ACTIVIDADES JUVENILES
Los pueblos de Aragón se preparan para el inicio de la temporada de campamentos
El Pirineo y la sierra turolense concentran la demanda gracias su entorno natural y los servicios que ofrecen los municipios
Las escuelas de verano se convierten en una oportunidad de negocio y atracción turística
Se acabó la calma en los pueblos aragoneses. Con la llegada del verano y las vacaciones escolares, muchos son los rincones de la comunidad que se convierten en escenario de juegos, actividades y entretenimiento. La oferta en Aragón es de lo más variada, tanto la pública como la privada, y la demanda de espacios en el territorio muy exigente, ya que los municipios aragoneses deben adecuar sus instalaciones para recibir a cientos de niños durante tan solo dos meses: julio y agosto. Una tarea que no es sencilla, sobre todo para los municipios más pequeños, puesto que las empresas organizadoras utilizan albergues, hostales, edificios públicos e instalaciones municipales, como pueden ser sus piscinas o las pistas deportivas. La llegada de estos menores se convierte para los alcaldes en un escaparate, una oportunidad para darse a conocer y conseguir turistas en potencia. Por no hablar del beneficio económico tanto para el municipio como para sus comercios.
Las zonas más demandadas se concentran en el Pirineo y la sierra turolense, donde sus municipios aumentan de forma drástica al población, aunque sea por unos días. Solo los campamentos organizados y subvencionados por el Gobierno de Aragón ofrecen 340 plazas, a las que hay que sumar los campus organizados por empresas privadas, asociaciones o entidades deportivas.
Demanda
Los campamentos más demandados son los del Gobierno de Aragón, principalmente por su precio. De las 340 plazas, 210 están reservadas para menores residentes en la comunidad, mientras que el resto se reparten entre otras comunidades autónomas. El Ejecutivo pone sus ojos en Alquézar (donde hay espacio para 15 niños aragoneses); la Aldea de Puy de Cinca (con 50); Villanúa (con dos periodos de colonias, uno con 65 y otro con 30); y Orihuela del Tremedal (con 50 plazas disponibles). Pequeñas localidades que trabajan a marchas forzadas para tener a punto sus instalaciones y poder atender cualquier necesidad de la organización.
El coste de estas escuelas de verano es de 270 euros, aunque se ofrece un 25% de descuento para aquellos que tengan el Carné Joven. También hay becas desde el Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ)_para todos aquellos que sean menores de edad, facilitando así su acceso.
Para que todo esté listo cuando los jóvenes dejen sus casas y acudan a los diferentes campamentos, tanto públicos como privados, a lo largo y ancho del territorio aragonés estas semanas están siendo de gran ajetreo en los municipios que van a acoger a los chicos y chicas. «Estamos bastante ocupados, sí», confirma Luis Terrén, alcalde de Villanúa, que calcula que, durante el verano, pasarán alrededor de 3.000 niños por la localidad altoaragonesa.
Un desembarco de ese tipo necesita una logística concreta. La primera y la más obvia, las camas disponibles en este municipio del Pirineo. «Contamos con varios albergues, algunos que gestionamos nosotros y otros de empresas privadas. Además tenemos muchos espacios para colocar tiendas de campaña», añade Terrén, que confiesa que en Villanúa ya están «bastante habituados» a la llegada de campamentos. El regidor explica que una de sus prioridades es la de reforzar los servicios públicos, en especial el de recogida de basuras, y otros suministros para que tanto jóvenes como monitores y padres se lleven la mejor de las impresiones del municipio.
En esa misma línea habla también Daniel Úbeda, alcalde de Albarracín, otra localidad acostumbrada a recibir a pequeños aventureros. «Nuestra colaboración siempre es total y estamos encantados de que vengan», afirma Úbeda, consciente de las ventajas que tiene para el municipio la realización de estos campamentos de verano. «Aunque vienen muchos chicos aragoneses, cada vez notamos más que llegan de otras comunidades y es una gran oportunidad para darnos a conocer a posibles turistas», señala el alcalde de Albarracín, que también destaca el impacto que tiene el trasiego de tanta gente en los comercios y, sobre todo, en la hostelería de la localidad turolense.
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