La 14ª jornada de Segunda

Escopetas de ferias

El Real Zaragoza ahonda en su crisis de resultados ante el Oviedo en un empate donde exhibió más fútbol y llegada, pero una grave falta de puntería

El equipo mereció ganar otra vez, aunque solo ha logrado una victoria en nueve jornadas y la situación de Escribá se complica un poco más

Iván Azón controla un balón ante Dani Calvo.

Iván Azón controla un balón ante Dani Calvo. / ANDREEA VORNICU

Tan insostenible es el momento de resultados del Real Zaragoza, con cinco partidos sin ganar en La Romareda y una victoria en nueve jornadas, como es real que al equipo y a Escribá el fútbol ya les está en clara deuda. El partido ante el Oviedo fue un ejemplo claro de ello, con ocasiones de todos los colores, sobre todo en el tramo final, y sin que llegara el gol salvador para un Zaragoza que sigue sin ganar y que hizo todo lo posible para lograrlo. Se encontró con una falta de eficacia tremenda, además de con la respuesta de Leo Román, que salvó no menos de tres goles.

Obviamente, el momento del Zaragoza, a dos puntos del playoff tras sumar 7 de 27, deja en una situación delicada a Escribá, pero no lo es menos que este equipo no está muerto y que el partido de ayer enseña un camino, sobre todo en su tramo final. Comete errores flagrantes, que en otras ocasiones le dejaron sin victorias y ayer estuvo cerca de hacerlo el de Rebollo, pero casi siempre merece más que los rivales y contra el Oviedo lo hizo sin lugar a dudas. El Zaragoza, sobre todo el del tramo final, con una apuesta ofensiva y más agresiva, pudo y debió marcar. Lo hizo, de hecho, con un gol anulado por el VAR a Iván Azón, pero se le fue otro partido que no debía habérsele ido en ningún caso. 

Con el regreso de Maikel Mesa para volver al 4-3-3 se presentó el Real Zaragoza de Escribá ante un Oviedo con Cazorla junto a Colombatto en la sala de máquinas y con la amenaza de Borja Bastón para que la primera ocasión la tuviera Mollejo sin romper a sudar, un cabezazo demasiado centrado tras un buen centro de Borge. 

Mal estado del césped

En un campo que no dejó de levantarse y con mal estado del césped, con continuos resbalones y controles deficientes, el Zaragoza no tardó en enseñar sus carencias en la creación, donde la presión oviedista acababa con el balón en Jair para que el juego se volviera muy previsible, con envíos en largo y sin nada de fluidez. Con todo, Francés tuvo una clarísima en un saque de falta de Lecoeuche y tras un mal control de Azón. El ariete contó con otra después de una buena acción de Maikel Mesa, pero disparó flojo y aún llegó, tras un córner bien lanzado de nuevo por Lecoeuche, otro remate franco que Azón no le dio la buena dirección.

El Zaragoza estaba más cómodo, ganaba los duelos individuales en el medio, Mollejo sacaba réditos de su pelea y en los balones aéreos y la clase de Cazorla ni asomaba. Y algún robo de Valera y la intención de Borge y Lecoeuche le daban cierta capacidad ofensiva, insuficiente en todo caso y que se quedó congelada cuando Rebollo controló mal en el área un pase de Marc Aguado y propició el robo de Seoane, que mandó el balón al palo y luego Francés tapó lo justo a Borja cuando la Romareda sufría un amago de infarto. Desde luego, no es la temporada de los sustitutos de Cristian, aunque el onubense no tuvo el mal fario de Poussin y no sobrevino el gol.

Sí llegó un claro golpe para el Zaragoza, que le salieron todos los demonios y las dudas en el tramo final, donde solo un remate malo de Azón, casi el enésimo, y una jugada colectiva, justo antes del descanso, iniciada en Borge y en la que Valera no pudo rematar el buen pase de Grau se pudo llevar La Romareda a la boca, con cada vez mayores muestras de nerviosismo en la grada y en el césped.

No hizo ningún cambio Escribá tras el descanso y Mollejo tuvo, tras un córner de nuevo, la oportunidad de marcar, como la tuvo Valera después de una contra iniciada en Maikel Mesa y prolongada en Azón y Grau. Bretones se encargó de evitar el gol. El partido, tras el mejor arranque después del intermedio del Zaragoza, se equilibró y Escribá le dio un giro de tuerca con el regreso de Francho y con Manu Vallejo y Enrich para pasar a jugar en un 4-4-2 mientras Carrión apostaba por Camarasa en el medio en lugar de Cazorla y retiraba a Borja Bastón por Alemao.

Un gran Leo Román

El partido se abrió del todo y en la locura el Zaragoza mereció ganar. Es verdad que Seoane tras un despiste de Francho en un córner pudo marcar y que Rebollo le sacó una a Paulino, pero el Zaragoza tuvo el gol en una gran acción de Vallejo, con mejor respuesta de Leo Román, en otra de Enrich parada primero por el meta y en el siguiente remate sacada por Dani Calvo y en un disparo envenenado de Lecoeuche que sacó el portero oviedista. El equipo, con la presión alta y con Enrich mejorando a Azón, generó aún más y Manu Vallejo no acertó en una buena dejada de Enrich ni en un cabezazo que se le fue alto. La única que entró, en una falta de Bermejo rematada por Francés y que tocó Azón, fue en fuera de juego. En el resto, en 19 remates en total, el Zaragoza fue una escopeta de ferias y así es imposible ganar.