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Esther Gutiérrez, alumna de la Universidad de la Experiencia: “En su día estudiaba para ser algo y ahora para saber”

Este curso se prevé alcanzar un número récord de alumnos, en torno a 2.700 en todo Aragón, y de sedes, 19 físicas y una 'online'

Esther Gutiérrez, Ángel Luis Monge y Miguel Hernández, esta mañana, en el Paraninfo.

Esther Gutiérrez, Ángel Luis Monge y Miguel Hernández, esta mañana, en el Paraninfo. / ANDREEA VORNICU

Eva García

Eva García

“La gente no falta a clase”. Esta es una de las características de la Universidad de la Experiencia, que esta tarde comienza el curso en Zaragoza, aunque no en el resto de sedes. Y no faltan porque a cada alumno le gusta lo que estudia y disfruta de ello. “Unas acuden con peluca, otros con prótesis pero vienen a clase y eso no tiene precio”, asegura Esther Gutiérrez, quien a sus 66 años cursa 4º y es además delegada de curso. Para esta mujer que en su tiempo estudió Ciencias Sociales, aunque luego se dedicó al mundo de la inmobiliaria, la Universidad de la experiencia lleva implícito la palabra “experiencia “, pero, sobre todo, lo que más destaca es que “en su día estudiabas para ser algo y ahora para saber”.

Eso significa que “aprendes lo que quieres” y puedes hacer hincapié en lo que más te gusta y, además, hay un aliciente y es que “no hay exámenes”. Además, explica que en muchas ocasiones, entre los estudiantes “nos miramos y ya sabemos si es un rollo o qué bueno” es el profesor; porque los hay que invitan a aprender y te “abrazan” para que te impliques y otros no tanto.

Esther fue una de las afortunadas que se apuntó y “entro a la primera” (muy pocos lo logran). Se apuntó por culpa de la “soledad”. Llegó un momento de su vida en el que pensó “tengo que hacer algo”, explica, tras años de vida profesional, dedicada a la familia… Esta tarde volverá a clase y, aunque no lo parezca, “me tiemblan las piernas” por ese primer día, por volver a encontrarse a los compañeros”, etc, pero vuelve con la misma ilusión o más que cuando empezó hace cuatro años. En cuanto a su asignatura preferida, ella que es de letras puras, es “biología”, lo que significa que “cada persona es capaz de adaptarse a casi todo”.

 A Miguel Hernández, que hace 6º, le gustan varias. “Depende de la capacidad del profesor”, explica, pero también de aquellas asignaturas que le puedan sorprender a este licenciado en Derecho, funcionario, que también estudió criminología. Hernández destaca de la Universidad de l experiencia la posibilidad de ampliar cultura y también la sociabilidad, ya que los alumnos son “muy participativos”; no solo entre ellos si no también con los profesores. “Algunos dicen que se divierten más con nosotros que con los jóvenes”, quizá porque “no esperamos una carrera para desempeñarla”. En clase y en los pasillos hay charlas, discusiones, “amores, odios”, pero sobre todo hay comunicación, señala; y ganas de aprender no solo en clase, sino en las excursiones y en las conversaciones en torno a un café o una cerveza. Asegura Hernández, que existe un problema importante “la soledad, que es un problema endémico” y las personas “queremos salir, conversar…” de las asignaturas pero también de la vida. Y es en la universidad donde también se aprende de la vida, ya que son unos estudios “multidisciplinares”. Él, en su caso, nunca había estudiado arte ya ahora se ha vuelto un aficionado. Y es que la Universidad de la Experiencia, asegura, “rejuvenece”.

Primer día de clase

Esther y Miguel son dos de los 2.700 alumnos que empiezan ya sus clases –y 300 profesores-- (hoy en Zaragoza) pero en las otras 18 sedes presenciales y una online, lo harán en breve, cifras “muy buenas” que han ido creciendo en sus 22 años de existencia, según ha reconocido Ángel Luis Monge, director de la Universidad de la Experiencia, quien ha destacado que esta iniciativa “tiene un gran éxito y gran repercusión" como demuestra el premio Aragonés del Año en la categoría de Valores Humanos que entrega EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. Para Monge, la universidad tiene una triple finalidad, “la transmisión de la cultura” con asignaturas como derecho, historia, artes; la de vertebrar el territorio, ya que está presente en 20 municipios y la socialización, como también reconocieron los alumnos. Monge está muy satisfecho con la labor de profesores y alumnos y si tuviera que poner un pero… “llevo mal las listas de espera”, ya que por ejemplo, en Zaragoza hay 210 plazas y este curso hubo 600 preinscripciones. Es “por sorteo puro y duro”, en el caso de la capital aragonesa, ya que en el resto “no hay problema” y nadie se queda fuera. Tampoco se plantean ampliar, ya que el año pasado se unieron aulas en Borja, Tarazona y La Puebla pero “no se puede más porque hay que dar un buen servicio”, señala.

En cuanto al perfil del alumno, en Zaragoza hay paridad, 50% hombres y 50% mujeres, con un “nivel alto”; mientras que en el resto, el 70% son mujeres, en ocasiones personas de 70 años que en un momento dado se tuvieron que “poner a servir o a trabajar” y que ya en la madurez han optado por vivir “una experiencia” en la Universidad.