30 aniversario de los galardones

César Alierta, Premio Aragonés de Honor 2024 a título póstumo

César Alierta ha sido una de las figuras más relevantes de la historia reciente de Aragón, donde gozó de reconocimiento social por sus logros como líder empresarial de talla mundial

Los hermanos de César Alierta reciben el Aragonés de Honor de manos de Ricardo Barceló y Cristina Sánchez, director y gerente respectivamente de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.

Los hermanos de César Alierta reciben el Aragonés de Honor de manos de Ricardo Barceló y Cristina Sánchez, director y gerente respectivamente de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. / Miguel Ángel Gracia

El Periódico de Aragón

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César Alierta Izuel (Zaragoza, 1945-2024) recibe el Premio Aragonés de Honor 2024 a título póstumo, una distinción que sus hermanos Juana, María Pilar y Pedro han recogido de la mano de Ricardo Barceló, director de El Periódico de Aragón, y Cristina Sánchez, gerente del diario. El empresario y abogado aragonés falleció el pasado 10 de enero después de una brillante trayectoria profesional, siendo uno de los grandes embajadores que ha tenido Aragón a nivel mundial.

"Que EL PERIÓDICO DE ARAGÓN haya tenido esta consideración supone un motivo de orgullo y agradecimiento", destaca Fernando Sainz de Varanda, sobrino de Alierta. "Aunque no lo pareciera era una persona humilde y tímida y cualquier reconocimiento lo agradecía. Uno como el Aragonés de Honor lo hubiera recibido con mayor cariño", cita al ser en su tierra.

Lo hubiera hecho como cuando recogió emocionado la Medalla de Aragón (2018), la Medalla de Oro de la ciudad de Zaragoza (2010), de la que también es hijo adoptivo, el Premio Empresario Aragón (2016) en su primera edición o cuando el Ayuntamiento de Villanúa le nombró hijo adoptivo (2011).

Dice Sainz de Varanda que César Alierta presumía de ser aragonés allí donde estaba. "Daba igual que estuviese en Berlín con la canciller Angela Merkel, en el Vaticano con su Santidad o en Nueva York con los dirigentes de las principales empresas a nivel mundial. Lo llevaba a gala. Hacía ostentanción de su condición de aragonés y todo el mundo sabía de dónde era porque él se había encargado de explicarles dónde estaban su tierra y sus raíces", recuerda.

Momento de la entrega del reconocimiento a los hermanos de César Alierta.

Momento de la entrega del reconocimiento a los hermanos de César Alierta. / Jaime Galindo

El fallecimiento de Alierta Izuel supuso la pérdida de una de las figuras más ilustres y relevantes de la historia reciente de la comunidad autónoma, donde gozó de reconocimiento social por sus logros como líder empresarial de talla mundial y por la impronta que dejó en el desarrollo económico de este territorio. Un legado que se tradujo en importantes inversiones de capital en el Pirineo aragonés y el sector de la nieve o por ser uno de los salvadores del Real Zaragoza cuando estaba al borde de la desaparición hace una década.

Aquí puedes ver la gala íntegra de los premios Aragoneses del Año 2024 / El Periódico de Aragón

Brillante trayectoria

Licenciado en Derecho, Alierta estaba llamado a tener una vida con horizontes. Miembro de una saga familiar de renombre, era hijo y cuñado de los alcaldes de Zaragoza Cesáreo Alierta (1966-1970) y Ramón Sainz de Varanda (1979-1986). Cursó Bachillerato en el colegio Corazonistas y luego optó por hacer Derecho en la Universidad de Zaragoza, pero como la asignatura que más le gustaba fue la Economía, hizo un máster en Administración de Empresas en la Universidad de Columbia (Nueva York).

Al regresar a España entró a trabajar en el Banco Urquijo, donde estuvo aprendiendo todo sobre los mercados de capitales hasta que en 1985 decidió montar su propio negocio aprovechando la incipiente liberalización del sector financiero. Alierta fundó Beta Capital, una de las sociedades independientes de bolsa más exitosa de aquella época. Esos méritos le valieron para que en 1996 presidiera Tabacalera hasta la integración de la compañía en Altadis. A mediados de 2010 fue nombrado presidente de Telefónica, cargo que ocupó hasta 2016, cuando le sustituyó José María Álvarez-Pallete.

Alierta fue el artífice de la expansión internacional y digitalización de la compañía hasta convertirla en un operador mundial. "La Telefónica que él cogió en el año 2000 no tenía nada que ver con la que dejó en el 2016. No solo por tamaño sino por el cambio de filosofía, tendencia y digitalización". La casualidad quiso que haya fallecido el año en que la multinacional española cumple 100 años.

