Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Vuelve Fantomas

En los albores de la novela negra apareció un personaje singular, llamado a ocupar un especial lugar en su desarrollo y en el –diríamos– negro mármol de la eternidad del género: Fantomas.

Creado por dos periodistas franceses, Pierre Souvestre y Marcel Allain, su vida literaria se extendió a partir de 1911, con un total de casi cincuenta novelas entregadas. La mayor parte de ellas escritas a cuatro manos. Tras la muerte de Souvestre, ya solo por las de Allain. En ambos casos, fueron un éxito en la época. Tanto que Fantomas sería llevado al cine, objeto de versiones teatrales y de toda clase de imitaciones y discípulos, aunque poco a poco iría cayendo en el olvido.

Ahora, el nuevo sello Zenda&Edhasa acaba de rescatarlo para su colección de clásicos con prólogo de Arturo Pérez-Reverte y traducción de Andrés Ruiz Merino. En sus páginas, la negra sombra de Fantomas se cernirá invisible, pero siempre omnipresente, como una suerte de fatalidad, sobre los protagonistas. Su larga mano estrangulará gargantas, robará joyas, empujará a inocentes a precipicios desde los que caerán al vacío, pero el muy malvado sabrá una y otra vez hurtarse a la vista de la policía y huir.

Entre los sabuesos que le seguirán por París destacará el inspector Juve, un eficaz investigador, seguramente el más dotado de la Prefectura parisiense. Pero ni siquiera su sexto sentido será suficiente para desenmascarar a un escurridizo criminal que parece complacerse burlándose de los agentes, alarmando a todo París y disfrutando enormemente con su popularidad, pero sin que nadie sepa realmente quién es.

Novela gótica, policíaca de primera hornada, con un toque de aventuras, de juveniles miedos, ingeniosa y muy entretenida, Fantomas se lee hoy como una reliquia viva, como un peldaño en el que la novela negra se apoyó necesariamente para seguir creciendo hacia un cielo sin horizonte, apenas limitado por la más alta bóveda del talento. Pelucas, disfraces, impostaciones... Todo el repertorio, aquel viejo pero eterno atrezo de Auguste Dupin y de Sherlock Holmes aflora aquí decorando la permanente lucha entre el bien y ese mal, encarnado por ese siniestro, versátil y temible Fantomas. Sensacionales episodios e insospechados giros y efectos confieren ritmo, suspense y terror a sus tramas.

Una recuperación editorial que nos invita a recobrar el sabor de las primeras lecturas.

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