La resaca electoral

El fenómeno Alvise en Aragón y el intento de buscarle lógica a la fiesta más ilógica

El fenómeno Alvise no entiende de realidades, con excelentes resultados en localidades tan dispares como Caspe o Jaca

Su aplastante ‘sorpasso’ sobre Sumar en Teruel le ha bastado para ser la cuarta fuerza autonómica

El agitador ultra Alvise Pérez, tras las elecciones europeas del pasado domingo.

El agitador ultra Alvise Pérez, tras las elecciones europeas del pasado domingo. / Efe / Ballesteros

Alberto Arilla

Alberto Arilla

El fenómeno Alvise no entiende de realidades ni de territorios. Solo así se explica, si es que hay explicación, la lógica de la fiesta que el agitador ultra celebró el pasado domingo, pequeño Nicolás incluido, tras irrumpir en el Parlamento Europeo con tres escaños. Lo hizo, además, sin programa electoral, con un ideario que va desde «acabar con la corrupción» hasta crear una macrocárcel a lo Bukele a las afueras de Madrid para «criminales». Destino que también quiere que corra el presidente Sánchez. Y Aragón no ha escapado al fenómeno. De hecho, le ha engullido, con mejores resultados en la comunidad (5,09% y cuarta fuerza) que en España (4,59% y sexta posición).

A través de mensajes, proclamas y «noticias», muchas de ellas acusadas de bulos y algunas incluso en sede judicial, los posicionamientos del ultra han penetrado en distintas esferas de la comunidad aragonesa en las que sus coyunturas tienen poco que ver. Paradigmáticos son ejemplos como Jaca (7,28%), Caspe (7,8%) o Zuera (7,17%), que se manejan en cifras similares pese a tener trayectorias electorales muy dispares. También, más allá del cinturón de Zaragoza, aparece el caso de La Muela, en el que Se Acabó La Fiesta (SALF) ha cosechado un sorprendente 11,28%. Pero, ¿qué tiene entonces este movimiento para abarcar tanto y de forma tan espontánea?

La politóloga Carmen Lumbierres se detiene a analizar su discurso, del que destaca sus tintes «aspiracionales» de un perfil «eminentemente masculino» que, simplemente, «rechaza el sistema». Una simplicidad que es recíproca, ya que los mensajes de Alvise están perfectamente adaptados a los tiempos actuales de la comunicación: imagen, frases cortas, insultos, etc. Todo ello aderezado de una ideología que va contra lo establecido, desde la Agenda 2030 hasta el feminismo, sin olvidarse de la inmigración, donde el agitador se muestra hasta más duro que Vox.

Lumbierres también resalta la principal red social de la que Alvise se beneficia, Telegram, mucho más privada y directa que otras como X (antes Twitter) e incluso Instagram. Así crea un «sentimiento de pertenecer a algo especial, a un clan», en el que, supuestamente, está «la verdad». Tintes conspiranoicos que contribuyen a penetrar y atacar el sistema globalizado e intercultural europeo. Una «ventana» que, según recuerda Lumbierres, abrió Vox, pero que habían dejado de par en par los partidos tradicionales: «Con las redes, vieron (los partidos) que el meme y lo viral funcionaba y empezaron a usarlo. Y cuando aceptas el discurso del insulto, al final, los votantes eligen la opción original, como el caso de Le Pen en Francia».

Entre provincias y capitales también ha habido oscilaciones del auge de Alvise Pérez que, con todo, parece que sigue siendo más urbano y de ciudades medias que rural, donde Vox, tercera fuerza en Aragón, sigue resistiendo. Buen ejemplo existe en la comunidad en Teruel, única provincia y única capital en la que SALF ha quedado por encima de Sumar. En la ciudad, con más de punto y medio de ventaja. Cuestión esta última que le ha bastado para superarla en el cómputo autonómico. Aunque, eso sí, en Zaragoza y Huesca la coalición de izquierdas le superó por los pelos. Ahora, está por ver la evolución de este nuevo movimiento de extrema derecha que, con todo, no ha llegado para quedarse, por el simple hecho de que ya estaba aquí.