Llevó la bandera y el nombre de Aragón allá por donde pasó, siendo uno de los mayores embajadores de un territorio por el que siempre trató de barrer a su favor. Aquí pasó los últimos años de su vida, en la Zaragoza de sus amores donde no era extraño verlo pasear. Fue siempre un ferviente defensor de los potenciales de Aragón que estaban por explotar, "una tierra de oportunidades", como solía decir. "Tenemos por delante un potencial espectacular porque tenemos todos los mimbres", recalcó en alguna de sus visitas a Zaragoza durante su etapa en Telefónica.

También era un convencido de los beneficios de la digitalización para la sociedad y la competitividad económica. "El big data lo va a solucionar todo, la sanidad, la educación… Va a ser la clave", decía en los tiempos en los que todavía no se hablaba con profusión de la Inteligencia Artificial, la revolucionaria tecnología que tiene en los datos su combustible.

Al margen de su brillante y exitosa trayectoria profesional, Alierta repartía su amor y dedicación entre su mujer Ana Cristina Placer Peralta (que falleció en abril de 2015), su familia, sus amigos y los fuertes lazos que mantuvo con su tierra, unos orígenes que nunca olvidó. Entre los puntos cardinales de su vida estaban su cariño al Pirineo, especialmente Villanúa, Jaca y el valle del Aragón; la Virgen del Pilar, por la que sentía una profunda devoción; y el Real Zaragoza, del que fue uno de los principales accionistas siguiendo la pasión blanquilla de su padre.

César Alierta siempre presumió de sus raíces altoaragonesas. Nació en Zaragoza pero de niño vivió a caballo entre Jaca y Villanúa. «Mi abuela, la madre de César, era de Casa Altaoja de Villanúa. Estudiaba y vivía en Jaca donde mis bisabuelos tenían la serrería y subían a Villanúa. Ellos eran nativos, eran gente de la montaña». Por ello, Alierta dejó una huella altruista con importantes inversiones en el patrimonio. El caso más sonado fue el de la Catedral de Jaca, a la que con su donación hizo posible la restauración del órgano del templo románico. Allí puso a su abuela materna como una de las razones de peso para recuperar esta joya patrimonial.

Corazón zaragocista

Alierta fue punta de lanza de la Fundación 2032, una entidad que intervino para sacar al Real Zaragoza de la situación económica más complicada de su historia. Zaragocista de corazón e hijo de un presidente del club –Cesáreo Alierta ostentó el cargo entre 1952 y 1958 y fue el responsable de la construcción del estadio de La Romareda– el empresario declaró en el verano de 2021 a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN que entró en el Real Zaragoza por su progenitor: "Cuando me dijeron que podía desaparecer, me acordé de mi padre y sabía que él no lo habría consentido", admitía Alierta.

También Sainz de Varanda recuerda que lo hizo por amor a su club y a su padre. "Esto lo hago por él –me decía–. Mi padre me dijo que esto tenía que hacerlo y he cumplido. Yo no podía llegar al cielo y que mi padre me pudiera echar en cara que no había ayudado al Real Zaragoza cuando tenía que hacerlo". Por ello, "él se sentía muy contento de haber conseguido que el club sobreviviese y no desapareciese en 2014. Aunque no lográsemos el ascenso a Primera División, su actuación fue clave para que el Real Zaragoza esté hoy vivo y pueda seguir compitiendo".

Faceta humana y solidaria

El papa Francisco era una de las personalidades a las que más admiraba, según confesó en varias ocasiones. Con el Santo Padre tuvo ocasión de mantener varios encuentros en los que intercambiaron ideas y preocupaciones, como los problemas de la infancia en el Tercer Mundo. Y es que además de ser un brillante líder y un referente del mundo de la empresa y la economía, sus allegados destacan de él su faceta humana y solidaria, a la que trató de dar rienda suelta en su etapa como presidente de la Fundación Telefónica de 2016 a 2022. "Era una persona que durante toda su vida se dedicó a ayudar. A todo aquel que le pedía ayuda, se la prestaba", reconoce.

En los últimos años, el proyecto de dar educación digital a los niños sin recursos centró su dedicación. "De lo que más orgulloso se sentía era de haber puesto en marcha la Fundación ProFuturo y que los niños desfavorecidos de los países del tercer mundo aprendiesen con sistemas digitales avanzados para que pudiesen tener un futuro. Consiguió que 30 millones de niños tuviesen una educación digital".

De Alierta, Sainz de Varanda destaca que era una persona llana, accesible, franca, abierta, aunque tímida, que con su risa contagiaba a todos los que estaban cerca. "Transmitía cosas especiales. Era una persona muy viva, activa y cotilla en el buen sentido de la palabra. Te empezaba a preguntar hasta las cuestiones más nimias, pero porque se interesaba por las personas. Luego se acordaba de todo. Era una persona especial y extraordinaria". Este año, el Premio Aragonés de Honor se suma a los máximos reconocimientos que Alierta recibió en su tierra.