ACTIVIDADES JUVENILES

Campamentos de verano en Aragón: Un crecimiento personal asegurado

Mandar a los menores a un campamento es cada vez más habitual, pero no todos están preparados para vivir esa experiencia. Es una «parte importante del desarrollo» personal, pero hay que tener en cuenta la edad cronológica, la psicológica y, sobre todo, que el niño o la niña quiera ir.

Un grupo de jóvenes, en un campamento de verano.

Un grupo de jóvenes, en un campamento de verano. / El Periódico de Aragón

Eva García

Eva García

A las puertas de las vacaciones, son muchas las familias que tienen el verano organizado. Colonias escolares, pueblo, abuelos, piscina y también campamentos. Ahora llega el momento no de apuntarlos a la actividad, sino de llevarla a cabo: es hora de organizar la mochila y, sobre todo, de la gran temida despedida paterna.

«Es algo superpositivo», asegura Mónica González, psicopedagoga, monitora, directora de tiempo libre y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía , ya que «esa educación no formal» es «importante para el desarrollo y el crecimiento personal del niño y el adolescente». Una opinión que también comparte la psicóloga Natalia Larraz, que lo califica de «experiencia vital», porque se desarrolla en un «entorno diferente, que te permite hacer las cosas por ti mismo». Además, añade que «genera un espacio social para el niño y también vínculos y amistades no solo con iguales sino también con los monitores, que se convierten en referentes adultos que no son los padres», insiste. Y, además, en situaciones de conflictos, también ayuda a que el chaval se sepa desenvolver.

Para González, esta educación no reglada sigue «promoviendo cosas», como la autonomía, en tanto que «refuerza en niños y niñas el aprender más seguros porque no tendrán cerca a papá y a mamá». Con esta experiencia también se espabilan en relación al «autocuidado, porque habrá unos horarios» para la ducha, el cuidado de sus pertenencias, aprender a que hay que ponerse una gorra o crema solar. Por no hablar «del tema de la responsabilidad» o de la adaptación a otros ambientes, compañeros y a «ser más flexible». En este sentido, la psicopedagoga aconseja que, aunque pueda ser más difícil, «los campamentos sean fuera del entorno, en otro ambiente».

Sobre todo, un campamento es sinónimo de diversión, de juego, de «reconocer dónde están mis debilidades, de aumentar el respeto a mí mismo, a no dejarme llevar por lo que me ofrecen los otros», al respeto por la naturaleza, por los iguales y por el entorno. «A los niños les gusta decir que están libres, pero no, porque están controlados, pero sí se sienten más relajados», añade.

El deseo de ir

Pese a todos los beneficios que conlleva mandar a los menores de campamentos, el principal es «el deseo del niño o la niña para buscar el asentimiento», aseguran ambas especialistas. Además, Larraz, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Aragón, señala que «hay que valorar la edad cronológica, pero también la psicológica», saber si están preparados para separarse de los padres y para ejercer ese autocuidado.

En cuanto a la temática, lo ideal es «tener en cuenta al menor», precisa González. Si practica un deporte, puede ser beneficioso que esté dedicado a él, pero si una familia cree que el pequeño es «perezoso, no es recomendable, ya que lo hundes», explica la psicopedagoga. Y lo mismo sucede si la colonia es de idiomas. También la edad marcará si «gusta más un campamento itinerante o uno con actividades».

Los padres deben confiar en los hijos y también en los monitores, que tienen que estar titulados. Y reclama «respetar la planificación», lo que supone que «si los monitores dicen que no hay que llevar el móvil, no se lleva; o si no se puede llamar, no se llama», asegura. Y a veces también hay que rebajar las expectativas porque en una semana o quince días «no se hacen milagros». Es decir, el que es desordenado, volverá siéndolo, y si dice palabrotas, lo mismo. «Se refuerzan los aprendizajes, pero eso no significa que vayan a cambiar de la noche a la mañana», afirma González, quien reclama la idea del «aburrimiento», aunque el campamento es diversión durante 24 horas. 

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