SEGURIDAD CIUDADANA

Las bandas organizadas atenazan el medio rural aragonés con los robos y los atracos

La Guardia Civil analiza cómo los ladrones son "gente muy profesional" con un amplio conocimiento de los pueblos para robar en viviendas, establecimientos hosteleros y áreas de servicio

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Hace una semana, la Guardia Civil detuvo a un joven de 28 años por varios robos en bares de Caspe, Maella, Mequinenza y Jarque del Moncayo.

Hace una semana, la Guardia Civil detuvo a un joven de 28 años por varios robos en bares de Caspe, Maella, Mequinenza y Jarque del Moncayo. / GUARDIA CIVIL

Hace años que los robos en los pueblos dejaron de acapararlos aquellos vecinos envidiosos y gamberros que aprovechaban cualquier oportunidad para hacerse con la recaudación de los establecimientos hosteleros o las joyas de las viviendas de sus propios paisanos. Y es que, a día de hoy, quienes están detrás de los citados episodios son, en su mayoría, profesionales del delito que forman parte de bandas organizadas con una estructura jerarquizada y una división de funciones, lo que les ha llevado a perfeccionar el modus operandi con el que cometen sus golpes, entre los que también se incluyen los atracos a las áreas de servicio o los robos de cobre en las vías ferroviarias. Así lo explica el capitán de la Guardia Civil y jefe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ), Emilio Lafaja, quien habla de los patrones delictivos en el ámbito rural a los que hace frente el organigrama de investigación criminal del Instituto Armado con el área de delitos contra las personas, el área de delitos contra el patrimonio y la lucha antidroga.

Es la tesis que ha defendido el capitán durante su intervención en la Jornada Técnica sobre Patrones Delictivos organizada por la comisión de Seguridad Privada de Aragón en el Patio de la Infanta de la Fundación Ibercaja de Zaragoza. Lafaja ha hablado de los amigos de lo ajeno como «gente muy profesional con un conocimiento profundo» de los pueblos en los que fijan sus miras, tal y como sucede con los ladrones especializados en los robos en bares y restaurantes de los municipios aragoneses.

Hace una semana, precisamente, la Guardia Civil detuvo a un joven de 28 años que asaltó 24 establecimientos hosteleros en las provincias de Burgos, Segovia y Soria y, en la comunidad aragonesa, en las localidades zaragozanas de Caspe, Maella, Mequinenza y Jarque del Moncayo. Según el Instituto Armado, detrás de este tipo de golpes se encuentran bandas organizadas con, «al menos», tres integrantes que emplean poco tiempo en la comisión del robo de máquinas tragaperras, registradoras y expendedoras, las cuales abandonan en caminos rurales cercanos al lugar de los hechos. Uno de los recursos más habituales para eludir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es el duplicado de las matrículas de los vehículos que previamente han sustraído.

Las áreas de servicio también quedan encuadradas en la lista de objetivos de las bandas organizadas, tal y como sucedió el pasado 29 de diciembre cuando cuatro encapuchados atracaron de madrugada el área Ruta-23 de Muel para llevarse la caja registradora mientras amenazaban con bates y hachas a uno de los camareros. Durante la citada ponencia, incluso se ha añadido otro atraco nocturno precedido del robo de una retroexcavadora de una cooperativa para hacer un butrón en una gasolinera y arrancar el cajero empotrado a la pared. «El robo de vehículos como los pick-up da mucho juego en el ámbito rural», prosigue Lafaja en alusión a la sustracción de uno de estos vehículos en Albalate del Arzobispo para asaltar la fábrica de cervezas Ámbar de Zaragoza y cargar las cajas fuerte.

Los robos en las viviendas

También está la delincuencia organizada y profesional, «mayoritariamente», detrás de los robos en viviendas para proveerse los ladrones de dinero, joyas, herramientas e incluso vehículos. En un 70% de las ocasiones acceden a los domicilios a través de las ventanas e incluso lo han llegado hacer «con los moradores dentro» sin que estos últimos fueran conscientes de los golpes. Es un modus operandi, el de los robos en viviendas, en el que «prima la destreza» de los delincuentes para escalar los muros de las casas y forzar las ventanas o las puertas, de ahí que el jefe de la Policía Judicial reiterara ayer la importancia de «la inversión en seguridad». «Se trata de ponérselo lo más difícil posible a los malos», resume Lafaja, quien enumera una serie de medidas de seguridad pasiva –muro perimetral, cierre de seguridad en las puertas y en las ventanas y la caja fuerte empotrada en la pared– y de seguridad activa como, por ejemplo, la instalación de alarmas, sensores y focos sorpresivos.

El tráfico y la exportación del cobre robado en las vías del AVE, en las subestaciones eléctricas, en los polígonos industriales, en el alumbrado público o en las plantas solares también corre a cargo de las organizaciones criminales, sabedoras del valor económico del material al alcanzar, los 1.000 kilos, un precio de 9.000 euros. A nivel regional, la provincia zaragozana cuenta con el hándicap de disponer de «muchos kilómetros de la línea del AVE», pero no solo la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) padece estos golpes, sino también los tendidos de telefonía, tal y como sucedió el año pasado en las localidades oscenses de Agüero, Ayerbe, Concilio y Lupiñén con el robo de 32.000 kilos de cobre valorados en 119.000 euros. Por norma general, estos delincuentes rompen las vallas perimetrales, fuerzan los accesos a los cables, cortan las mangueras y lo almacenan y lo limpian antes de darle salida en el mercado negro.

Más allá de los daños económicos aparejados a estos ilícitos, lamentó el capitán de la Benemérita, también existe el riesgo de accidentes ferroviarios por descarrilamiento, apagones, incendios, explosiones e incluso la muerte de quienes roban el cobre al fallecer electrocutados. En 2023 fallecieron dos personas y una resultó gravemente herida con quemaduras repartidas por todo el cuerpo.