Aqueras montañas

Alberto Ayora, presidente de la Federación Española de Montaña.

Alberto Ayora, presidente de la Federación Española de Montaña. / ANGEL DE CASTRO

Alberto Ayora

El pasado 15 de junio se publicó en un artículo en El Periódico de Aragón sobre las elecciones a la FAM. Creo que es importante tomar perspectiva. Hoy de hecho se habla de glocalización. Hay que tratar de interrelacionar lo global con lo local.

En 2008 publiqué el libro de “Gestión del riesgo en montaña y en actividades al aire libre”. Humildemente creo que abrí una nueva perspectiva, y que he contribuido a crear una nueva cultura de seguridad. En 2010 organicé para el Gobierno de Aragón el I Congreso Nacional de Seguridad en Montaña. Fue un éxito a nivel nacional y con repercusión internacional. Un hito. Eran años de trabajar apasionadamente por la seguridad, sin que algunos “intereses” condicionaran el trabajo altruista de muchas personas.

En septiembre de 2012 se celebró el XIII congreso de la Sociedad Española de Medicina y Auxilio en Montaña, en Chía (Benasque). Participé en una mesa debate sobre “La prevención, una asignatura pendiente” con una ponencia que me solicitaron. No la elegí yo. Me la pidieron los organizadores: “Carencias en Aragón y en el Estado Español.” Manifesté que en Aragón éramos ejemplares en el modelo paliativo de rescate y que era el momento de construir el modelo preventivo aragonés. Que la campaña Montaña Segura estaba muy bien y había sido un referente, pero que era el momento de abordar cambios, porque si no nos estaba impidiendo avanzar, y que debía tomar como ejemplo otras estrategias y modelos como los que ya existían en Francia con La Chamoniarde o en Italia con Montagna Sicura.

Fue el punto de inflexión y donde comenzaron mis “problemas” con unas pocas personas. Hubo quienes no aceptaron que manifestara, con un ánimo constructivo, que en seguridad en montaña se podían, y tenían que hacer, las cosas de otra forma. Intentaron “llamarme al orden” en una reunión en PRAMES. Dejé claro que mi independencia, y que la seguridad de las personas que hacen montañismo en nuestras montañas, están por encima de otros intereses. A partir de ese momento, y aunque en 2016 desarrollé la Utilidad MAPA para Montaña Segura, nada fue igual.

Me he criado y he crecido como montañero en Aragón. Mis primeros clubes fueron Montañeros de Aragón y el Grupo Scout San Jorge. He sido fundador del club Tebarray. Socio y miembro de Honor del club jaqués Mayencos. Socio de Montañeras Adebán, de la Asociación de Soldados Veteranos de Montaña y del Club Militar de Esquí y Montaña. Cuando me presenté en diciembre de 2020 a presidente de la FEDME lo hacía con la mayor de las ilusiones. Un montañero aragonés, que por primera vez iba a dirigir nuestra federación española. Esperaba todo el apoyo de nuestra federación aragonesa. De mi federación. Todo lo contrario. Ni en el peor de los escenarios futuros podía prever lo que nos encontramos.

Unos meses antes, en octubre de 2020, un candidato catalán que ahora vuelve a ser candidato a la FEDME, presentaba en Huesca, en la sede de Peña Guara, su candidatura a la presidencia de la FEDME. En la misma el representante del Club Os Andarines de Aragón y ex gerente de la empresa PRAMES, Modesto Pascau, realizó la presentación del candidato, destacando el agradecimiento al mismo por elegir Huesca y Aragón para realizar su primer acto oficial de la campaña. Como puede leerse en la prensa de esos días, fue un acto donde entre otras cosas se planteó que “áreas tan importantes como la gestión de los refugios, el área de senderos o la de seguridad en montaña pasarían a formar parte de una nueva sede aragonesa.” Tal vez en esta última frase se encuentre la explicación de lo que está pasando. Necesitamos mejorar la gestión de los refugios, los senderos y la seguridad, pero sinceramente creo que hay que hacerlo de otras formas, si queremos posicionarnos internacionalmente y ser referentes. Y eso no gusta a algunas personas.

Hay cosas que se pueden y deben mejorar. Como servidor público solo me mueve trabajar y servir, por y para el montañismo español y aragonés; con rectitud, justicia, transparencia y en el estricto cumplimiento de las leyes. Desde el primer momento, incluso antes de ser elegido, hemos buscado acercar posturas y dialogar. Ha sido inútil. Un continuo menosprecio y sinrazón. Ni siquiera se ha sabido ser políticamente correcto invitando protocolariamente al presidente de la federación nacional a la Cena de la Montaña. Ni una sola vez en estos años de legislatura. Por el contario sí que se ha invitado al anterior presidente de la FEDME y a personas que están haciendo mucho daño a la federación nacional, como la vicepresidenta que tuvimos que destituir por falta de confianza. Persona que sistemáticamente todos los miércoles, semana tras semana desde hace años, manda un correo a la FEDME denunciando supuestas irregularidades, tergiversando y falseando la realidad.  ¿Por qué se invita a esta persona y no al presidente de la federación nacional democráticamente elegido por la mayoría?  

