El mercado de trabajo

Accidentes laborales en Aragón: "Ya ni hacemos partes porque no te hacen caso"

Dos trabajadores zaragozanos relatan sus accidentes laborales y las dificultades que atravesaron para conseguir los papeles de la incapacidad por enfermedad del trabajo

Ninguno de ellos logró que se les reconocieran como tal las dolencias, que quedaron en comunes

Carlos Casanova, zaragozano que sufrió un accidente laboral mientras repartía con su moto.

Carlos Casanova, zaragozano que sufrió un accidente laboral mientras repartía con su moto. / Jaime Galindo

Han pasado 12 años desde que Carlos Casanova, un repartidor de una empresa logística que opera en Zaragoza, tuvo un accidente con su moto mientras entregaba un paquete. Un perro se le cruzó por la Gran Vía y se rompió el manguito rotador del hombro izquierdo, entre otras contusiones y lesiones leves. Acudió a la mutua, que le refirió que su dolencia no podía atribuirse a un accidente laboral. «Me dijeron que era propio de una enfermedad degenerativa. No tenía sentido: ¡tenía 28 años!», lamenta Casanova, que arrastra todavía el la dolencia y el entramado burocrático al que se hace frente al pedir una baja laboral. 

Tras el accidente, la empresa le adaptó el puesto de trabajo y empezó a operar en el almacén. Casanova convivió con dolores, tratamientos y sesiones de fisioterapia mientras intercalaba algunas bajas cuando la molestia se apoderaba del brazo. «Después de la primera operación estuve un año de baja y tras la segunda, unos seis meses. Llegaron a decirme que tendría que convivir con el dolor toda la vida, pero que eso no se debía al accidente de la moto. Cuando se me inflamaba, no podía levantar el brazo y tenía que pedir la baja otros dos o tres meses, y así una y otra vez», explica el trabajador.

En julio de 2022 sufrío un tirón y una capsulitis que derivó en calcificación del hombro. «En la mutua me dijeron que tenía el hombro averiado y que me fuera a la Seguridad Social, porque era una enfermedad común por el desgaste del hombro. Ahora estoy a la espera de que me operen otra vez, pero no tiene ningún sentido», dice Casanova.

Un caso similar relata Pilar A., una zaragozana que trabaja desde hace 27 años en una auxiliar del automóvil en el cinturón de Zaragoza. Un día le dio un tirón en la mano y el agarrotamiento le subió al codo. «Era bastante evidente que era una tendinitis por accidente laboral y así me lo reconocieron los servicios médicos de la empresa. Tardé 15 días en ir a la mutua porque seguía trabajando al estar la plantilla en una situación algo excepcional, con un erte, y cuando me atendieron, pese a que la propia médico me reconoció que era una enfermedad por trabajo, el ordenador no le dejó tramitar la baja laboral», explica Pilar.

Año y medio de espera

La trabajadora se fue de vacaciones de Navidad sin haber tomado la incapacidad temporal esperando recuperarse en esas semanas, pero el dolor no remitió. «Al final acabé yendo a mi médico de cabecera porque en la mutua no me daban la baja laboral. Me dio la incapacidad por motivos laborales por una epicondilitis, aunque eso me dio más problemas a la larga porque la empresa dijo que no tenía potestad para darme una baja laboral», señala Pilar, que tuvo que acabar devolviendo unos 1.500 euros por el diferencial de las remuneraciones entre una y otra incapacidad.

«En la cadena de montaje, por el simple desgaste te haces unas lesiones bestiales. Pero ahora nadie hace partes de accidente porque ya está visto que no sirven de nada. Sin embargo, ¿por qué tiene que hacerse cargo la Seguridad Social de un accidente que me he hecho en el trabajo?», reflexiona la mujer por vía telefónica.

Ambos trabajadores presentaron un recurso de aclaración de cotingencia ante el Instituto Nacional de la Seguridad Social, un proceso mediante el cual se reclama por vía administrativa la determinación por enfermedad común o accidente profesional. Sin embargo, la resolución se demora durante meses y los dos trabajadores entrevistados llevan más de un año y medio esperando la resolución.  

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