Opinión | FIRMA INVITADA

La ultraderecha, peligro al norte, no al sur de los Pirineos

Casi todas las fuerzas francesas a la izquierda presentan una candidatura y un programa común para evitar un gobierno de la ultraderecha

Desde el siglo XIX la clase dominante francesa –con objetivos imperialistas– inventó y difundió que «África empezaba al sur de los Pirineos», en un ataque pérfido al combativo pueblo español como si fuéramos una población atrasada democráticamente y sin civilizar. Aunque, en verdad, Napoleón tuvo que irse con el rabo entre las piernas.

En julio de 2024, en Francia, después de las elecciones europeas, se han convocado elecciones generales. Los ultraderechistas encabezan la intención de voto con el 36%. ¿Se imaginan en España a Vox arrasando, y la convocatoria de elecciones anticipadas con la perspectiva de sufrir un gobierno con Abascal de presidente?

Dos lados de los Pirineos, dos realidades

Lo que está viviendo Francia no es lo que vive España. Casi todas las fuerzas francesas a la izquierda presentan una candidatura y un programa común para evitar un gobierno de la ultraderecha.

En España la situación es muy distinta. La ultraderecha ha crecido, y hay una nueva cabeza en la hiedra ultra, pero su peso es mucho menor que la media europea, y no puede aspirar a ser la fuerza más votada. Hay gobiernos autonómicos del PP con presencia ultra, pero la sociedad española se movilizó en las generales para que no llegara a la Moncloa.

En Francia gobierna Macron, es decir, derecha europea tradicional. Mientras que España es el único país de Europa con un gobierno de coalición donde está el PSOE y una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia. En el país galo la socialdemocracia no ha desaparecido, pero sí se ha desmoronado, siendo claramente superada por las fuerzas a su izquierda.

España es diferente, tres millones de razones

Hay tres millones de razones. Son los votantes a la izquierda de la socialdemocracia, que han dejado de respaldar a formaciones como Sumar y Podemos, pero que nunca van a votar al PSOE, aunque sea a costa de abstenerse. Razones no les faltan. Son gente que mantiene los principios del 15M –que surgió durante el gobierno de Zapatero y contra sus recortes a órdenes de Obama–; y que lucha por un cambio social incompatible con la política socialdemócrata.

Pero esta gente a la izquierda del PSOE está abierta en canal, con una crisis dolorosamente hiriente en la que, aunque contribuyen ,las desmovilizadoras decisiones de Sumar y Podemos no son el factor principal. Paradójicamente, el problema es su éxito. España es el único país europeo donde una fuerza a la izquierda de la socialdemocracia –ahora Sumar, antes Podemos– está en el gobierno. En el resto del continente esto está, literalmente, prohibido. La extrema derecha puede acceder al gobierno, pero la izquierda que rechaza la socialdemocracia no.

Los centros de poder internacionales y nacionales tratan de impedir que suceda en España. Ha sido la persistencia del voto popular la que consiguió la formación de un gobierno de coalición de izquierdas. Desde entonces esos centros de poder han perseguido un objetivo claro: minimizar el peso político, especialmente en el gobierno, de la izquierda a la izquierda del PSOE, utilizando todos los medios, incluso los más turbios. Ahí sí que se activó a todo trapo la «máquina del fango».

Las direcciones de Sumar y Podemos ayudan al objetivo perseguido por la oligarquía española y las grandes potencias, con EEUU a la cabeza, insistiendo en que «la economía española va bien», cuando la mayoría nos empobrecemos mientras bancos y capital extranjero encadenan récords de beneficios; equiparando a Puigdemont –la derecha catalana más rancia– con los exiliados republicanos; justificando la invasión rusa de Ucrania; y no condenando el terrorismo de Hamás.

La clave, qué camino seguir

Aunque algunos quieran darlo por muerto, difundiendo, incluso desde la izquierda, que «el ciclo del 15M ha terminado» y ahora vivimos «un ciclo de derechas», el espacio político a la izquierda del PSOE sigue muy vivo y conserva una influencia política decisiva. Aunque ahora en «estado de shock», siguen radicalizadas en la lucha contra los recortes.

Lo que necesitamos es reconstituir ese espacio de la izquierda del PSOE. Y lo primero es sentar las bases de un programa que aborde los problemas que sufre nuestro pueblo, fijando unos ejes comunes que todos, desde la pluralidad e independencia de cada uno, podamos compartir.

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