La opinión de Sergio Pérez

El fichaje de Femenías, Edgar Badía y el impacto sobre Cristian Álvarez

Los problemas físicos de Cristian Álvarez esta pasada temporada fueron una clara señal de alerta. De ahí que el club haya firmado ya a Joan Femenías para dos temporadas y quiera traer de vuelta a Edgar Badía. El tiempo pasa, los años pesan y el Real Zaragoza está por encima de todo y de todos. Pero el club ha de darle a Cristian el trato que merece, el de una leyenda.

Joan Femenías, antes de empezar un partido con el Levante.

Joan Femenías, antes de empezar un partido con el Levante. / X JOAN FEMENIAS

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde que el Real Zaragoza lo convenció para regresar al fútbol, en la etapa de Lalo Arantegui en la dirección deportiva, ha nevado, ha llovido y ha soplado abundante viento como es costumbre. Con el tiempo, el cierzo ha ido limpiando del ambiente las grandes decepciones y las numerosas frustraciones que el club ha acumulado en este tortuoso camino por la Segunda División, once años a punto de arrancar el duodécimo, que alegrías verdaderamente completas no ha habido ninguna.

Desde aquel verano de 2017 cuando apareció en La Romareda con otros pelos, Cristian Álvarez fue moldeando su leyenda con un nivel futbolístico extraordinario sostenido durante varias temporadas y, a su vez, fue colándose en el corazón del zaragocismo por su comportamiento, su manera de enraizar en esta tierra y su capacidad para comprenderla e interiorizarla.

Fruto de todo ello, en torno al argentino se llegó incluso a generar el debate de si era el mejor guardameta de la historia del club, algo seguramente consustancial a estos tiempos tan hiperbólicos pero muy consecuente con lo que estaba ofreciendo sobre el césped. En 2023 fue también reconocido como Hijo Predilecto de Zaragoza, uno de los grandes honores de la ciudad y demostración clara de cómo su figura había calado en el imaginario colectivo.

Cristian Álvarez llegó a La Romareda con 31 años. En sus seis primeras temporadas disputó 36, 38, 33, 37, 38 y 35 partidos de Liga. Es decir, cifras muy elevadas que lo hicieron indiscutible en el puesto, al que sólo faltaba por pequeñas lesiones o alguna inoportuna sanción. En su séptima campaña, en el tránsito de los 37 a los 38 años, esa trayectoria firme y sólida cayó en un socavón por dos importantes percances musculares que le dejaron fuera de la circulación prácticamente durante todo el torneo: sólo disputó 13 encuentros, once los vio desde el banquillo y el resto desde la grada inhábil para jugar.

Cuando regresó a principios de mayo, en una decisión extraña de Víctor Fernández con Edgar Badía (el catalán había dejado de ser un arquero milagroso para ser algo más terrenal, pero no había hecho nada para ser condenado al banquillo), Cristian aguantó en pie tres jornadas, dos derrotas, un empate y pocos balones tocados, y volvió a caer. El regreso de Edgar fue clave para la salvación definitiva del Real Zaragoza.

Ante la edad de Cristian, la SAD ya había actuado en consecuencia la pasada campaña cuando conformó una tripleta de porteros, con Poussin y Rebollo en la retaguardia, como medida de precaución ante algunas señales que se habían ido percibiendo previamente. Luego, los dos recambios salieron mal y dejaron en evidencia la dimensión del problema. Este año, los avisos han sido mucho más intensos por la acumulación de lesiones del argentino. Eso sí, tiene un año más de contrato y siempre ha mostrado la voluntad de volver más fuerte.

De ahí que el club haya firmado ya a Joan Femenías para dos temporadas y quiera traer de vuelta a Edgar Badía, configuración de la portería que aparentemente arrincona a Cristian Álvarez por el peso específico de sus dos competidores, más jóvenes y en un mejor estado físico para rendir. En los siete años que ha permanecido en el club, el argentino ha alcanzado la categoría de leyenda por merecimientos sobrados y ha demostrado una fidelidad con el club, la ciudad y los colores fuera de toda duda.

En esta etapa alcanzó un estatus y una calidad que le hubieran permitido regresar al primer nivel del fútbol sin ningún problema. No lo hizo porque perseguía un sueño y porque aquí encontró el lugar que siempre soñó. El tiempo pasa, los años pesan y el Real Zaragoza y las necesidades del Real Zaragoza están por encima de todo y de todos, también de Cristian. Pero en su caso, el trato que el club debe darle es el más sensible y considerado, el que merecen las leyendas.