La desestacionalización de las comarcas

No todo es nieve: el Pirineo, a la caza de nuevos perfiles para completar su turismo los 365 días

La apuesta por los eventos deportivos, culturales y de ocio debe compaginarse con otro tipo de segmentos como el de los congresos

El Pirineos Sur de Lanuza, uno de los ejemplos más exitosos y mediáticos de la zona

Las tirolinas de la Hoz de Jaca, en la comarca del Alto Gállego, son uno de los atractivos turísticos no relacionados con la nieve.

Las tirolinas de la Hoz de Jaca, en la comarca del Alto Gállego, son uno de los atractivos turísticos no relacionados con la nieve. / EFE / JAVIER BLASCO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

La nieve es el principal atractivo del Pirineo. O, por lo menos, uno de los principales. En su parte aragonesa, hasta tres comarcas –Jacetania, Alto Gállego y Ribagorza– tienen un turismo estacional de invierno perfectamente consolidado, con una campaña de esquí que suele ir, fecha arriba fecha abajo, desde el puente de la Constitución hasta Semana Santa. Dependiendo, eso sí, tanto del propio calendario como de la climatología, un factor clave y variable puesto que, debido al cambio climático, cada vez nieva menos. Una coyuntura que a medio plazo cambiará por completo, como ya ha empezado a hacer, las preferencias del turismo.

Es por ello que, más allá de los más de 80 millones ya lanzados por el Plan Pirineos de la DGA, las comarcas ya llevan un tiempo preparándose, aunque el objetivo es mucho más ambicioso que el de sustituir el turismo de nieve que, de momento, asumen que va a seguir ahí. Y es que su sueño es ser un polo de atracción durante los 365 días del año y no solo mientras la nieve sea esquiable. «Hay que buscar segmentos diferentes dentro de los potenciales turistas», explica Fernando Blasco, director gerente de TuHuesca, que pone el acento en saber ubicar «qué es lo que mueve» a cada uno de ellos.

Así, Blasco remarca que la estacionalidad más asentada en el calendario son «las vacaciones escolares», que comprenden el verano, la Semana Santa y las Navidades, por lo que subraya que para desestacionalizar hay que saber mirar a otro sector con mayor «libertad laboral». «Hay que analizar todos los segmentos para ver sus necesidades. Por ejemplo, el mototurismo o el ciclismo son dos campos que propician mucho turismo entre semana», señala Blasco, que también hace hincapié en el turismo de negocios (MICE, por sus siglas en inglés). «Hay que saber llegar al MICE rural, a esas empresas que organizan pequeños eventos y que, en muchas ocasiones, lo hacen entre semana», argumenta.

Todo ello, combinado con otra de las apuestas más firmes de las comarcas pirenaicas de Aragón: los eventos deportivos, culturales y de ocio. Una serie de actividades que sirven para «dar visibilidad», pero que, a juicio de Blasco, deben ir acompañadas de la creación y consolidación de «infraestructuras» que sean aprovechables más allá del evento particular. Y, ante todo ello, el director gerente de TuHuesca matiza, ante el auge de las empresas externas, que se debe luchar por que «la actividad económica que se genere en el territorio se quede en el territorio, es decir, que no se deslocalice».

Cultura, deporte y ocio

En cualquier caso, la apuesta por la cultura y el deporte es clave para las administraciones comarcales, que ven en este tipo de eventos una gran oportunidad para completar su oferta turística. Uno de los ejemplos más mediáticos y consolidados es el Pirineos Sur, que este año celebrará su trigésimo primera edición entre el 4 y el 28 de julio, y que, sin ir más lejos, batió récords el pasado año con más de 45.000 visitantes de hasta 27 países distintos y hasta un 90% de ocupación hotelera durante el fin de semana.

Una edición pasada del Pirineos Sur, en el Auditorio Natural de Lanuza, en una imagen de archivo.

