Pedro Santisteve, exalcalde de Zaragoza: «La política, por su deriva, se ha convertido en algo tóxico»

El regidor de la capital aragonesa entre 2015 y 2019 bajo las siglas de ZeC recibirá este jueves la Medalla de Oro de la ciudad, un reconocimiento que el consistorio ha entregado en las últimas décadas a sus exprimeros ediles

El exalcalde de Zaragoza Pedro Santisteve, delante de la entrada del Mercado Central de la ciudad.

El exalcalde de Zaragoza Pedro Santisteve, delante de la entrada del Mercado Central de la ciudad. / Laura Trives

La fotografía que ilustra esta entrevista es delante del Mercado Central, ¿lo considera su mayor legado?

Es un legado que concitó mucha inversión pública y era una forma de demostrar que desde el propio ayuntamiento se pueden hacer obras de mejora, de rehabilitación, de vivienda, y que no necesariamente hay que externalizarlo todo. El arquitecto municipal creo que hizo un buen trabajo y lo más importante de todo era que estaban todos los puestos caducados y había que darle forma sin que esto se convirtiera en un lugar turístico, al estilo del Mercado de la Boquería. O sea, que se mantuvieran los precios más o menos asequibles para la gente del barrio. Se redujeron muchos puestos, pero igual no había otra manera de que el espacio fuera tan digno y tan bien recuperado. Estoy contento con la rehabilitación.

Recibe este jueves la Medalla de Oro de la ciudad, ¿cómo sienta el reconocimiento?

Siempre he pensado que la historia la hacen los pueblos. He sido un instrumento de un proceso de participación ciudadana maravilloso, que concitó mucho entusiasmo y muchas ganas de cambio. El reconocimiento no lo siento en términos personales, sino que es para compartir con toda la gente que, de una forma anónima, también se dejó la piel, sin cobrar y de una manera bastante generosa con la ciudad.

¿Tenía ganas de distanciarse de la política?

La política, por la deriva que ha llevado en estos tiempos, se ha convertido en algo tóxico. Cuando entré, ya percibimos que la institución era una trituradora de carne y creo que tenía que ver con la mala costumbre que ha habido en este país de que siempre nos ha gobernado el bipartidismo. Al final, con tanto tiempo en el gobierno, se creían que la institución era de ellos, con lo cual, no consentían que una gente que salía de no se sabe dónde se hiciera con el Gobierno de la ciudad. Eso sentó muy mal y nos las hicieron pasar bastante canutas.

¿Y hay algo que eche en falta?

No, yo me adapto muy bien a todas situaciones y he vuelto a recuperar muy bien mis relaciones del pasado. He vuelto a conectar con mi barrio y mis vecinos, con mi familia… la verdad es que no, y teníamos claro que nuestro paso por la institución era algo temporal, habíamos firmado dos mandatos y es lo que corresponde a una palabra dada.

Desde esa distancia, ¿cómo ve ahora el ayuntamiento?

Creo que ha cambiado como la noche y el día. No voy a entrar en valoraciones de políticas concretas, porque no creo que a mí me corresponda, pero sí que está claro con qué intención llegamos al gobierno. Cogimos una institución que estaba en la uvi, la crisis de 2008 seguía, con una deuda ingente del ayuntamiento que venía también de la Expo. Saneamos cuentas y una vez hecha esta labor nos pusimos a trabajar en pro de lo común; es decir, políticas de cuidados, de lucha contra la pobreza infantil… e intentamos abrir la institución para que la gente participara.

Y la Zaragoza actual, ¿se parece en algo a la de ZeC?

Es la cara y el revés. Al final, ha caído en manos de quienes siempre la han gobernado, de las grandes familias, de los grandes capitales que la utilizan para hacer negocio y la gente ocupa un último lugar. Todas las políticas de lucha contra el cambio climático y todas las políticas de atención hacia lo público están abandonadas. Como el mercado es el que manda, la gente sobra. Nosotros representábamos una cosa y luego vino la contraria, la privatización de lo público, el oscurantismo, etcétera.

¿A qué atribuye la menor representación de los grupos a la izquierda del PSOE en Zaragoza?

