Ajuste de cuentas en el Pignatelli

En un presupuesto expansivo y aún ‘dopado’ con fondos europeos, el Gobierno no ha olvidado contentar a Vox y atacar a sus señalados

David López

David López

El Gobierno de Aragón ya ha mostrado sus cartas con el primer presupuesto de la coalición PP-Vox que podría definirse como el comienzo del ajuste de cuentas de la ultraderecha con algunos de sus señalados de siempre. En este caso, la cooperación al desarrollo, esa solidaridad con el tercer mundo que a la ultraderecha le suena a chino o directamente dice que esa competencia es de otros para empezar a aplicar tijera. Un hachazo de manual a decenas de proyectos promovidos por medio centenar de oenegés que ya se veían venir algo así pero no tan pronto ni de esa magnitud. Recortarles el 80% de sus fondos para el año que viene es condenar a muchas de estas iniciativas que venden poco de cara a su electorado. Les importa mucho más sacar pecho de que han logrado torcerle el brazo al PP en una cuestión más ideológica que numérica por la que, curiosamente, también empezaron en 2019 cuando Jorge Azcón necesitaba de sus votos en el Ayuntamiento de Zaragoza. Curiosa la fijación con los más débiles las que tiene la extrema derecha en Aragón.

A los de Alejandro Nolasco en la comunidad no les tiembla el pulso a la hora de mostrar sus señalados al PP, que ejecuta sin contemplaciones en unas cuentas públicas que, además de «moderadas» y «realistas», el presidente calificó de «justas». Justicia, una máxima que no se cumple con la cooperación al desarrollo en estas cuentas, en las que el único mérito que parecen haber hecho para semejante tijeretazo ha sido estar en la lista de señalados de quienes ahora gobiernan en coalición la comunidad con los populares.

Sus monedas de cambio alertan a cualquiera pero convertir su ideología en una seña de identidad de un presupuesto tan agradecido para todas las consejerías es, cuanto menos, decepcionante. Pero bueno, también lo es ver al vicepresidente primero de Aragón salir en la foto junto a su líder nacional, Santiago Abascal, llamando a la desobediencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (o sea, a cometer un delito), y tampoco ha pasado nada. O ver a la presidenta de las Cortes, Marta Fernández, poner en su diana a personal de reconocido prestigio en La Aljafería y no dar ni una sola explicación a nadie de sus decisiones.

El problema de quitarse la careta tan pronto es que buscar esta especie de ajuste de cuentas con la cooperación hace presagiar muchas nuevas víctimas en este tránsito por la moqueta institucional. Su listado es amplio y le quedan casi cuatro años y tres presupuestos más para pasar factura a todos si nadie les frena antes. Y no han llegado a la DGA para promover infraestructuras necesarias o para aplicar programas novedosos, o al menos no lo parece. Más bien dan la sensación de haber aterrizado en el Pignatelli para ajustar cuentas pendientes y dilapidar todos los logros de gestión que pueda alcanzar el PP a cambio de titulares jugosos de esos que les gusta tanto a los seguidores de extrema derecha. La violencia machista, los sindicatos, los colectivos sociales que reciben subvenciones públicas, la ayuda a los más vulnerables, las entidades que defienden la diversidad sexual... Les tienen ganas, se palpa incluso antes de llegar a los primeros cien días de Gobierno de coalición.

Tampoco costaba mucho no enmarañar con su ideología un presupuesto que, por lo demás, parece difícil de rechazar. Más dinero para educación, sanidad y acción social... más de la mitad de las cuentas va para el bienestar más esencial. Dinero para inversiones, incluso pagando a pulmón lo que los fondos europeos no llegan a cubrir en el primer ejercicio en que se empieza a notar que van a decaer en las cuentas... La izquierda se va a tener que esmerar para sacarle pelos a esta calavera, pero los tiene. Aunque muchos de esos proyectos vienen de la legislatura anterior, así que es difícil ahora ponerle pegas a unas inversiones a las que sencillamente se les ha dejado avanzar a velocidad de crucero. Son las primeras cuentas de un consejero como Roberto Bermúdez de Castro que, con su trayectoria, ya atisba el horizonte y sabe que lo peor está por venir. Con Vox a bordo y el dopaje de los fondos europeos a punto de caer, las cuentas serán más complejas y deberá seguir alimentando a la bestia.

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