EL ARTÍCULO DEL DÍA

La realidad se impone

La opinión publicada y el clima político catastrofista no tienen una conexión con el mundo

José Manuel Lasierra

José Manuel Lasierra

Los vendedores de malas noticias económicas llevan bastante tiempo sufriendo un calvario. Y los que pagan a esos vendedores para alcanzar el poder político están descolocados y desorientados, víctimas de episodios espasmódicos de consecuencias impredecibles. Los resultados económicos de los tres últimos años, desde que terminó el covid, son buenos, persistentemente buenos en sí mismos. Y si los comparamos con los países de nuestro entorno, los ricos de la Unión Europea, todavía resaltan más las fortalezas de la economía española. Los datos de esta pasada semana reflejan la realidad de los hechos: el PIB ha crecido un 2,5%, más que todas las previsiones realizadas por entidades públicas y privadas e incluso de las previsiones del propio gobierno. El Banco de España, por su parte, ha presentado resultados de la Encuesta Financiera de las Familias. Señala que la situación financiera de las familias y de las empresas ha mejorado en este pasado año en términos de incremento de las rentas, de reducción del endeudamiento y de un aumento del valor de sus activos. Añadiríamos también a esos datos económicos una consideración de tipo cualitativo: ha habido un mayor reparto de la riqueza en estos años que en otras ocasiones. El crecimiento de las pensiones y el salario mínimo interprofesional y otras mediadas sociales supone una transferencia de rentas a colectivos desfavorecidos o menos protegidos. En resumen, crecimiento y reparto. Cuando se habla de variables económicas como el PIB parece que no tienen incidencia en la vida corriente de las personas española. Pero sí la tienen: empleo y mejora de la situación económica de las familias. Pero creo que no acaban aquí los datos económicos positivos. El crecimiento del PIB hará que el porcentaje del déficit público y de la deuda en relación a este PIB se reduzca al ser mayor el denominador, lo cual nos acercará, si no estamos ya, a los estándares europeos. Una especie de círculo virtuoso, pero con una diferencia respecto a otras veces: no hay burbujas. Cierto que hay fondos europeos y conviene no olvidarlo, pero que se dan con compromisos que se avalan con datos y con la seriedad y responsabilidad de los gobiernos. Una llamada a los que hablan mal de España en Europa ¿quieren que a España le vaya mal, que a los españoles les vaya mal?

Otro indicador que deriva de la bondad percibida por la ciudadanía de estos datos macroeconómicos lo tenemos, si se me permite, en la estabilidad de los apoyos recibidos por las distintas fuerzas políticas y en particular por las que gobiernan. En estos momentos las encuestas apuntan a un apoyo muy sólido para el principal partido del gobierno, algo que concuerda con lo ocurrido el pasado verano en las elecciones del 23J. La opinión publicada y el clima político catastrofista no tienen una conexión estrecha con el mundo real. Sus fantasías y sus creencias, sus pretensiones, la ansiedad del estatus de lo que fueron y mangonearon, les impide ver la realidad. Mandaron durante la dictadura, pero ya no. A pesar de los años de democracia no lo han superado. Todo ello se da en un panorama estresante, frente a las demandas alocadas de unos delincuentes que sin embargo tienen una representación política determinada y nada desdeñable de siete diputados. A pesar de la tensión política y mediática, la sociedad está muy tranquila y conviene señalar que ha habido momentos sociales y políticos mucho peores. En la muy reclamada y aclamada Transición por algunos y denostada por los menos, ocurrían cosas realmente graves. En vez de muñecas de plástico ante la sede del PSOE y apaleamiento de monigotes se asesinaba a manifestantes y a abogados laboralistas. Y ETA hacía lo que hacía. El pasado verano ya señalábamos en contra de ilustradas plumas y encuestas que la economía española iba como una moto y efectivamente así ha ido.

Creo que el gobierno que tenemos, que es de una generación distinta a la de la Transición y que San Preciso hace muchos años que se murió, merece la comprensión y apoyo por lo que está haciendo. Y además sin tacha. Esta semana se sentaban en el banquillo tres ministros que estuvieron en la boda de la hija de Aznar. España no iba bien; ahora sí y podría ir mejor si hubiera una oposición responsable.

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