Opinión | SALA DE MÁQUINAS

La ‘trama rusa’

El juez Aguirre investiga en Barcelona un posible delito de alta traición y malversación por parte de la empresa de Puigdemont, allá cuando este zascandil andaba muñendo su taifa. La secta que le rodeaba, y que ahí sigue, le sugería –con la boca pequeña o no–, armar ejércitos, militarizar a los Mossos, fletar una marina propia con la que evitar el bloqueo de los barcos de guerra españoles. Puigdemont mascaba su traición: eran días de guerra. En los talleres de los cedeerres se fabricaban artefactos explosivos y una centuria de jóvenes ensayaba en las calles combatir al godo. La presencia de agentes rusos en el entorno de la Generalitat no tenía nada de extraño. Trabajaban para destrozar territorialmente a un enemigo potencial, España, base de la OTAN y de los Estados Unidos. Puigdemont podía ser perfectamente otro títere del Kremlin. Otro «hijo de Putin».

Pero, ¿existe la «trama rusa»? Parece que sí, porque mientras el juez Aguirre investiga a los fanáticos supremacistas de la Cataluña irredenta (Boye, Terradellas, el propio Puigdi), sigue extendiéndose a nivel europeo y mundial, con agentes y sicarios repartidos por puntos tan «calientes» o más que Cataluña.

Venezuela, por ejemplo, donde el presidente Nicolás Maduro está protegido por dos círculos armados, uno de agentes rusos, otro de militares cubanos. Rodríguez Zapatero, en sus visitas al palacio de Miramar, residencia del déspota, los habrá visto, imagino, pero es hombre discreto y no habla de esas cosas. Pablo Iglesias, cuando estaba en activo, intentó tirarle de la lengua a propósito de sus conocimientos (como ex presidente del gobierno español) del trasiego de ejércitos privados, informaciones que asimismo podrían haber interesado al «gabinete de guerra» de Puigdemont.

En Cuba, la «trama rusa» mantiene en el poder a otro liberticida, Díaz Canel. Con discreción, eso sí, para no alarmar a los guardiamarinas yanquis.

Bastante más indiscretamente operan los agentes de Putin en la Nicaragua de Ortega, dispuestos a abatir a cualquier opositor.

Qué decir del Sahel, esa desértica «faja» de África donde la «trama rusa» se extiende a marchas forzadas, con un reguero de cadáveres.

No hay duda, en fin, de que esta mafia rusa existe, conspira, opera y paga. ¿A alguno de Junts, quizá?