La desestacionalización de las comarcas

El ejemplo a seguir en el Pirineo aragonés: todos quieren ser Villanúa

La pequeña localidad de La Jacetania se ha convertido, por derecho propio, en el espejo en el que mirarse para fomentar un turismo alternativo a la nieve en el Pirineo aragonés

«Hemos conseguido la etiqueta de pueblo activo, que también sirve para que la gente se anime a quedarse a vivir», subraya su alcalde, Luis Terrén

Vista general de la localidad pirenaica de Villanúa.

Vista general de la localidad pirenaica de Villanúa. / EL PERIÓDICO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Todos los caminos llevan a Roma. Ese es el dicho popular, excepto que el tema a tratar sea el turismo pirenaico en Aragón. O, mejor dicho, la gestión y la proyección de dicho turismo. En ese caso, todos los caminos llevan a Villanúa. Esta pequeña localidad de la Jacetania, que ni siquiera alcanza los 600 habitantes, es el ejemplo que todos quieren seguir a la hora de lograr un turismo estable y diferenciado en las diferentes estaciones del año.

Y es que esta población lo tiene todo, geográfica y logísticamente, para ser el referente que sin duda hoy es. Por un lado, los meses más fríos no son un problema para Villanúa, que los salva con relativa facilidad debido a su cercanía a estaciones de esquí como las de Astún o Candanchú, de las que les separa apenas 20 minutos. Es por ello que muchos de los turistas de nieve escogen este lugar para hospedarse mientras dura la temporada.

Pero el cambio climático y las nuevas condiciones propician que, lo que antes se reducía a unos meses determinados del año, que es el fin de la campaña de la nieve, ahora se vea comprometido y se extienda cada vez más en el tiempo, dado que cada vez nieva menos. Pero Villanúa, más allá de las nuevas e inminentes condiciones climáticas, lleva tiempo trabajando en el desarrollo de otro tipo de turismo que solvente el resto del año.

Su alcalde, Luis Terrén, reconoce que llevan «más de 12 años» realizando una serie de esfuerzos relacionados con todo tipo de eventos deportivos, culturales y de ocio. Una circunstancia que, quizá, no es demasiado distinta al diagnóstico realizado por el resto de comarcas del Pirineo aragonés, pero que sin duda está mucho más asentada en el tiempo en esta localidad que en otras similares. No es extraño, por ello, que este mismo verano Villanúa se esté preparando para recibir más de 3.000 niños para sus campamentos.

Además de las colonias de verano, los eventos deportivos –entre ocho y diez al año que incluyen la 2KV o la segunda San Silvestre más populosa de Aragón, solo superada por la de Zaragoza– y los culturales –festivales de jazz y circo, encuentros de novela negra, etc.– hacen que el pueblo gane ese poso diferencial. «Hemos conseguido esa etiqueta de pueblo activo, que sirve para que haya más turismo, pero también para que la gente se anime a quedarse a vivir», resalta Terrén.

Empresa municipal de turismo

En ese sentido, tras una temporada de nieve en la que tienen el turismo «garantizado» y que suele concluir hacia Semana Santa, en función del clima, Villanúa ya ha conseguido asentar una «ocupación muy importante», en palabras de su propio alcalde, para los meses de abril, mayo y junio, que dan paso a ese verano plagado de campamentos. Visitantes que llegan atraídos por la cueva de las Güixas, el ecoparque de El Juncaral o el patrimonio medieval de la localidad.

Asimismo, Villanúa es uno de los pocos pueblos aragoneses que cuenta con una empresa pública de turismo. Una sociedad que, además de permitir gestionar mejor las temporadas, aporta trabajo al pueblo, creando cerca de 30 puestos todos los veranos. Por todo ello, las respuestas a la desestacionalización de las comarcas del Pirineo tienen una dirección clara y unísona: todos quieren ser Villanúa.

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