La demagogia está en campaña y no puedo admitir como presidente de la FEDME, por el bien de todo el colectivo montañero, aragonés y español, que se diga, por ejemplo, que vamos a “eliminar las licencias autonómicas, dejando únicamente la licencia FEDME, y que esta medida suponga que la licencia le saldrá más cara al federado.” Vaya disparate. Todo lo contrario.

Siempre he manifestado personalmente, tanto verbalmente como escrito, que debe existir una licencia autonómica con un seguro autonómico, a buen precio y que favorezca la práctica deportiva en la Comunidad Autónoma correspondiente. Pero lo que hace daño a la federación nacional, como ahora está haciendo a conciencia el equipo actual de la FAM, es que esa licencia autonómica se venda con cobertura de seguro nacional e internacional. Es lo que está haciendo desaparecer a la federación nacional. Lo que queremos y estamos intentando conseguir es la unión.  Necesitamos federaciones autonómicas y una federación española, unidas. Solo así seremos mejores y más fuertes.

En estas elecciones, como en todas las que se están celebrando en las autonómicas, nos jugamos mucho el montañismo. Son elecciones que normalmente tienen una participación baja en relación con el censo. Muchas veces porque siempre se presenta el mismo y único candidato. También porque hemos perdido el sentido de pertenencia a nuestra federación y solemos acercamos a la federación solo buscando una cobertura de seguro. La realidad es que en muchas elecciones autonómicas menos del 5% de los federados participa en las mismas, y que gran parte de los que votan son mayores de 50 años. Es “normal” en muchas federaciones autonómicas realizar elecciones entre semana. Organizar una salida del club “interesado” y al acabar llevar a los que han participado a votar lo que “interesa”. Con tácticas así se dejó fuera de la anterior Asamblea General de la FAM a un club de la solera de Montañeros de Aragón. Por el contrario, en las elecciones a la Asamblea General de la FEDME, la movilización popular consiguió que por Aragón entraran como representantes en FEDME deportistas como Paola Cabistany y Manu Córdova. Hay que implicarse y no dejarse utilizar. Necesitamos gente libre y comprometida. Es muy fácil criticar y exigir.

Estamos construyendo una nueva FEDME, más plural, más inclusiva, más comprometida con el medio ambiente, más transparente, más participativa y olímpica. No es hora de destruir nada, es hora de renovar, modernizar y construir una nueva FAM. Impulsar todo lo que se ha hecho bien y trabajar juntos por la FAM que necesitamos. Y la que necesita la FEDME. Porque nos necesitamos mutuamente. No volvamos a desaprovechar esta oportunidad. ¿Quién tiene miedo a modernizarse, a dialogar, a compartir? ¿Quién y por qué pone obstáculos a que FEDME y FAM vayan de la mano unidas? Creo que hay personas e ideas que deben dar un paso atrás.

Es la fábula del águila. El águila es el ave de mayor longevidad de su especie y puede llegar a vivir hasta 70 años. Pero para conseguirlo, a los 40 años debe tomar una difícil decisión. A esta edad, sus uñas están apretadas y flexibles, lo que le impide tomar a sus presas para alimentarse. Su pico, largo y puntiagudo, se curva apuntando contra su pecho. Sus alas están envejecidas y sus plumas gruesas, por lo que volar se hace ya muy difícil.

Entonces, el águila solo tiene dos alternativas: dejarse morir o enfrentar su doloroso proceso de renovación, que durará 150 días.

Este proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y quedarse allí en un nido cercano a un paredón, donde no tenga necesidad de volar. Después, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo, esperando entonces hasta el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá cada una de sus uñas y talones. Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, empezará a desplumar sus viejas plumas.

Y tras 5 meses de ardua renovación, se lanza al primer vuelo de sus próximos 30 años más de vida.

Hay que renovarse. Hay que construir lo nuevo. Hay que conseguir un nuevo Plan de refugios, hay que reformar la Escuela Aragonesa de Montañismo, hay que potenciar el Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de Alta Montaña en Benasque, hay que pelear que el Observatorio de la Montaña de Aragón sea lo que se necesita y no un órgano “decorativo”. Hay que… hacer las cosas de otro modo.

Se supone que Sócrates en algún momento de su existencia dijo: “El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo”. Gane quien gane, mi mano, nuestras manos, siempre estarán tendidas. Como siempre lo han estado para quienes actúan con rectitud, justicia y transparencia. Para los grandes de corazón y que trabajan desinteresadamente por el bien común. Hay que mirar al futuro y tomar perspectiva, porque si no aqueras montañas tan alteras son, no me dixan bier os mios aimors.