La resaca electoral

La resaca de las elecciones europeas: Aragón da alas a una derecha distanciada solo en lo simbólico

Pese a marcar diferencias en clave europea, el binomio PP-Vox en el Pignatelli no parece peligrar, a la espera de las negociaciones en Bruselas

Azcón y Nolasco ganan peso en la dirección de sus partidos y se reafirman en la DGA

Celma, Chueca, Azcón, Giménez Larraz y Vaquero celebran la victoria popular en las elecciones europeas.

Celma, Chueca, Azcón, Giménez Larraz y Vaquero celebran la victoria popular en las elecciones europeas. / Miguel Ángel Gracia

Alberto Arilla

Alberto Arilla

La resaca electoral, como sucede con todas las resacas, amenaza con los dolores de cabeza, los arrepentimientos por lo dicho en momentos de euforia y las aspirinas para pasar mejor los días posteriores, en los que hay que volver al trabajo. Un punto en el que ahora están PP y Vox, que cohabitan desde hace diez meses en el Gobierno de Aragón y que se pasaron la campaña para las europeas del pasado domingo dejando claras sus diferencias. Decisiones electoralistas, como hacen todos los partidos en estas fechas cada vez más habituales, y en clave nacional, habitual también en las previas a este tipo de comicios supranacionales. En cualquier caso, ahora llega la vuelta a la normalidad, si es que eso existe en la política española, con un nuevo invitado a la fiesta: el ultra Alvise Pérez, que se cuela en las urnas como las ardillas que saltaban antaño de esquina a esquina de España.

Y es en este conjunto de vicisitudes en el que se debe manejar en los próximos meses la derecha y la ultraderecha española, que comparten gobierno en varias comunidades autónomas como Aragón, donde, más allá de las diferencias discursivas, la salud no parece peligrar. Pero las palabras las carga el diablo y, en sus primeras valoraciones tras conocerse los resultados, Alejandro Nolasco, líder de Vox en la comunidad y vicepresidente de la DGA, cargó contra el PP por las intenciones de Úrsula Von der Leyen de repetir la gran coalición europea con los socialdemócratas e incluso afirmó que votar a los populares venía a significar lo mismo que votar a la izquierda.

Con todo, al presidente Jorge Azcón no le ha pasado factura este primer año de gobierno. Su electorado, incluido el que ha llegado asimilado desde Ciudadanos, ha asumido todas las decisiones del binomio PP-Vox, incluidas las incómodas, como la derogación de la ley de memoria democrática que, lejos de pasarle factura, le ha hecho crecer, como así recordó el domingo el presidente, en su distancia frente a la izquierda, cada vez más «débil».

Así, y más allá del folclore de las acusaciones veladas de Vox durante todos estos días, asegurando que el PP es «lo mismo» que el PSOE en Europa, con su mantra de que ambos partidos votan igual en Bruselas el 90% de las veces, no parece que el Gobierno de Azcón corra el más mínimo peligro. Aunque en la vida, y más en la vida política, lo que se dice tiene mucha importancia, pero lo que no se dice, tiene tanta o más en el devenir de los acontecimientos.

Reivindicar al PP

No es extraño, por tanto, que el presidente Azcón rehusara referirse a Vox directamente en los últimos días, gala de los Aragoneses del Año incluida, limitándose a dejar claro que el Gobierno, como un todo y no como partes, funciona como tiene que funcionar. Aunque, dicho sea de paso, en el aniversario de las municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, ya en campaña, Azcón dejara claro que las consejerías «de peso» tenían el sello popular.

Y su discurso del pasado domingo siguió en esa línea reivindicativa del buen hacer del Partido Popular en los últimos meses, ampliando su ventaja respecto a su inmediato competidor, el PSOE, escalando del 5% de mayo de 2023 al 7% de este 9-J, con el 6% de las pasadas generales de por medio. También se detuvo Azcón a valorar que nueve de las diez principales ciudades de la comunidad se tiñeron de azul, con la excepción ya conocida de Ejea de los Caballeros. La localidad de Lambán es un histórico bastión socialista en el que, pese a ello, la opción del PSOE parece desinflarse poco a poco. Una «espectacular racha electoral» que sirve a Azcón para reafirmarse en un doble sentido. El primero, en los despachos del Pignatelli. El segundo, en su escalada como barón en Génova.

