Los niños saharauis llegan a Aragón: "Llevo doce años como madre de acogida y eso lo dice todo"

Gahiz es un niño saharaui de diez años que forma parte del programa Vacaciones en Paz. Este viernes, casi un año después, se ha reencontrado con su madre de acogida en Zaragoza. Tanto él como otro 42 menores ya disfrutan de su estancia en la comunidad, aunque han sido más los que han aterrizado a primera hora en la capital aragonesa en un vuelo que ha partido de madrugada desde Tinduf. En total, el viaje lo han hecho 130 niños y niñas, que pasarán el verano en la comunidad gracias a la gestión de cuatro asociaciones que tramitan su estancia.

La residencia universitaria Pignatelli, en Zaragoza, ha sido este viernes uno de los escenarios del reencuentro entre menores y familias. De la mano de entidad Um Draiga, los pequeños, entre lloros y alegría, han vuelto a abrazar a quienes serán sus madres y padres durante el verano.

En el caso de Gahiz, la alegría ha inundado su cara cuando, tras más de un año sin verla, ha reconocido entre las familias a Nieves, su madre de acogida en Zaragoza. Más aún cuando la ha podido volver a abrazar. A su lado estaba su amigo Larhusi, que no ha logrado contener las lágrimas al abrazar a Isabel, con quien pasará las vacaciones. «Echa de menos a sus padres», ha explicado la mujer. «El primer día es el peor, pero luego se lo pasan todos en grande», ha añadido.

Por delante les espera un largo verano en el que disfrutarán «de la piscina, la playa y la montaña», ha asegurado Nieves, a lo que Isabel ha añadido que «es un no parar y a ellos les encanta».

Diversión y salud

Los menores estarán en Aragón hasta el 26 de agosto. Una estancia en la que, además de disfrutar del periodo estival lejos de las difíciles condiciones climáticas del desierto argelino, podrán acceder a un reconocimiento médico y a servicios de salud de forma gratuita.

«Gahiz es sordo y, cuando viene aquí, siempre aprovechamos para hacerle muchos reconocimientos médicos», ha señalado su madre adoptiva. Cuenta que el primer verano que pasó el pequeño en la comunidad al principio les costó «un poco» comunicarse, pero luego consiguieron inventarse su propio lenguaje de signos y, ahora, se entienden «a la perfección». Precisamente, hoy el primer paso antes de iniciar cualquier actividad será acudir al médico para «ver que los niños están bien», ha dicho Nieves.

Además de un verano de «muchas actividades», el proyecto busca que todos los menores «estén atendidos lo mejor posible», ha añadido Isabel mientras se ponía en contacto con la madre biológica de Larhusi, a quien ha avisado de que su hijo ya estaba con ella.

«Vamos a hacernos una foto para mamá, ya verás que contenta se pone», le ha dicho al pequeño. Se trata de una familiaridad que viene de lejos porque, antes de conocer a Larhusi hace tres años, Isabel ya había acogido a su hermano. «Llevo doce años formando parte del programa y, durante el proceso, he conocido a tres niños maravillosos», ha explicado la aragonesa. Una larga experiencia que comparte con Nieves, quién se unió a Vacaciones en Paz el mismo año que su compañera.

Han dicho que sobran las palabras para definir lo que este programa significa para todos ellos porque, el que decidan repetir año tras año, «ya lo dice todo». Ambas son madres de hijos únicos y han asegurado que es una oportunidad para que aprendan a «convivir con otros niños y a compartir todo lo que tienen con ellos». 

Los menores, visitarán el lunes las sedes del Ayuntamiento de Zaragoza, del Gobierno de Aragón y de la Diputación de Zaragoza.  

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