con normativas medioambientales. Nosotros no teníamos más espacio para seguir creciendo y se dio la circunstancia de que uno de nuestros principales clientes, Aceralia (después ArcelorMittal), no podía seguir creciendo y se iban a deslocalizar. Con el Gobierno de entonces se vio la posibilidad de hacer un polígono enfocado a empresas enfocadas en el reciclaje y el medio ambiente. Hoy todas generan reciclaje o lo utilizan como materia prima», apunta María López.

Una turbina de un avión, en la campa de residuos de López Soriano.

Una turbina de un avión, en la campa de residuos de López Soriano. / Josema Molina

El citado polígono ha evolucionado y a través de un Proyecto de Interés General de Aragón (PIGA) promovido por el Gobierno de Javier Lambán se abrió a otras actividades fuera del reciclaje. El gigante tecnológico Microsoft instalará en 63,7 hectáreas del PTR uno de sus centros de datos. 

Sin embargo, no fue la única gran infraestructura que el grupo López Soriano ha impulsado durante su medio siglo de vida. La compañía, a través de su filial de reciclaje aeronáutico AIR, promovió el primer proyecto del aeropuerto de Teruel, especializado en tratamiento y mantenimiento de aviones. Finalmente, la empresa zaragozana no vio clara la inversión, por lo que el consorcio público participado por el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Teruel sacó a pulmón el aeródromo industrial, donde se instaló la francesa Tarmac hace ya más de una década. De forma reciente, López Soriano ha presentado su proyecto para construir un hangar donde reciclar aviones con una inversión de 30 millones de euros, lo que ha puesto en pie de guerra a Tarmac, que reivindica la exclusividad de la actividad en el aeropuerto. En el grupo López Soriano optan por la prudencia y prefieren no hacer declaraciones al respecto.

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