LIBROS

Los libros aragoneses de Domingo Buesa: De Jaca a ‘Monegros, tierra de color’

Alberto Ferrer confiesa que su «intención como fotógrafo es saber contar una historia a través de imágenes, que el público sea capaz de captar el espíritu de un territorio, que sepa lo vivo que está»

'Monegros, tierra de color' fotografía la naturaleza.

'Monegros, tierra de color' fotografía la naturaleza.

Domingo Buesa

Domingo Buesa

Recuerdo que el Museo Reina Sofia exhibió en el año 2014 una magnifica exposición, comisariada por Horacio Fernández, sobre 'Fotos & Libros, España 1905-1977' en la que se hacía hincapié en los fotolibros y de la que salió un hermoso catálogo, finalista de algún premio europeo, en el que se dan someros apuntes de cómo la fotografía saltó desde el mundo de la imagen individual, que producía fotos para colgar en las paredes o exhibir sobre muebles, a la producción de una serie de imágenes que respondía a las nuevas necesidades de un fotógrafo que no quiere sintetizar su trabajo en una sola imagen. Como han escrito algunos importantes fotógrafos el proceso se enunciaba así: «los cuadros en las paredes y las fotos en los libros».

A partir de esta idea podemos comprender que esos libros de fotografías se convirtieran en el medio para mostrar un conjunto de fotografías que pueden o no estar unidas por algún eje temático. Y lo que es más importante, que al final derivaran en la popularización de un modelo personalizado –los fotolibros personales o familiares– que nacen de la necesidad que tenemos todos de salvar los miles de fotografías digitales que están llamadas a perderse en esa nube que, a veces, más parece una tormenta.

Clásico libro de fotografías

Ahora bien, si nos fijamos en lo que entendemos como el clásico libro de fotografías, tenemos que reconocer que su consolidación como instrumento de documentar situaciones se consolida en los tiempos de fuerte carga histórica: por ejemplo, la guerra civil o la llegada de la democracia. Ese papel de documentar la historia lleva a la conciencia de fijar las imágenes de los procesos de cambio que viven las sociedades y sus escenarios. Todos recordamos ese magnífico trabajo del fotógrafo húngaro Brassaï que en 1933 publicó su libro 'Paris de Nuit (Flammarion, 2001)' con magnificas fotografías y nieblas que nos estaban describiendo cómo evolucionaba el espacio y sus protagonistas parisinos, desde aristócratas de casino hasta panaderos de noche.

A partir de aquí, se da un nuevo paso en nuestro panorama editorial y es la relación que adquiere la literatura con la fotografía, hermanados por la necesidad de documentar el devenir de las ciudades. Y de esta temática urbana saltó al mundo de la naturaleza a partir de finales del siglo XX, cuando ésta se incorporó a la realidad del patrimonio natural. Este proceso acapara actualmente importantes cotas de las ediciones de libros que se publicitan como «visuales». Y en este quéhacer de leer las fotos y ver los textos nos encontramos con el libro 'Monegros. Tierra de Color', obra del veterinario y gran fotógrafo Alfonso Ferrer (editado por Salvador Trallero, Sariñena Editorial 2023) que confiesa que su «intención como fotógrafo es saber contar una historia a través de imágenes, que el público sea capaz de captar el espíritu de un territorio, que sepa lo vivo que está». Y ciertamente lo consigue, en un libro muy bonito, magnifico, con fotos para soñar con ese paisaje que mira al cielo, que nos habla de nuestra identidad.

Ese libro nos habla de ese paisaje retratado como escenario vital de esa fauna y esa flora que son inseparables de esos escenarios, pero el segundo que quiero comentar hoy nos retrata el paisaje, pero entendido como marco del legado monumental estático. Es un libro que nos acerca a la riqueza artística de esta tierra de la Jacetania que fue el escenario del nacimiento del reino de Aragón como nos cuentan los textos que se incorporan de otras publicaciones de la investigadora Marisa Azuara, la gran estudiosa de Cristóbal Colón.

Una pareja de oscenses

La base del libro es la fotografía de una pareja de oscenses a los que debemos hermosos trabajos sobre este territorio que delimita el título de este libro, 'Jaca y la Jacetania'. Me refiero a Ana López Artillo, que ha conquistado su espacio con un buen y meritorio trabajo, y al reconocido Fernando Alvira Lizano que lleva muchas décadas inmortalizando con maestría la provincia de Huesca. Junto a ellos no faltan algunos nombres como Juan Brioso Mairal, cuyo cuidadoso objetivo denota su doble condición de profesor y guía de montaña en fotos como esos encantadores juegos de luz y niebla, y mi paisano Miguel Ramón Henares, conocido por su espectacular descripción fotográfica de la romería a santa Orosia. Sin olvidar a Martí Fornés.

Les diré concluyendo que este conjunto fotográfico, publicado por la Editorial Pirineo de Huesca, nos permite muchas cosas como disfrutar contemplando los paisajes, los caminos, las calles, iglesias, montañas y amaneceres de nuestros pueblos altoaragoneses. Y junto a esta interesante presentación del conjunto fotográfico de la Jacetania que hace este trabajo global, se echan en falta algunas citas de textos que se reconocen. Pero, al final, emerge la belleza de esta entrega de Editorial Pirineos porque, como decía Piere Gonnord, lo hermoso es que cada fotógrafo «pueda dejar constancia de una emoción, de un momento íntimo, porque trabajamos con eso, con la emoción y la fragilidad de los seres humanos». 

‘MONEGROS, TIERRA DE COLOR’ Y ‘JACA Y LA JACETANIA’

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