Opinión | EL ARTÍCULO DEL DÍA

La política espectáculo

Un libro muy interesante y didáctico es La teatralización de la política en España. Broncas, trifulcas, algaradas (2024), de Xavier Coller, catedrático de Ciencia Política de la UNED. Ha realizado una encuesta a 557 parlamentarios y una entrevista a 70 de las 19 cámaras de representación en España.

La «teatralización» la define como la ejecución en público de unos comportamientos que visibilizan un conflicto entre actores políticos rivales, que contrasta con los niveles de más acuerdos en la actividad parlamentaria más regular e importante: la legislativa. Nuestros políticos escenifican el conflicto político con broncas, trifulcas y algaradas manifestadas en insultos, acusaciones, gestos obscenos, insidias, exabruptos, aspavientos, ofensas, abucheos, zascas, gritos, desprecios, burlas, incluso amenazas o violencia simbólica («me gusta la fruta»). Estos hechos los observamos día tras día. Mas, en las cámaras hay otras actividades, como la legislativa, en comisiones o ponencias, que pasan en gran parte desapercibidas para el público. Es la «política invisible», donde se alcanzan acuerdos, a través del diálogo. Desde 1977 hasta julio de 2023, como media, las leyes se aprueban en el Congreso con un 90% (incluyendo las abstenciones), esto es, por término medio, hay un 10% de votos negativos. Se incluyen las 384 leyes orgánicas que requieren la mayoría absoluta. El índice de inclusividad es un indicador de la capacidad de atracción de los grupos mayoritarios hacia los rivales, de la incorporación de las minorías a la aprobación de la legislación. Este indicador se mueve entre 0 y 1. Cuando una ley solo recibe los votos del grupo (s) que apoya al Gobierno, el valor es 0. Cuando a una ley no se opone nadie, entonces es 1. El nivel de apoyo medio a las leyes en el Congreso, el grado de inclusión medio ha sido de 0,78 desde 1977 a julio de 2023. En las cámaras autonómicas de 0,72 de 1980 a mayo de 2023. Navarra es la autonomía en la que, por término medio, los partidos tienden más a cooperar, seguida de Cataluña, el Congreso, Canarias, País Vasco y Aragón. Estos datos demuestran que en las cámaras se llegan a acuerdos.

La teatralización se escenifica especialmente en los Plenos, cuando hay público (medios de comunicación), se tratan temas que hacen referencia a las creencias nucleares (el tema territorial), hay elecciones próximas, en escenarios multipartidistas, se quiere marcar el territorio dentro y fuera del bloque ideológico (derecha-izquierda). El Pleno, en terminología de las ciencias sociales, es un espacio sagrado donde están todos los actores y acontecen cosas extraordinarias que no ocurren en el día a día, de la vida parlamentaria, de ahí la presencia de los medios. Y de esa teatralización son responsables en gran parte los medios. En la reciente campaña para las elecciones europeas, el tema casi único para la mayoría de los medios ha sido la denuncia de un grupo de extrema derecha, urdida a través de recortes de prensa. No se ha hablado de la PAC, medio ambiente, la guerra de Ucrania... Vende mucho más el barro y el morbo. Es decir, los medios han practicado el seguidismo a una opción política.

Los diputados entrevistados perciben los peligros de la teatralización sobre la ciudadanía: polarización, radicalización, desafección y no credibilidad, desprestigio de la política y desconfianza y, lo más grave, la violencia. El autor prescribe algunas recomendaciones para corregirlos. Aprobación de un código ético en el Parlamento. Los líderes, especialmente de los dos principales partidos políticos, deberían llegar a algún acuerdo, para no convertir el Parlamento en una taberna. Los partidos políticos ser más rigurosos a la hora de seleccionar sus candidatos. Hay una palabra que usa el autor, la Justanza, para que los diputados compartiesen espacios realizando actividades conjuntas, como se hace en numerosas empresas para fomentar cierta empatía y un clima organizativo no tóxico. Evitar la visión del político de otro partido como si fuera un enemigo al que hay que eliminar y con el que no se puede hablar. La política democrática supone el conflicto, no todo el mundo puede pensar lo mismo, pero a través del diálogo se puede alcanzar el consenso, Algunos diputados constatan que el diálogo con el partido contrario les ha enriquecido, aportándoles determinadas ideas políticas. Señala que se podría pensar en alguna acción orientada a que nuestros representantes se conocieran un poco mejor más allá de las útiles celebraciones colectivas para Navidad cuando existen. Una oportunidad podría ser algún curso o seminario para representantes que llegan por primera vez a la cámara (alrededor de un 50% en cada elección) o también para los experimentados. Por último, introducir en el currículo escolar la actividad parlamentaria.

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