Una edición pasada del Pirineos Sur, en el Auditorio Natural de Lanuza, en una imagen de archivo. / Pirineos Sur

Un evento que se celebra desde 1992 a tan solo diez kilómetros de Formigal, en Lanuza, en el Alto Gállego –comarca que tiene otros atractivos de ocio, como las tirolinas de Hoz de Jaca o las pasarelas de Panticosa–, y que aprovecha su entorno privilegiado para atraer a artistas de renombre. Una cultura por la que también apuestan otras comarcas como la de La Jacetania, que cuenta con festivales más modestos pero igualmente interesantes como el PIR (Música y Cultura Pirenaicas).

En cualquier caso, la presidenta de la comarca, Olvido Moratinos, lo tiene claro: «Más que desestacionalizar, hay que fomentar». Y es que Moratinos recuerda que La Jacetania es una comarca «muy heterogénea» que concentra casi toda la nieve en el valle del Aragón, donde mucha gente tiene su segunda residencia, con casos muy paradigmáticos como Jaca o Villanúa. Enclaves que, eso sí, cada vez gozan de «menos estacionalidad», en buena medida por el cambio climático, lo que genera un efecto paradójico, con temporadas de «buena climatología» más extensas y con potencial para atraer otro tipo de turismo, como el deportivo.

Sostenibilidad

Por su parte, la Ribagorza es otra de las comarcas que ha asumido que el cambio climático ha llegado para quedarse, por lo que ya ha puesto en marcha, dentro del Plan Pirineos, un proyecto de turismo sostenible de más de cuatro millones de euros. «La desestacionalización sigue siendo un reto, porque tenemos temporadas con mucha afluencia y otras en las que sucede todo lo contrario», expresa Roque Vicente, presidente de la comarca, quien pone el foco en «compensar los picos» a través del «turismo activo». En ese sentido, Vicente recuerda que la nieve no lo es todo en la Ribagorza, con más de 2.000 kilómetros de senderos marcados y una amplia red de patrimonio cultural-religioso.

Ni hablar de la cuarta comarca pirenaica, el Sobrarbe, que tiene las estaciones de esquí al otro lado de la frontera con Francia, pero que solo con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido sumó cerca de 600.000 visitantes en 2023. «Nuestra desestacionalización se produce en primavera y otoño, pero la compensamos con actividades en la naturaleza, carreras de montaña e incluso fiestas populares», afirma José Manuel Bielsa, máximo representante comarcal. En su caso, el plan de sostenibilidad incluido dentro del Pirineos alcanza los 2,5 millones.

Con todo, afrontar la desestacionalización se presenta como un reto, aunque Fernando Blasco, director gerente de TuHuesca, hace una matización importante en forma de reflexión a futuro: «La propia oferta turística necesita cierta estacionalidad. Hay que saber trabajar el equilibrio para no encontrarnos con otros problemas».

Plan Pirineos: un sueño de 250 millones

El Plan Pirineos fue uno de los primeros grandes anuncios de Jorge Azcón tras su llegada al Pignatelli. Un sueño en el que se quieren invertir más de 250 millones antes de 2030, desviando partidas de otros sectores y con el objetivo de que el Gobierno central colabore, aunque por el momento no está por la labor.

Hasta ahora, ya se han lanzado más de 80 millones de euros, distribuidos en nueve proyectos con funcionalidades dispares. Los cuatro más cuantiosos son la unión de Astún y Candanchú, que supondrá una inversión de 22 millones divididos entre un plan de sostenibilidad y fondos propios, la telecabina de Benasque (19,1 millones, con la misma fórmula), la carretera de Montanuy (18 millones de fondos propios) y el tobogán de Panticosa (6,5 millones de fondos propios).

El resto responden a los planes de sostenibilidad turística de los ayuntamientos de Sallent de Gállego (5,3 millones) y Panticosa (3 millones), las comarcas de la Ribagorza (4,1 millones) y el Sobrarbe (2,5 millones) y el valle del Aragón (4 millones).

Según los datos del INE, julio y agosto son los meses con más pernoctaciones y viajeros en el Pirineo, siendo mayo y noviembre los meses en los que el decrecimiento es más pronunciado. Por ello, iniciativas como el Plan Pirineos buscan asentar ese turismo de 365 días y no de temporada, ya que el turismo supone el 10% del PIB pirenaico, con una cuota de mercado del 25% de los viajeros del territorio aragonés y hasta un 31% de las pernoctaciones.

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