Feria taurina de Huesca: La irrelevante historia de una tarde vacía en blanco (y verde)

Solo saltaron dos toros salvables para Isaac Fonseca mientras Ferrera y Garrido se estrellaron ante el resto

Isaac Fonseca, este jueves con el sexto toro de la tarde.

Isaac Fonseca, este jueves con el sexto toro de la tarde. / Tauroemoción

Carmelo Moya

Carmelo Moya

La primera de la feria de La Albahaca de Huesca ha resultado la nada en blanco... y verde. Esta ciudad, en la que todo se hace en torno a uno, dos, infinitos platos de su sobresaliente gastronomía, sea la hora que sea, donde te halles, por lo civil o lo criminal, tiene en sus gentes su mejor activo. Su carácter abierto y generoso ha quedado patente este jueves en el festejo mayor de apertura de la fiesta, ese desparrame sin fin. Una parrilla el garito pero escasas brasas en el ruedo al concluir la representación.

Había expectación por la lidia del sexteto de Los Maños y al finalizar la cosa apenas podíamos salvar algo del tercero, algo del sexto. Detalles aislados que no suman. La ecuación fue un sindiós que nadie esperaba. El tropezón fue notable a pesar de la presentación generosa (los toros hay que mirarlos de atrás a adelante, ahí donde se ve el saco de pienso, en la culata) y los nombres de familias representativas, esas que los modernos llaman ahora «contrastadas».

Esos dos animales que le cupieron en suerte a Fonseca despuntaron algo sobre el resto. A este torero, habitante en una menguada anatomía, enfundado en aquel ajado terno verde salpicado tímidamente de un escasamente refulgente oro, –labor de costura envidiosa de los ternos de algunos banderilleros «de dulce»– es para verlo con gafas de blanco y negro.

Porque parece salido del NODO como hijo de la posguerra, criado en las capeas de talanqueras, pan duro hoy y también mañana. Pero eso empuja su sueño. Busca la rendija por la que colarse en las ferias y eso es tan respetable como digno de admiración. Con sus armas, en pie o de rodillas, derecho o volteado una y otra vez.

En su primero, un subalterno tan capacitado como Juan Carlos Rey largó percal despeñando por dos veces al de Los Maños. Raro pero cierto. Eso no benefició la lidia. A pesar de la buena condición del toro por el lado derecho Fonseca desplegó «sus armas»: pases cambiados por la espalda, cierto barullo, conexión con los tendidos y la voltereta que nunca falta. Pinchó con el cuchillo largo. Y pinchó en el global.

El que cerraba el festejo también recibió lo suyo, o sea larga cambiada de rodillas (casi le echa mano de nuevo) que encadenó con un estrambote por Chicuelo. Su lío.

Comenzó la faena de muleta con el toro aculado en la puerta de chiqueros, aquerenciado. Díganselo, por favor. El toro se vino –cómo no– al paso anunciando otro desastre y Fonseca aguantó posición. Evacuó por la espalda por intuición o como defensa. Otro ¡ay! Era el preludio de una serie despegada por el lado derecho, de muy primitiva técnica y sin un claro objetivo. Que pase y tal. Y manoletinas de postre. Granel. Chist.

Desubicado y perplejo

En medio de esa travesía del desierto que fue la tarde, desubicado y perplejo, José Garrido no quiso o no supo abrir la puerta en su primero para ver qué había adentro. Siempre en prevengan, ni toro ni torero mostraron sus cartas ni se desengañaron. Vidas separadas. Ante el más prototípico de la ganadería, ese quinto recortado y de perfil bien delineado en fino, en sus quilos, fue la impotencia. Garrido largaba tela y el toro apenas se sentía concernido. Totalmente parado, resultó imposible. Para colmo no le vio la muerte acumulando yerros.

Antonio Ferrera, el más veterano pajareó aquí y allá, incómodo ante un viento racheado en su primero, un toro grandón que quedó en eso, en fachada. El cuarto fue tres veces al caballo y se le pegó fortísimo en dos de ellas. Como toda la corrida, tuvo mejor primera parte porque en la muleta se desfondó y ni siquiera quedó en pie para que Ferrera le diera muerte digna. Fue apuntillado como una lastimosa escultura yacente. Oprobioso fin. 

La ficha

Primera corrida de la feria: Toros de Los Maños, peleones en general en el caballo pero sin posibilidades en la muleta. Antonio Ferrera (silencio en ambos); José Garrido (silencio en ambos); Isaac Fonseca (silencio y ovación de despedida). Casi lleno.