SUCESOS EN ARAGÓN

Un sicario justifica su agresión como un "escarmiento" al patriarca de un clan en La Muela

El mercenario defiende a la familia que le contrató al reiterar que fue él quien decidió cómo dar "un susto" a la víctima a la que golpeó con la pata de una mesa

De izquierda a derecha, Dolores H. J.; el presunto sicario, David P. M.; los nietos, Ricardo y Epifanio, y la expareja de este último, María Ángeles R. G., en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

De izquierda a derecha, Dolores H. J.; el presunto sicario, David P. M.; los nietos, Ricardo y Epifanio, y la expareja de este último, María Ángeles R. G., en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / JAIME GALINDO

David P. M. (España, 1978), el presunto sicario contratado por la anterior pareja del patriarca de un clan, negó ayer que Dolores H. J. (España, 1952) y sus nietos –Ricardo F. H. (España, 1988) y Epifanio F. H. (España, 1988)– se pusieran en contacto con él para acabar con la vida de la nueva pareja del patriarca. El sicario alegó que él solo quería darle a él «un escarmiento» y «un susto» ante las «palizas descomunales» que supuestamente le propinaba a Dolores después de poner fin al matrimonio. «Se me explicó la situación que había y yo decidí cómo había que hacer las cosas, pero a mí nadie me contrató, solo me explicaron la situación y yo fui el que decidió causarle alguna lesión porque eso era insostenible. Es cierto que no debería haberme tomado la Justicia por mis manos», reconoció el mercenario ante la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza. «¿Qué quería conseguir? Que dejase de dar palizas a Dolores», prosiguió.

Se trata de una agresión que cometió la tarde del 20 de agosto de 2020 en la localidad zaragozana de La Muela al golpear a la víctima en la cabeza con la pata de madera de una mesa. «La vi venir de frente, le di un golpe y cayó al suelo. Intenté darle otra vez, pero se protegió. El tercer golpe se lo di a boleo y, cuando se quejó, pensé que ya valía como aviso», aseveró el mercenario, que luego salió corriendo hacia el coche donde le esperaban tres de los acusados –Dolores, Epifanio y la pareja de este último– para huir, aunque marcharon sin él porque varios vecinos salieron a la carrera hasta que le interceptaron.

Con la sorpresividad del ataque coincidió la propia víctima –defendida por Olga Oseira– al recordar que estaba en un parque cuando decidió bajar al mercado a comprar. «Sin esperarlo me empezó a dar golpes en la cabeza para matarme. Gracias le doy a los vecinos que intervinieron porque, si no, no lo cuento. Me hubiera matado», detalló. «Todo el mundo me quiere matar. No puedo salir sola a la calle. Temo por mi vida porque esto es un calvario. Quiero Justicia y que la condenéis a lo máximo que se pueda», prosiguió ante el tribunal provincial, presidido por el magistrado Francisco Picazo, no sin antes lamentar que ha tenido que cambiar tres veces de residencia desde Nuez de Ebro a La Puebla de Alfindén y, después, hasta La Muela.

"Una mujer maltratada"

Menos detalles aportaron el resto de acusados al responder solo a las preguntas de sus abogados, los letrados José Cabrejas, Juan José Serra, Soraya Laborda y Marina Ons. La septuagenaria se limitó a definirse como «una mujer maltratada» –«me ha pegado mucho», precisó Dolores– y sus nietos se desvincularon por completo de la premeditación del ataque. Ricardo estaba interno por entonces en una cárcel de Francia, desde donde contactó con el sicario a través de Facebook, aunque ayer reiteró que no tenía teléfono en la cárcel. Epifanio, por su parte, habló de «favores» para justificar el traslado de David a La Muela a bordo del vehículo de su expareja –María Ángel R. B. (España, 1997)–, los mismos «favores» que esta última recordó ayer al contextualizarlo en el marco de «una familia gitana».

En medio de un ambiente crispado por las conversaciones entre los acusados y los miembros del público, y con Ricardo F. H. ya expulsado de la sala, entró a declarar otro Ricardo, el exmarido de Dolores. «Dolores no admite que yo he estado con ella siendo una mala mujer. He estado cinco años perseguido por ella y por los que le rodean. Tiene un poder grandísimo, les paga con droga a todos», finalizó.

El ministerio fiscal considera que todos ellos son autores de un delito de homicidio en grado de tentativa solicitando penas de hasta siete años y seis meses de cárcel que, en el caso de Dolores H. J., asciende a los nueve años. También acusa la Fiscalía a la septuagenaria de dos delitos de amenazas graves por los que interesa otros tres años de prisión. La indemnización asciende a 7.500 euros por las lesiones ocasionadas a la víctima.

Suscríbete para seguir leyendo