Opinión | FUERA DE CAMPO

Georgia, más allá de una excusa

Georgia es una estupenda película de Arthur Penn sobre la amistad de cuatro jóvenes adultos ante el ilusionado futuro de sus vidas. En la estela de Isadora Duncan, Georgia debe su título a una chica que sueña con ser bailarina, a la vez que resiste como vértice emocional del deseo geométrico de sus compañeros. La protagonizó Craig Wasson, actor cuyo talento aprovechó Brian de Palma para su Doble cuerpo. Bella y ambiciosa, Georgia fue un fresco y filosófico retrato generacional de los 60, un modus vivendi que incluyó la gran balada de Ray Charles Georgia on my mind, para un largo apoyado en el atractivo melódico de la novena sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorák.

Pero, del Golfo de México al Mar Negro, viajemos a otra Georgia. Fruto de su vocación europeísta e imagen internacional de marcas como Emporio Armani o Pepsi, la Georgia de Mamardashvili que compete a medios y a toda la ciudadanía futbolera es la que se enfrenta mañana domingo a la selección española, en partido de octavos de la Eurocopa. Cuestiones deportivas aparte, no puedo con las actitudes de comunicación lejanas de la humildad del entrenador Luis de la Fuente y del comentarista Juan Carlos Rivero, viral donde los haya.

El primero, reafirmado en el clasismo barato del que se cree tener la voz de la razón y autoridad. Osado manifiesta que no existe una selección mejor. Ya veremos cómo queda esa dura travesía por el infierno del lado izquierdo del cuadro de la Eurocopa. A España sólo le quedará por enfrentarse ante ella misma, delante del espejo. Y el segundo, en el último partido nos dejó con la perla de confundirse antológicamente en su cansina retransmisión, tanto en el goleador de España como en el deporte que practicaba. Ambos, De la Fuente y Rivero, muestran en su ánimo una confusa incomodidad con la comunidad a la que les deben su respeto.

Entiendo que ir sobrados pueda ser un reflejo defensivo ante la inseguridad y las críticas, pero esos plantes airados deberían albergar más prudencia y autocrítica. No obstante, volvamos al campo de juego: defensa en bloque bajo con tres centrales, para un equipo ordenado y con espíritu de sacrificio. Así será la Georgia de mañana, avisados estamos y arrieros somos. Caucásicos aparte, y con el máximo respeto al gran Luka Modric, la verdadera Eurocopa empieza ahora. Y quedarán dos largas semanas más de intenso fútbol hasta la final del 14 de julio.

Mientras, gran parte de la hinchada de Georgia seguirá reivindicándose desde las gradas contra la Ley de Transparencia sobre la Influencia Extranjera aprobada por su Parlamento, que obliga a registrarse como «agente de los intereses de una potencia extranjera» para controlar la actividad de aquellas organizaciones, entidades y medios que reciban al menos una quinta parte de su financiación del exterior.

Todo ello supone desde mayo una restricción de libertades, entre ellas las de expresión y, en especial, las que merece el colectivo LGTBI+. Un viraje prorruso que asfixia sin duda a sus necesarias voces críticas y que, además, puede poner en peligro la candidatura de esta estratégica zona cara a su entrada en la Unión Europea. Feliz Día Internacional del Orgullo, pues, por una igualdad real y efectiva en todos los rincones del planeta, físicos y mentales. Y siempre nos quedará Georgia, contigo.

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