Real Zaragoza

El zaragocismo recupera la sonrisa

Alrededor de 200 aficionados esperaban a Víctor en La Romareda para celebrar un retorno envuelto en esperanza

«Jamás devolveré al Zaragoza todo lo que me ha dado», aseguró el aragonés antes de que sus fieles enloquecieran cuando besó el escudo del león en una camiseta a pie de césped

Víctor accede al césped de La Romareda para recibir el calor de la afición presente en el estadio.

Víctor accede al césped de La Romareda para recibir el calor de la afición presente en el estadio. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Jorge Oto

Jorge Oto

Sostiene Víctor que es «un tío con suerte». La aseveración se sostiene sobre los «grandes jugadores» que han pasado por sus manos a lo largo de una dilatada trayectoria que le ha llevado a ser el entrenador que más partidos ha dirigido al Real Zaragoza y el cuarto con más recorrido a nivel nacional con más de 700 encuentros a sus espaldas. Pero, esta vez, fue él quien repartió fortuna entre unos aficionados que no dudaron en esperar al técnico desde muchos minutos antes de la hora en la que estaba programada su presentación. 

Flanqueado a ambos lados por Raúl Sanllehí y Juan Carlos Cordero, el baño de masas de Víctor comenzó mientras los tres recorrían el breve trayecto desde las oficinas del club hacia La Romareda. «Con este sí, ya era hora. Antes lo tenían que haber traído. Y no estaríamos ahora en esta situación», afirmaba uno de los numerosos jóvenes aficionados zaragocistas que vitoreaban y aplaudían al técnico a su paso hacia el estadio. Víctor, orgulloso, respondía con sonrisas, saludos y fotos: «A ver, a ver», respondía el aragonés cuando otro de los presentes le agradecía haber aceptado el reto. «Gracias, Víctor».

Ya en las entrañas de La Romareda, el entrenador se derrumbó en una conferencia de prensa «terrorífica», según admitiría después tras haberse visto obligado a abandonar la sala en dos ocasiones envuelto en lágrimas. Allí, en su casa, le esperaban impacientes alrededor de 200 aficionados, en su mayoría ya informados a través de las redes sociales del mal rato que su nuevo entrenador estaba pasando. 

Gafas de sol en ristre y camiseta en mano, Víctor desató la algarabía cuando asomó por el túnel que da acceso al césped. Fotos, más sonrisas, infinidad de saludos y un derroche de zaragocismo para desatar la locura colectiva cuando selló su declaración de amor con un sentido beso a ese escudo que él y su gente adoran. «Jamas devolveré al Real Zaragoza lo que me ha dado. Es imposible, por eso tengo que intentarlo como pueda y eso pasa por tratar de no equivocarme mucho», había dicho poco antes mientras se lo permitió la emoción. «Yo creo que lo vamos a conseguir sí o sí y vamos a dar alegrías y felicidad». Bandera y orgullo. Zaragocismo en el Zaragoza. Sentimiento de pertenencia. 

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