Vox, en Bruselas sin Aragón

Mientras, Nolasco también saca pecho de la «coherencia» de Vox en sus gobiernos, lo que, a su juicio, le permite asentarse y consolidarse como tercera fuerza política española. Sin embargo, no hay que dejar de lado el papel que Aragón ha jugado en el ascenso de Vox, que crece en casi cuatro puntos porcentuales respecto a las europeas de 2019. Y lo hace sin un solo aragonés en los 61 puestos de su lista, y sin una sola propuesta para la comunidad en sus mitines centrales, más allá de las referencias pro trasvasistas que otrora hubiesen sido motivo de manifestación.

Alejandro Nolasco, líder de Vox en Aragón, el domingo en Teruel tras las elecciones europeas.

Alejandro Nolasco, líder de Vox en Aragón, el domingo en Teruel tras las elecciones europeas. / Vox Aragón

Tampoco le pesó a Vox que, en sus primeros meses con poder político en Aragón, la respuesta a la crisis del sector primario ha suscitado las críticas de las organizaciones territoriales, pero también de los 'espontáneos', descontentos con la gestión de Samper en Agricultura. Puede que alguno de esos votos que Vox hubiera obtenido para Europa, cuna de la PAC, hayan ido a parar al nuevo ultra de la escena, Alvise Pérez, sin programa electoral más allá de sus acusaciones contra todo y contra todos. Pero lo cierto es que Vox no solo resiste en Aragón, sino que suma más de 7.000 votos a su causa respecto a hace cinco años, pese a reducir sus apoyos respecto a las generales que sí han ido al agitador ultra.

Asumir los discursos

Y es que las propuestas de la extrema derecha van más allá de las comunidades autónomas, esas que siguen deseando abolir. Se resumían en tres: derogación del Pacto Verde Europeo, punto en el que chocan con sus socios de gobierno en Aragón; derogación de la Agenda 2030, otro punto de fricción que el PP ha asimilado, al menos de forma simbólica, en el último año; y luchar contra la «inmigración ilegal», con un Pacto de Asilo recién aprobado que incluye el Informe Buxadé, coordinado por el cabeza de lista de Vox, que contempla almacenar huellas dactilares de inmigrantes irregulares a partir de los seis años para facilitar su control e hipotética deportación futura. Informe que fue apoyado por populares y socialdemócratas. También españoles.

Más allá de comparaciones odiosas entre discursos, los de Abascal comparten escaños en Europa con 'camaradas' como Meloni, en un grupo, el de los conservadores y reformistas, al que podría adherirse en próximas fechas el húngaro Viktor Orbán, autoexpulsado del PP europeo. En ese sentido, tampoco fueron casuales las sentidas palabras de Nolasco hacia Marine Le Pen y sus resultados en Francia, pese a que la ultraderechista no comparte grupo político con Vox (está integrada en Identidad y Democracia, la otra gran alianza radical del Parlamento Europeo, junto al italiano Salvini). Y es que el turolense, que ha ascendido de forma vertiginosa en el último año en los órganos de la formación, representó a la perfección el sueño de Abascal de crear una gran familia europea en la que participen por igual desde Le Pen hasta la seducida Meloni, a quien el PP europeo no pierde de vista.

Es por ello que en esta fotografía, con Vox haciendo gala de su esencia más radical, que se ve reflejada en Europa y en sus socios, el PP ha apostado, al menos en Aragón, por su esencia más moderada, con Borja Giménez Larraz como el encargado de devolver a Bruselas a los populares aragoneses tras cinco años de ausencia. Aquí aparece de nuevo el supuesto distanciamiento, que se mantiene pese a la resaca, y que se ha visto recogido en las palabras del propio Giménez Larraz, que quiere alejarse –veremos si puede o si le dejan– de las posiciones más radicales. Conviene señalar aquí las palabras de la alcaldesa de Zaragoza, una Natalia Chueca que también necesita a Vox y que, al ser preguntada por el auge de la ultraderecha, respondió dando largas, acusando a Sánchez y su «antipolítica» del ascenso de Bildu y, «también», de las posiciones «más extremas». Sin nombrar directamente a estas últimas, eso sí.

Ahora, Europa afronta cinco años con un horizonte desconocido. Una película en la que Aragón no parece que vaya a tener excesivo protagonismo pero que, en función de sus direcciones, puede llegar a afectar la salud, hasta ahora robusta, del Gobierno autonómico, que encamina su primer aniversario con cesiones ya hechas sin mayor pudor y otras que podrían llegar en función de las circunstancias. Así funciona la política. En Aragón, en Bruselas y en Madrid.