Tradición

A fondo | No hay pueblo sin verano. No hay verano sin pueblo

La despoblación y la emigración a las ciudades, en la búsqueda de oportunidades y un mejor futuro, hacen que cada periodo estival se repitan, como un ritual, las mismas escenas de vida en los pequeños municipios aragoneses.

Salir a la fresca por las noches en los pueblos es una de las tradiciones que se repiten cada verano en casi cualquier punto de la comunidad.

Salir a la fresca por las noches en los pueblos es una de las tradiciones que se repiten cada verano en casi cualquier punto de la comunidad. / EL PERIÓDICO

Carmelo Pérez

Con la llegada de julio, y el inicio del verano, los pueblos de Aragón recuperan su vitalidad de antaño y comienzan a recobrar gran parte de la vida que un día tuvieron. Los niños con sus bicicletas toman las calles, se oyen carreras y griterío infantil, los adolescentes se bañan en los ríos o en las piscinas, las familias salen con sus sillas al atardecer para estar a la fresca y echar una charrada y, por las noches, los jóvenes se reencuentran en las mismas calles que un día disfrutaron sus padres y abuelos. 

Las casas, hoy cerradas y antes llenas de vida, vuelven a subir las persianas una vez al año, para que abuelos, hijos y nietos vivan en tranquilidad y alejados del calor del asfalto.

Los habitantes que permanecemos todo el año volvemos a hacer los mismos comentarios y preguntas: “¿Tú de quién eres?” “Esa es mengana, la hija del …. que se marchó a…”. Es la vuelta a los orígenes familiares, al estar en contacto con la naturaleza, el recuperar recuerdos y reencontrarse, en muchos casos, con momentos imborrables de una infancia en la que se dejó atrás el pueblo por la vida en la ciudad.  

Ritual

La despoblación y la emigración a las ciudades, en la búsqueda de oportunidades y un mejor futuro, hacen que cada verano se repitan, como un ritual, las mismas escenas de vida en los pequeños municipios aragoneses. Vuelven al pueblo los descendientes de aquellos que emigraron a Zaragoza, Barcelona, País Vasco, Madrid, Francia, …y el pueblo se prepara para acogerles con la misma ilusión cada año. 

Los pueblos de Aragón viven días de fiesta, de alegría en sus calles y de reencuentros, como digo, pero no podemos olvidar que para los Ayuntamientos son fechas de mucho trabajo y algún que otro quebradero de cabeza. 

Los pueblos, acostumbrados a una reducida población, en la que todos nos conocemos, se ven acogiendo a una población que, por norma general y de media, incrementa su población en un 30 o 40 por ciento; algunos municipios, los más turísticos pueden llegar a duplicar o triplicar su población y, los más pequeños, llegan a multiplicar exponencialmente su población: pasar de 30 vecinos a 300 visitantes suele ser la tónica en los municipios más pequeños. 

Para los Ayuntamientos del medio rural son fechas de mucho trabajo: arreglar alguna calle, señalizar para evitar incidentes, rebajar alguna acera, terminar de programar las fiestas, entre otras actuaciones.  

Los consistorios deben prestar los servicios no sólo para los vecinos sino también para aquellas familias que nos visitan. Ya lo dice el saber popular: “No hay pueblo sin verano” y todos los municipios de Aragón nos preparamos e intentamos que los que vuelven o nos visitan por primera vez se encuentren cómodos. La alegría y la vida del pueblo se recupera, el pequeño comercio local vive sus mejores días y para los vecinos son fechas muy importantes en muchos aspectos.

Recursos

Algunos pueblos hacen importantes esfuerzos para prestar servicios que, a todas luces, son de difícil gestión, con sus recursos ordinarios, y que son deficitarios: abrir la piscina municipal se convierte en un verdadero quebradero de cabeza para muchos pueblos, pero es un servicio indispensable para satisfacer a los visitantes. 

Pero no se trata únicamente de la piscina. Hay que mantener las calles limpias, y para eso es necesario incrementar el número de operarios para la limpieza viaria, lo que tienes que hacer con nuevas contrataciones, pero el cambio de la legislación laboral dificulta enormemente contratar por circunstancias excepcionales y de forma temporal. 

El día a día debes gestionarlo con lo que tienes durante el año, sin olvidar que nuestros trabajadores municipales también tienen derecho a disfrutar sus vacaciones y al descanso. 

Las comarcas deben contratar a más personal para la recogida y tratamiento de residuos, y así un largo etcétera que el medio rural debe prever y gestionar. En muchas ocasiones esos incrementos de necesidad en el ámbito comarcal también son asumidos parcialmente por los Ayuntamientos. 

Con los tributos y tasas que recaudamos los municipios, con nuestra pequeña población, durante cuatro meses al año tenemos que hacer un esfuerzo de prestar servicio a más vecinos. Todas las tareas en el municipio se incrementan: desde los administrativos municipales, pasando por los técnicos y acabando por el personal servicios generales, los concejales y los alcaldes. Todos tenemos más trabajo. 

Como decía anteriormente, no hay pueblo sin verano, para los que vivimos de forma permanente en el pueblo. Pero tampoco hay verano sin pueblo para todos aquellos que nos visitan. Una balanza que los Ayuntamientos y Comarcas de Aragón debemos hacer que estén en el mejor equilibrio posible para garantizar la convivencia de todos. 

Feliz verano.

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