OPINIÓN

Guardando las distancias: Las verdades del dinero

La cultura no existe ni existirá únicamente porque existan las ayudas económicas

El cineasta David Trueba.

El cineasta David Trueba.

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Desde hace varios meses corre por las redes sociales un vídeo en el que David Trueba le contesta con un razonamiento contundente a un joven que le pregunta si el cine existiría sin las subvenciones. El cineasta (ya saben, aquel que soltó aquella frase tras recoger un Goya de «¿qué sería de nosotros si no nos insultaran los que nos tienen que insultar?»), sin pestañear, pone sobre la mesa que las ayudas al sector audiovisual son prácticamente irrisorias si se comparan con otras como las destinadas al automóvil o a los propios partidos políticos. Pero deja una reflexión mucho más importante que todo eso ya que afirma con rotundidad que el cine existiría aunque no hubiera dinero porque es la expresión de un país.

Obviamente no es un concepto nuevo el que pone en boga el director de cine pero sí que conviene tener claro que cuando se habla de cultura, esta también existe al margen de la industria, más allá de que sea un producto o de que tenga un rotundo apoyo económico detrás o no.

Las expresiones culturales laten en el ser humano y en el territorio y todas ellas no son más que las manifestaciones de lo vivido y de las pulsiones que genera un ecosistema en el que se cohabita. De ahí que, por ejemplo, el cine sea un reflejo de un país, pero también los anhelos del ser humano, de un territorio, de una sociedad o incluso la necesidad de reírse de uno mismo o del prójimo sin hacer daño a nadie. Y lo mismo que el cine se puede hablar del teatro, del circo (al que demasiadas veces se le suele negar su vertiente reflexiva sin motivo), de la música, de los libros, del arte... Prácticamente de cualquier actividad creativa.

Es cierto que desde ciertos sectores se quiere imponer el relato (y lo está consiguiendo en determinada población) de que la cultura es un nicho de gente que solo vive porque la sustenta el Estado y que ya que esto es así (siempre según su relato), qué menos que no criticar al régimen establecido. Contra eso, lo único que se puede (y se debe hacer por el bien de todos) es la pedagogía. La cultura, algo inherente al ser humano desde su propio nacimiento, no existe porque existan las ayudas económicas pero, lo que es más importante, estas son solo un pequeño porcentaje (sí, pequeño) de la inversión que tiene que realizar el creador para que su obra siga adelante, es un empujón para que pueda salir del cascarón. Si aquellos que lo tienen tan claro se molestaran en mirar el porcentaje que supone una ayuda a los creadores con el gasto total es probable que el debate se acabara. Por cierto, ¿algunas de las industrias que también reciben ayudas seguirían produciendo en España si se les retiraran? Ya saben, una mentira repetida un millón de veces no deja de ser mentira, aunque lo diga cada vez más gente...

Otro debate que tiene que ver con la cuestión de las ayudas y que urge tener también es si las instituciones creen en el sistema de subvenciones como empuje para el sector o como una manera de mantener contento a todo el mundo. Algo que no es baladí y cuya respuesta está en los altos mandos políticos y, desde luego, no en estas líneas. 

En poco más de tres meses llegan unas nuevas elecciones autonómicas y municipales. Es el momento de que la cultura aparezca de verdad en los programas electorales. Esa sería la verdadera apuesta por un sector que ha demostrado con creces que va a subsistir sea como sea pero que merece un empujón de verdad. Esperemos. Por si acaso lo voy a hacer sentado.

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