HISTORIA DE SUPERACIÓN PERSONAL

Una turolense con cáncer participa en el Reto Pelayo 2023: «He perdonado a mi cuerpo»

Laura Villa padece cáncer de mama y acaba de volver de un viaje "extremo" y lleno de "aventuras" en la Patagonia, a donde ha viajado con otras cuatro mujeres más que también sufren la enfermedad

«Ha sido una experiencia increíble, me he sentido liberada», dice

Laura Villa escalando la cima Gorra Blanca en el Reto Pelayo Vida 2023

Judit Macarro

Judit Macarro

Una llamada de teléfono le cambió la vida a Laura Villa, una turolense de 39 años a la que en 2020 le diagnosticaron cáncer de mama. «Mi hernana fue quién me llamó y me dió los resultados. Me contó todo y me dijo que iba a ser duro, porque mi cáncer era muy agresivo», explica a este diario. Tras el diagnóstico, asegura que lo peor de todo «ha sido ver pasar por esto a mi familia y amigos».

En esos primeros días, «mientras intentaba ordenar el panorama que tenía en casa», la turolense recibió un mensaje de una amiga. «Me mandó un video de cinco mujeres navegando en un barco por España tras superar la enfermedad. Yo pensé, ¿qué hace esta mandándome esto? Y después me puso un mensaje en el que me decía «un día serás tú». Meses más tarde, el Reto Pelayo Vida 2023, que organiza la aseguradora nacional todos los años y que este año ha consistido en la escalada de la cima Gorra Blanca (en la Patagonia) durante 20 días, le cambiaría de nuevo la vida a Laura. «Otra vez al coger una llamada», cuenta.

Antes de afrontar esta experiencia al otro lado del charco, la turolense tuvo que seguir los tratamientos que le exigía la enfermedad. Se sometió a tres operaciones, la última «la más dura», dice. «Se supone que era la más sencilla, pero tuve un fallo neurológico y todo se complicó», cuenta. «Le dijeron a mi hermano que no sabían si iba a sobrevivir. Yo recuerdo que no podía hablar ni moverme. Oía todo y veía por el ojo izquierdo algunas cosas, como las luces del pasillo cuando me llevaron corriendo al operatorio. Fue tal y como se ve en las películas», asegura Laura. «Yo pensaba que me moría, que no iba a salir de esa».

Laura y sus compañeras durante la escalada de la cima.

Laura y sus compañeras durante la escalada de la cima. / RETO PELAYO VIDA

Contestación inmediata

Esa operación la recuerda como uno de los peores días desde que fue detectada la enfermedad. Después hubo otra más, la cuarta. «Pasaban muy pocos meses de una y otra. No me daba tiempo a recuperarme».

A los días de esta última intervención, cuenta que su madre le recordó el reto que su amiga le había mandado hacía meses. «Quedaban pocos días para enviar la solicitud. Tenía que escribir mi historia, pero yo estaba muy cansada, así que mi madre la terminó por mí y la envió», señala. A las horas recibió la contestación. «Yo flipé porque fue algo que hice sin pensar en que realmente me iban a llamar. Cuando hablé con el creador del Reto Pelayo, Eric Frattini, le dije que no podía, que me acababan de operar... ¡Tenía los puntos recién cosidos!», explica.

Fue la actitud de Frattini, lo que finalmente motivó a Laura para seguir adelante con el desafío. «Me dijo que era la persona más cagada que había conocido y ¡me colgó! Entonces yo le llamé y dije que sí, que aceptaba», narra. A partir de entonces, Laura comenzó un periodo intenso de preparación. «Me puse a entrenar a tope. Estaba muy débil porque había pasado muchos meses en los que solo me movía del sofá a la cama por el dolor», explica. «El primer día que salí a caminar no sé cuantos kilómetros fueron, pero me agoté. Me tuvo que venir a buscar mi padre en coche», recuerda.

Es por eso que, cuando llegó la primera selección del reto y fue a Sierra Nevada, «no creía que fuera a ser una de las elegidas, todas las demás mujeres eran superdeportistas», señala. Pero, para su sorpresa, superó la primera prueba y también la de los Alpes. «No me lo podía creer. De hecho cuando Eric dijo mi nombre no pude evitar decir «¡¿yo?!». Me dijo que como no me callara me quedaba en la calle», cuenta entre risas.

El viaje a la Patagonia, del que volvió hace apenas unos días, le exigió «entrenar muy duro» durante 30 semanas. «Allí viví la experiencia más liberadora de mi vida», rodeada de un equipo que se convertiría en su familia durante unas semanas. «No puedo quedarme solo con un momento. Fue todo increíble. También muy duro, sobre todo por el frío. Se nos congelaban los pies y, como la medicación provoca que tengamos mal la circulación, hacíamos bailes chocándonos los pies entre las cinco mujeres para calentarnos», cuenta. Cuanto más peligro sentía, «más viva me notaba», explica. Otro de los momentos que no olvida se produjo al descender de la cima, cuando les pilló una tormenta. «No veíamos nada, íbamos atados a una cuerda por si nos caíamos por una de las grietas en el hielo», cuenta.

El Reto Pelayo Vida ha sido para Villa una motivación y un impulso para seguir haciendo frente al cáncer que padece. Y, además, gracias a la experiencia ha podido hacer las paces con su cuerpo. «Me he reencontrado con él, me había perdido. Han sido meses muy duros, en los que he tenido que dejar de pensar en mi y hacer lo posible porque mis seres queridos no sufrieran por mi. Esa ha sido mi mayor lucha», concluye.

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