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Crónica del día | Nolasco aviva el incendio entre el Pignatelli y la Moncloa

Bolaños tacha de «patochada ultra» el episodio del vicepresidente, Azcón dice que su segundo se equivocó y la oposición pide el cese inmediato

El vicepresidente autonómico, AlejandroNolasco, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, el pasado jueves en el Pignatelli.

El vicepresidente autonómico, AlejandroNolasco, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, el pasado jueves en el Pignatelli. / LAURA TRIVES

El día se preveía largo en los pasillos de las Cortes tras la performance protagonizada en la sectorial de Justicia del jueves por el vicepresidente de la DGA, Alejandro Nolasco (Vox), con el ministro Bolaños. Fueron apenas 30 segundos en los que, decidido a dejar patente una vez más la tensión entre el Pignatelli y Moncloa, el turolense programó una entrega del informe del Consejo Consultivo de Aragón sobre la legitimidad de la comunidad para interponer un recurso de inconstitucionalidad contra la ley de amnistía. 

Educadamente, Bolaños se limitó a recoger el documento y, tras la reunión, hizo llegar a Nolasco una carta con las conclusiones favorables de la Comisión de Venecia, con recado final incluido: «Espero que la lectura de este documento emitido por una institución internacional e independiente te resulte ilustrativa». Más allá de intercambios epistolares, la llama quedó encendida por la grabación y difusión de ese breve encuentro a través de un micrófono en la solapa de la chaqueta del traje del vicepresidente Nolasco. 

El incendio estaba creado y Nolasco, a las 9.25 horas, apenas cinco minutos antes de que diese comienzo el pleno, llamó a filas a los medios para hacer unas declaraciones con el objetivo de apaciguar las llamas. Nada más lejos de la realidad. Después de obviar cualquier tipo de responsabilidad propia, anunciando incluso «despidos» en su gabinete por la difusión sin su «orden» de dichas grabaciones, Nolasco pidió, con la boca pequeña, «disculpas» al ministro Bolaños. Y, para cerrar su breve pero intensa interlocución con los medios, acusó a estos de redactar «titulares torticeros», señalando directamente a alguno de ellos cuyo único delito había sido plasmar lo sucedido en negro sobre blanco.

Apenas una hora y media después fue el turno de réplica de Félix Bolaños quien, tras pernoctar en Zaragoza, se reunió con el delegado del Gobierno en Aragón, Fernando Beltrán. Pero, antes, hizo las declaraciones que no había querido hacer un día antes. Comenzó, eso sí, elogiando los acuerdos alcanzados en la sectorial, especialmente en materia de digitalización, con la «mayor transformación en décadas» de la justicia, y en el campo de la Inteligencia Artificial.

"La patochada ultra"

Con todo, no pudo ahondar mucho más el ministro en estas cuestiones de calado, consciente de que los focos apuntaban a lo sucedido con Nolasco la tarde de antes. Y, en cuanto tuvo oportunidad, Bolaños no dudó en responder: «Los gobernantes ultras (por Nolasco, aunque también por Ayuso y Milei) necesitan una patochada al día para que no se hable de que no hacen nada».

La polémica se trasladó, como no podía ser de otra manera, al interior de las Cortes de Aragón, que celebraron ayer la última sesión ordinaria de un curso político que cerrará también con polémica por el recurso de inconstitucionalidad contra la amnistía por parte del Parlamento autonómico. Pero eso será la semana que viene. 

La oposición pide la dimisión de Nolasco

En la sesión de control al Gobierno, a Azcón le tocaba de nuevo defender a su segundo de a bordo, como ya hizo con algunas declaraciones polémicas sobre la inmigración o cuando Nolasco rompió el folleto del Ramadán del Ayuntamiento de Huesca. De nuevo, el presidente rescató su perfil más moderado para evitar que la ebullición de la jornada rompiese la caldera. Rompió plaza la socialista Mayte Pérez, que cuestionó al presidente sobre la actitud de Nolasco: «¿Cómo se mejora la calidad democrática y el respeto a las instituciones grabando una conversación privada a un ministro de España y difundirla sin su consentimiento, es así cómo se defiende la calidad democrática y la lealtad institucional?». «Usted pone los límites, señor Azcón», recordó Pérez, instando al jefe del Gobierno a cesar a su vicepresidente, o al propio Nolasco a tomar la vía de la dimisión. 

El presidente se acordó de la breve intervención de Nolasco ante los medios, afirmando que «cuando alguien se equivoca, pide disculpas, y él ya lo ha hecho». Incluso se atrevió a responder a los socialistas, recordando que elPSOE «no puede dar lecciones» por, en su opinión, atacar a las instituciones. 

El portavoz de Chunta Aragonesista, José Luis Soro, en una abierta pregunta sobre coherencia en la que cabía casi todo, instó alpresidente para analizar sus primeros diez meses con Vox de la mano en el Pignatelli. Soro criticó que la ultraderecha «niega la violencia machista, y se adelanta para eliminar las lenguas», además de acusar a Azcón de ser el culpable de «la degradación del Parlamento autonómico», por la elevada tensión con la que se ha iniciado la legislatura. «Debería cesar a Nolasco», insistió Soro. 

Azón cogió la espada en vez del escudo y atizó al aragonesista, criticando que va a los plenos «con el argumentario del PSOE y solo lo lee». «No tengo ningún problema en venir a este Parlamento a decir que el régimen de Franco fue una dictadura condenable», dijo el presidente al ser acusado de «silenciar el franquismo» por CHA.

En Izquierda Unida, Álvaro Sanz también inició su pregunta sobre sanidad con un recuerdo para Nolasco, al que le recordó que «dimitir no es un nombre ruso», animándole a tomar una decisión a todas luces imposible. 

Quedaba lo mejor –para aquellos que disfrutan con la alta tensión en los plenos– en una interpelación del socialista Darío Villagrasa, al que la providencia le vino a visitar con una sesión sobre «institucionalidad» para Nolasco. El cruce de dos habituales de los duelos en las Cortes fue de alto voltaje, con críticas por parte del PSOE sobre la gestión del vicepresidente, aparte de lo sabido sobre el encontronazo con Bolaños. Nolasco, nervioso, salió como pudo rescatando casos de corrupción de los socialistas, libro en mano.