Salud y medioambiente

En busca de una ciudad amable en Zaragoza

El catedrático José Fariña analizó ayer en Zaragoza los puntos principales para crear una urbe sostenible y saludable, en la que los grandes protagonistas «deberían ser los ciudadanos». El profesor expuso sus reflexiones durante la jornada ‘Ciudad y salud’ organizada por Ebrópolis, donde participaron medio centenar de expertos

El catedrático, José Fariña, al fondo, durante su intervención ayer en la jornada ‘Ciudad y Salud’ en Zaragoza.

El catedrático, José Fariña, al fondo, durante su intervención ayer en la jornada ‘Ciudad y Salud’ en Zaragoza. / Ebrópolis

Judit Macarro

Judit Macarro

 «Una ciudad saludable tiene que ser sostenible» y, para conseguirlo, el primer paso hacia el cambio es conseguir una movilidad activa de los ciudadanos, «dejando atrás los transportes que contaminan». Así lo reflexionó ayer José Fariña, catedrático de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid y profesor emérito, durante la jornada Ciudad y salud organizada por Ebrópolis, donde participaron medio centenar de expertos de distintos ámbitos.

Fariña declaró que son tres los hechos «críticos» que se deben poner en marcha en todas las grandes urbes. El primero de ellos es crear «una ciudad para peatones» en la que «se reduzca la contaminación, el ruido y el sedentarismo de las personas», enumeró el catedrático. Para ello, señaló como puntos imprescindibles «dejar atrás los automóviles y echar la mirada hacia otras formas más saludables de movilidad como caminar o ir en bicicleta».

Andar, explicó, es sinónimo de salud y es, a partir de ahí, «de donde podemos comenzar a dar cambios». Aseguró que, para poder avanzar hacia la sostenibilidad en las ciudades, es «necesario mandar un mensaje saludable a la población». 

Ambos objetivos, según Fariña, parten de «estrategias parecidas» y, como «las personas se muestran más receptivas si se dan cuenta de que lo que se pone en juego es su bienestar», es a través de esta visión desde donde «se debe comenzar a dar el cambio», según el catedrático.

Definió como «imprescindible» ampliar los espacios verdes en las ciudades, el segundo de los puntos claves del cambio. La naturaleza en la urbe es, para Fariña, «una forma de acercar la salud física y mental a los ciudadanos». Un hecho que le llevó a proponer durante la jornada de ayer que «este tipo de espacios deben estar al alcance de las personas y, mínimo, debería crearse uno cada 300 metros».

El tercer punto sobre el que reflexionó el catedrático fue el peligro que ataca «a miles de ciudadanos»: la soledad. Expuso que, para que una ciudad se defina como saludable, «se deben crear más espacios de convivencia para pequeños y mayores».

Y es, en este juego de objetivos en beneficio de la salud y el medio ambiente, donde debe «comenzar el trabajo de los gobernantes en las ciudades». Algunas como Vitoria aseguró que ya están manos a la obra en la inclusión de medios de transportes sostenibles, espacios naturales y de ocio en el día a día metrópoli. Otras, como Zaragoza, «empiezan ahora, pero van en muy buen camino», apuntó el catedrático. Definió como «bueno» el trabajo en la capital aragonesa, aunque señaló que es necesario «llevar acabo un mayor planteamiento de la movilidad urbana».

Fariña se refirió a los peatones y al carril bici como los principales objetivos en los que se debería empezar a trabajar. Como gran reto de Zaragoza, «al igual que el resto de capitales de España», el catedrático de la Politécnica de Madrid señaló la «necesaria inclusión de zonas verdes, que tanto escasean en las ciudades modernas».