TENIS

30 años del Wimbledon de Conchita Martínez: la niña de Monzón que hizo historia

Este martes 2 de julio se cumplen 30 años de una de las más grandes gestas del deporte aragonés, el triunfo de Conchita Martínez en la final de Wimbledon ante Martina Navratilova por 6-4, 3-6 y 6-3

Conchita Martínez recibe el título de campeona de las manos de la duquesa de Kent con Navratilova aplaudiendo detrás.

Conchita Martínez recibe el título de campeona de las manos de la duquesa de Kent con Navratilova aplaudiendo detrás. / EFE

«No lo cambiaría por nada», dice 30 años después Conchita Martínez. No es para menos porque el 2 de julio de 1994 la niña de Monzón que cogió una raqueta por primera vez con nueve años en las pistas de la Hidro Nitro debajo de su casa, que se marchó con 12 años a Barcelona y con 16 a Suiza, que ganó el Campeonato de España absoluto con 16 añitos, protagonizó una de las grandes gestas del deporte aragonés y español. Conchita Martínez, Conchi, la hija de Cecilio y Conchita, batió en la gran final de Wimbledon a su ídola de la infancia, a la jugadora con más títulos de la historia en el All England Club, a Martina Navratilova, en un partido casi perfecto de la aragonesa (6-4, 3-6y 6-3).

Conchita es, desde ese día, una leyenda. Bastan un par de datos para entender porqué. Desde 1982 a 1996, en esos catorce años, solo tres tenistas levantaron la ensaladera en la pista central: Martina Navratilova, Steffi Graf y Conchita Martínez. Otro más, la montisonense fue la primera española en triunfar en Wimbledon. Antes que ella solo Lilí Álvarez había llegado a la final en 1926, 1927 y 1928 pero no pudo llevarse el triunfo. Habían pasado 28 años desde el único éxito masculino, el de Manolo Santana en 1966, y faltaban 23 para tener una sucesora, Garbiñe Muguruza. Dirigida por Conchita.

Todo talento en la pista, fuera cual fuese la superficie, saber estar, temple y máxima dedicación fuera de ella, el prestigio de Conchita Martínez no ha hecho más que aumentar con el paso del tiempo. En el circuito sigue siendo una referencia y 30 años después le van a seguir llegando homenajes. La montisonense ya tiene una invitación para presenciar todo el torneo de Wimbledon en el Royal Box, el palco de la catedral del tenis, junto a la realeza.

El 2 de julio de 1994 Conchita tenía 22 años. Había sido campeona de España con 16, batiendo en la final a Arantxa Sánchez Vicario, se había colgado la medalla de plata con la catalana en Barcelona 92 y en 1993 había alcanzado las semifinales en Wimbledon, cayendo derrotada por la germana Steffi Graf. Ese 1994 había ganado el torneo de Roma (donde es la reina con cuatro entorchados consecutivos, algo que aún no ha hecho ninguna otra tenista) y se había preparado a conciencia para competir en hierba entrenándose en esa superficie varias semanas antes del torneo. 

La final

Llegaba con confianza y como tercera cabeza de serie, por detrás de Graf y Arantxa. En primera ronda se deshizo de la canadiense Simpson-Alter por 6-1 y 6-3. En la segunda, superó a la japonesa Miyagi por 6-1 y 7-6 y, en la tercera, a la francesa Tauziat por 6-1 y 6-3. A partir de ahí vino lo serio. En cuartos de final, la estadounidense Lindsay Davenport, a la que ganó 6-2, 6-7 y 6-3. En semifinales hubo más tensión todavía. La norteamericana McNeal le ganó el primer set por 6-3, Conchita se llevó el segundo por 2-6 y la montisonense selló el pase a la final en un largo tercero por 10-8.

En la final le esperaba Martina Navratilova que, entrenada por la legendaria Billie Jean King, buscaba su décimo título. La rival más especial en el partido más importante. Conchita había pasado horas peloteando contra una pared en las pistas de debajo de su casa en Monzón. Una pared a la que había bautizado Martina, como su ídola. Desplegando su mejor tenis, con 28 passing shots, con su drive y sus dejadas, la aragonesa ganó tras una hora y 59 minutos de gran tenis.

Se llevó la primera manga en 39 minutos, cedió en la segunda, teniendo que reclamar incluso la asistencia para ser atendida en el glúteo, y en el tercero logró tomar ventaja con dos breaks para el 4-2. En el octavo juego salvó dos bolas de break que podían haber puesto el 4-4 en el marcador pero que se convirtieron en el 5-3. Con 15-40 la aragonesa tuvo su primera bola de partido. Navratilova devolvió fuera la última bola, Conchita lanzó la raqueta al aire, sus padres se hicieron famosos al salir besándose por televisión. La celebración duró hasta el amanecer y a su regreso todo Monzón salió a la calle para aplaudirle mientras recorría sus calles en un descapotable.

En su momento, parecía estar siempre por detrás de Arantxa en una continua comparación imposible. El tiempo ha elevado la figura de Conchita Martínez al lugar que merece. Su palmarés contempla 33 victorias en el circuito profesional, un Grand Slam, Wimbledon, y finales en Australia (1998) y Roland Garros (2000), oro en los Juegos del Mediterráneo de 1987, cuatro Juegos Olímpicos y tres medallas, todas en dobles, cinco títulos de Copa Federación en diez finales. Una figura mayúscula del deporte.