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¿Qué fue de Petronila?

La reina Petronila de Aragón.

La reina Petronila de Aragón. / EL PERIÓDICO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Aunque pueda parecer ilógico, la reina Petronila de Aragón es a la vez una de las figuras históricas más conocidas y desconocidas de la historia aragonesa. Conocida porque a todo el mundo como mínimo le suena, pero lo cierto es que es poco lo que se sabe luego de ella, y menos aún sobre qué fue de ella una vez abdicó de sus derechos al trono aragonés en su hijo Alfonso II el Casto. Tal es la situación que incluso hoy en día se desconoce con total seguridad su lugar de enterramiento, aunque se supone que es la catedral de Barcelona

Petronila nació en el verano del año 1136 en la ciudad de Huesca siendo hija de Ramiro II de Aragón e Inés de Poitiers. La historia de cómo se produjo este matrimonio es de sobras conocida. Dos años antes, el rey Alfonso I el Batallador sufrió su primera y única derrota seria de toda su dilatada carrera militar cuando intentaba conquistar Fraga a los musulmanes. Aunque el monarca pudo escapar, acabaría falleciendo unas semanas después en Poleñino el 7 de septiembre de 1134. Pero más allá de la derrota sufrida y de su muerte, el verdadero problema para el reino aragonés era que su monarca moría sin haber tenido herederos. Tan solo se casó una vez con la reina Urraca I de León, pero este fue un matrimonio corto y tormentoso que acabó siendo disuelto por el propio papado. Alfonso jamás volvió a casarse de nuevo y tampoco se conoce mención alguna de haber tenido hijos fuera del matrimonio con posibles amantes.

Solo quedaba un miembro de la familia, su hermano pequeño Ramiro, que había desarrollado una prolífica carrera en la Iglesia, además con verdadera vocación religiosa, llegando incluso a ser obispo de Roda. Por una antigua tradición, posiblemente visigoda, Ramiro no podía asumir el trono al haber vestido los hábitos. Así pues, Alfonso dejó su famoso testamento por el cual sus dominios, que comprendían no solo el reino aragonés sino también el de Pamplona y algunas otras zonas de Castilla, debían pasar a las principales órdenes militares que habían surgido en Tierra Santa con motivo de las cruzadas.

Catedral de Barcelona, supuesto lugar de enterramiento de la reina Petronila de Aragón.

Catedral de Barcelona, supuesto lugar de enterramiento de la reina Petronila de Aragón. / EL PERIÓDICO

Pero a la muerte de Alfonso nadie le hizo caso, y mientras los navarros elegían a su propio monarca y seguían su camino, la nobleza aragonesa sacó del monasterio a Ramiro y lo coronó, casi podríamos decir que en contra de su voluntad, como rey de Aragón en la catedral de Jaca. El nuevo monarca tuvo que afrontar multitud de problemas, siendo uno de ellos el de tratar de garantizar la sucesión al trono. Por ello se casó con Inés de Poitiers, una dama que ya había estado casada anteriormente y tenido varios hijos, por lo que estaba demostrada su fertilidad, que era lo que se buscaba. De su unión nació en el año 1136 Petronila, y madre e hija nunca más volverían a verse, pues Inés fue enviada de vuelta al norte de los Pirineos. Pero ahora era otro el problema. Había nacido una heredera, sí. Pero recordemos que los fueros de Aragón no permitían que una mujer gobernara, aunque sí que fuera reina y también transmitiera la dignidad real a sus descendientes. Por ello se le buscó un matrimonio a pesar de que apenas tenía unos meses, barajándose varias opciones. Pero finalmente la opción escogida fue la del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, a quien Ramiro II ya había conocido en persona y con quien parece que mantenía unas muy buenas relaciones. En agosto del año 1137 se acordaron en Barbastro las capitulaciones matrimoniales acordando que Petronila se casaría con Ramón cuando alcanzara la edad suficiente, y que a partir de entonces el ejercicio del gobierno en el reino de Aragón lo ejercería Ramón, pues su suegro Ramiro no estaba interesado en ello, aunque mantuvo el título de rey hasta el mismo día de su muerte en el año 1157.

En ese momento Petronila se convirtió en reina de Aragón, aunque siguió gobernando su marido con el título de Princeps Aragonum (príncipe de Aragón), hasta que este murió en el año 1162. Pero había un problema. El primogénito de ambos, el que sería Alfonso II el Casto, era todavía demasiado joven y se necesitaba establecer una regencia. Fue entonces cuando la reina Petronila declaró que su ya difunto marido había acordado que fuera el rey Enrique II de Inglaterra quien ejerciera la regencia de su hijo. Algo que puede sonar extraño, pero por un lado Ramón había tenido unas buenas e intensas relaciones con un monarca inglés cuyos dominios incluían toda la Aquitania y llegaban hasta los Pirineos.

Pero aun así, era una regencia del todo imposible de hacerse efectiva, de modo que entre 1162 y hasta el 18 de julio del año 1164 es bastante probable que Petronila no solo fuera reina sino que también ejerciera en cierta medida el poder, hasta que finalmente ese día acabó abdicando totalmente en su hijo Alfonso sus derechos al trono. ¿Pero qué fue de ella a partir de entonces? Lo cierto es que poco se sabe más allá de que renunció a volver a contraer matrimonio, por lo que acabó ingresando en un convento tal y como se esperaba de una mujer de su posición y linaje que no volvía a casarse. Allí permaneció los años siguientes, alejada de la política, hasta que falleció en Barcelona el 15 de octubre del año 1173 disponiendo que fuera enterrada en la catedral de Barcelona. Sin embargo, ni tan siquiera es seguro que esté allí enterrada, por lo que desde hace unos años el Gobierno de Aragón ha solicitado al arzobispado de la ciudad condal el permiso para exhumar los restos y hacerles unas pruebas de ADN para compararlas con las del estudio que se hizo a los restos de Ramiro II el Monje, enterrado en San Pedro el Viejo de Huesca. ¿Se resolverá próximamente el misterio?

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