Hablaría del año 2019. Podemos cometió un error garrafal pensando que rompiendo la confluencia de ZeC le iba a ir mejor y, al final, se demostró que era un fracaso. Pero el problema fue también el PSOE con el que nos tocó lidiar. Creo que era el sector más de derechas del partido, que pensó que el enemigo no era el PP, sino que éramos nosotros. Tal es el caso que el PSOE en 2019 se pegó un tiro en el pie. Todo ese ruido al final degeneró en que ellos sacaron diez concejales y nosotros cinco. Si hubiéramos ido unidos y ellos se hubieran mostrado más favorables a la unidad de la izquierda, ahora sería alcaldesa Pilar Alegría.

Vox ha doblado su presencia en Zaragoza y en Europa la ultraderecha está en auge, ¿a qué responde esta situación?

Está sucediendo porque las políticas de izquierda, de mejora de las condiciones de vida de la gente, no se ven por ningún lado. La socialdemocracia ha jugado mucho en Europa a las políticas de austeridad. Con los fondos Next Generation ha cambiado un poco el panorama, pero ya nos están amenazando otra vez con que vienen los recortes y los ajustes. Así está claro que no se puede funcionar. Hay que tomar medidas valientes y atrevidas. En el tema del cambio climático hay que ser muy radical, porque nos va la vida en ello.

¿Ve peligros en movimientos como Se Acabó la Fiesta?

Son tiempos en los que también hay mucho payaso suelto porque hay mucho circo mediático. En las elecciones europeas se supone, porque hemos recibido muy mala educación, que no nos jugamos nada y a la gente le da igual tirar su voto. Nadie nos ha contado que en Europa se decide más del 50% de nuestra vida en materia de cambios y de financiación de políticas públicas.

La crisis que vive Sumar, ¿se encuadra también en esa falta de políticas de izquierda que dice?

Tiene mucho que ver con que hay que estar permanentemente empujando al PSOE. Juegan a perfil de izquierdas, pero una vez que gobiernan, se les olvida rápidamente. Esto quiere decir que con un PSOE tan pacato, tan cobarde, es muy complicado hacer política de izquierda. El problema del resto de la izquierda es que tiene que demostrar que verdaderamente defiende posiciones de izquierda y está dispuesta a ganarse a la gente.

Está contento con el trabajo de Elena Tomás y Suso Hernández en ZeC?

Lo bueno de Elena Tomás, aparte de ser la que está marcando la política de izquierda, con una clarísima crítica al PP enrocado con Vox, es que es una persona normal. Creo que Elena transmite muy bien por eso, porque es una madre con una familia monomarental, como tantos miles que hay en este país, que representa a una media de gente que lo está pasando mal por su juventud y sus responsabilidades maternofiliales y que, a pesar de eso, está dando la cara. Creo que es un ejemplo de que no hacen falta expertos para estar al frente de una concejalía, por ejemplo. Y Suso es una persona que tiene una experiencia en acción social tremenda y que tiene el ayuntamiento en la cabeza de una forma muy clara sobre cómo abrirlo a políticas sociales y de cuidado de la gente. Creo que hacen buen equipo

¿Hay algo de lo que se arrepiente en su trayectoria en el ayuntamiento?

Vuelvo a insistir en que las condiciones fueron complicadísimas. Un gobierno en minoría con ese PSOE y ese PP era complicadísimo. Nos hubiera gustado que CHA estuviera en el gobierno codo con codo con nosotros. Podría haber hecho de bisagra con el PSOE, igual que lo hizo en el Gobierno de Aragón. Podría haber facilitado las relaciones y el entendimiento. Me imagino que en eso todos tenemos la culpa y está en el debe que se nos puede atribuir. 

¿Y cómo le gustaría que le recordaran como alcalde?

Me gustaría que recordaran el proceso en el que nadie pensaba que una plataforma ciudadana como ZeC, que elaboró un programa colaborativo entre más de mil personas, abierto a todo el mundo, en el que todo el mundo era importante, consiguió llegar al gobierno de la ciudad. Eso quiere decir que sembró una semilla que en cualquier momento puede volver a germinar porque hoy en día hay mucha gente que me encuentro en la calle, que me manifiesta su afecta y que recuerda los tiempos vividos cuando estábamos en el gobierno. Que la gente se acuerde me da esperanza y me produce una satisfacción.

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