La montaña en Aragón

La montaña en Aragón: Miguel Arruego, de Panticosa al fin del mundo

El panticuto Miguel Arruego debutará como internacional esta semana en el Campeonato del Mundo de esquí de montaña. El esquiador altoaragonés llega a Boí con el título de campeón de España en esprint

iguel Arruego se ha criado en la escuela Ixarso de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM) antes de pasar al Grupo de Tecnificación.

iguel Arruego se ha criado en la escuela Ixarso de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM) antes de pasar al Grupo de Tecnificación. / FAM

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Mili sumisa o cárcel insumisa como castigo. Votar y sacarse el carné como premio. Si usted es boomer entenderá. Al protagonista de esta página le costará más. Ante la encrucijada de la mayoría de edad, superada este pasado jueves, él recibe otro regalo irrepetible, incomparable. Miguel Arruego se hace adulto entre los mejores, debutando en todo un Campeonato del Mundo de esquí de montaña, en el valle ilerdense de Boi Taüll entre el 27 de febrero y el 5 de marzo.

Este estudiante de Segundo de Bachillerato, «cien por cien de Panticosa», defensor y hablante del panticuto, la variedad del aragonés de su lugar, estará como uno más entre los deportistas más prometedores del skimo, que, recuerden, será olímpico en 2026. «Sin duda sería un sueño a cumplir. Estaría genial, pero soy consciente de todo el trabajo que queda por delante», afirma sincero y con los pies sobre las tablas. El sénior Antonio Alcalde completará la representación aragonesa.

Nacer en el Valle de Tena es un aliciente para tirarse ladera abajo sin focas. «Me pusieron mis primeros esquíes con dos años. Hacía alpino, sin competir», recuerda. Su padre le daba a la travesía y, por probar, un día le acompañó de ruta por el Valle de Sabocos. «Me encantó». Ese buen sabor de boca fraguó un caramelo dulce para un niño: la escuela Ixarso, ese gran invento de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM) que introduce el skimo a edades tempranas. «Accedí con doce años. Me entrenaban Fernando Navarro y Rubén de Dios. Aprendía y me divertía. Recuerdo empezar lejos del nivel de los otros y como uno de los primeros días, Rubén se quedó conmigo toda una mañana en una pala hasta que aprendí las vueltas María».

Miembro del Grupo de Tecnificación de la FAM, se inició con once años y pasó por la Escuela Ixarso

Listo y aplicado, devoró las lecciones. Dos años de prácticas abrían otro aula mayor. A las puertas de la pandemia, con 14, pasó la selección al Grupo de Tecnificación aragonés (GTEMA) en el que sigue cuatro cursos después. «Las pruebas de acceso fueron en Candanchú. Tuvimos que hacer una cronoescalada de 400 metros. Salimos todos juntos. Quedé el primero de los aspirantes. Luego bajadas por y fuera de pista y alguna transición», relata Miguel, socio del Panticosa Esquí Club.

Su proyección es constante y brutal. Hace un par de temporadas se proclamó campeón de España por parejas (U16) con Francho Herraéz y la pasada pisó podio en su debut en U18, bronce en la individual y el esprint en Sierra Nevada. «Me quedé quinto en el ranking nacional y no pude ir a los Europeos, precisamente en Boí, al que iban los cuatro primeros. Ahora me he quitado esa espina».

«Ir a los Juegos sería un sueño, estaría genial, pero sé que por delante queda mucho trabajo», dice

Sus resultados tanto en Espot como en Panticosa han roto ese techo. Encima, en casa, en la Travesía Pirineos, delante de su gente, de sus padres, de sus colegas, se alzó con el título nacional en el esprint, la vistosa y frenética modalidad en la que se siente cómodo. En esta disciplina aspira a entrar en la final en Boi Taüll en la que será su estreno como internacional. «No sé los rivales que me encontraré, pero sé que España es una potencia en esprint. Pienso en llegar a la semifinal y si se puede meterme entre los mejores. En la vertical e individual iré a disfrutar, a coger experiencia», añade.

El obstáculo del llano

A esta convocatoria adjunta su inscripción el 26 de marzo en una carrera de la Copa del Mundo, en Val Louron, en el Pirineo francés. Le hubiera gustado que fuera más lejos, viajar a Alpes, en Italia o en Suiza para conocer mundo «pero ya llegará». En la mítica estación glaciar de Tignes estuvo en otoño, dentro de la concentración del Plan Nacional de Tecnificación del que forma parte. «Me sirve para preparar la temporada con más nivel. En septiembre estuvimos dos semanas en el CAR de Sierra Nevada. Son unas instalaciones increíbles. Es una lástima que en Aragón, con las montañas y recursos que tenemos no dispongamos, al menos, de un esquí estudio, como sí tienen en alpino», declara.

Entrena seis días a la semana. Está fuerte como un roble. «Salgo del instituto y me meto en las pistas de Panticosa. Los fines de semana me subo al Balneario. Voy por todos los sitios. Me puedo marchar por el Garmo Negro o salir hacia Brazato o el Bacías». Se conoce cada rincón del circo como buen equilibrista. Desde pequeño ha pateado esas montañas con su padre o con su inseparable amigo Jorge Belio, conquistando Argualas, Infiernos o el mismo Balaitus. En verano, cuando no hay nieve, se mantiene en forma puyando tresmiles, corriendo maratones de montaña, subiéndose a la bici en asfalto o en sendero, haciendo gimnasia o dándole al roller ski. 

A las puertas de la universidad se encontrará con otra encrucijada. Saldrá de Panticosa. O a Zaragoza a hacer Enfermería o a Huesca a probar con INEF. Sabe que es un escalón definitivo. «Si sales de este entorno puedes hacer atletismo como deporte de resistencia. Es distinto y se nota cuando vuelves a competir. Sé que tendré que hacer un esfuerzo, será un reto que quiero acometer, porque no quiero dejar el esquí de montaña», sentencia convencido. El dilema de todo joven montañés que sale de su valle hacia el llano. Suerte que Miguel tiene claro que su futuro está en esas empinadas rampas donde cuelgan sus sueños.

Suscríbete para seguir leyendo