LA IMPORTANCIA DE LA PROTECCIÓN SOLAR

Las altas temperaturas y la humedad disparan las infecciones de la piel en Aragón

Las picaduras, la candidiasis o las alergias son las principales consultas dermatológicas en verano

Una mujer se expone al sol, fuera de la sombrilla, en el Arenal d’en Castell, en la isla de Menorca.

Una mujer se expone al sol, fuera de la sombrilla, en el Arenal d’en Castell, en la isla de Menorca. / David Arquimbau Sintes / Efe

Beatriz Pérez

Las infecciones de la piel aumentan de manera significativa durante el verano. La incidencia de las mismas está directamente relacionada con las altas temperaturas, que conllevan un aumento de la humedad, lo que a su vez favorece que haya más bacterias. Por ejemplo, las infecciones causadas por la bacteria Staphylococcus aureus, la principal causa del impétigo (costras o úlceras que se generan en las extremidades, cara y sobre todo boca), aumentan en los niños entre un 3,36% y un 5,5% en los meses de más calor.

También son frecuentes en esta calurosa y húmeda temporada otros tipos de consulta como, por ejemplo, «picaduras de mosquitos; alergias; irritaciones por sudoración en axilas, pechos y muslos; y problemas de infección de orina y candidiasis por la humedad», cuenta Pilar Embid, farmacéutica en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza).

«Aunque la candidiasis es algo completamente normal, las personas que son frecuentes a sufrirla –sobre todo, mujeres– deben tener especial cuidado a la hora de bañarse, porque la humedad en la zona íntima es el cultivo perfecto para este tipo de bacterias y hongos», explica. El uso de ropa de algodón o geles específicos de higiene íntima asegura que también ayuda a evitar su aparición. Para las infecciones de orina, «las recomendaciones son prácticamente las mismas: evitar, sobre todo, la humedad», incide Embid.

El peligro del sol

En relación con las alergias que aparecen durante la temporada estival, la especialista dice que muchas de ellas son reacciones cutáneas, «sobre todo en la zona del pecho», por las primeras tomas de sol en verano. Añade que no se trata de una afección prolongada y que «normalmente aparece solo cuando la persona alérgica se expone por primera vez, después no le vuelven a salir erupciones en el resto del verano».

Si hay una imagen que se repite cada verano es la de miles de personas tomando el sol en la playa o en la piscina. Que el cuerpo reciba luz solar tiene múltiples beneficios, como son la vitamina D o la desaparición del acné, pero todo en exceso es malo y tomar durante muchas horas el sol, aún más. «Una exposición excesiva puede tener efectos negativos a corto plazo, como quemaduras solares que aumentan el riesgo de melanoma, y a largo plazo, causando cáncer de piel y fotoenvejecimiento», señala Tamara García, dermatóloga en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza.

A pesar de que «cada vez hay más concienciación a la hora de tomar el sol en verano», según Embid, de dicha exposición surge una larga lista de enfermedades que cada vez son más comunes entre la población. En Aragón, el año pasado se diagnosticaron 34 casos nuevo de cáncer de piel, de los cuales 15 fueron melanomas, según la farmacéutica. Y, poniendo más cerca la lupa, en la comunidad aparecen «15 o 16 casos de melanoma por cada 100.000 habitantes al año», alerta la profesional. «Estamos observando un aumento de todas estas patologías, no solo debido a un mayor conocimiento y, por lo tanto, un diagnóstico más frecuente, sino también porque el aumento de las temperaturas asociado al cambio climático provoca alteraciones en el comportamiento social», explica García.

Con la llegada del buen tiempo, los hábitos y las rutinas cambian, hay una mayor exposición al sol y se pasa más tiempo al aire libre, usando ropa más ligera y menos protectora. Una diversión que puede pasar factura con el paso del tiempo, porque «la piel tiene memoria y lo que ahora puede ser una quemadura que nos molesta unos días, puede convertirse en algo grave a la larga», asegura Embid.

Una afirmación que la farmacéutica ejemplifica con la siguiente metáfora: «Este órgano es como un monedero. Algunos tienen más monedas, siendo más propensos a ponerse morenos, y otros menos. A lo largo de los años, las monedas se van agotando y cada vez que te quemas pierdes tres monedas».

Señala que, ante el deseo social de conseguir el moreno veraniego perfecto, «se debería conocer que coger color es un síntoma de que la piel está sufriendo». Un efecto dañino que, aún usando crema solar, «no se consigue tener una protección del 100% ante la radiación», asegura.

«Muchas personas se pegan horas al sol creyendo que no les pasará nada porque llevan loción protectora puesta, pero sigue siendo perjudicial y muy peligroso», expone. No obstante, «el 60% de los casos de cáncer de piel se podrían reducir con el uso de un protector solar a diario», conciencia la experta.

Para prevenir cualquier afección, García confirma que es «crucial» buscar sombra y evitar la exposición solar durante las horas más calurosas del día (entre las 12 y 16 horas).

Además, para la dermatóloga «vestir con ropa que cubra, usar sombreros de ala ancha y gafas con filtros UV» son también unos buenos aliados a la hora de protegerse contra el sol. En cualquier caso, al primer síntoma de que «un lunar cambie de tamaño o que la piel se empiece a pelar y a mostrar escamosa», Embid recomienda acudir «de inmediato» a un dermatólogo.

Un hábito que, según la farmacéutica, «debería hacerse por lo menos una vez al año, sobre todo en las personas que tengan lunares o muchas pecas en la piel».