Sanidad

Día Mundial del Médico de Familia: "Siempre me ha gustado el pueblo y lo tenía claro"

Clemente Millán, médico de familia en Cretas (un pueblo de la comarca del Matarraña en Teruel) lleva trabajando en el consultorio de la localidad desde hace 24 años

Clemente Millán en la toma de posesión como vocal de Atención Primaria del Colegio de Médicos de Teruel.

Clemente Millán en la toma de posesión como vocal de Atención Primaria del Colegio de Médicos de Teruel. / SERVICIO ESPECIAL

Judit Macarro

Judit Macarro

Clemente Millán es médico de familia en Cretas, un pueblo de la comarca del Matarraña en Teruel. Lleva trabajando en el consultorio de la localidad desde hace 24 años. Antes de eso, explica que su primer trabajo también fue en el entorno rural. «Estuve nueve años en Jarque de la Val, en la comarca de Cuencas Mineras, desde 1991», rememora.

Un destino y un estilo de vida lejos de su pueblo natal, Beceite, también en el Matarraña). «En el año 2000 aprobé las oposiciones con muy buena nota, me quedé el tercero en listas», recuerda. Una posición que le llevó a poder cumplir su sueño: trabajar cerca de casa Millán se define como un hombre «apasionado» del mundo rural. «Siempre me ha gustado la vida en el pueblo y tenía claro que me quería quedar cerca», explica. En cualquier caso, cuenta entre risas que su deseo inicial era no quedarse, precisamente, en su propio pueblo . «No quería trabajar en Beceite porque, ¿a qué médico le gusta trabajar atendiendo a su familia?», señala. Y añade que la cercanía que tiene con todos sus vecinos hubieran sido un «impedimento» a la hora de hacerles los diagnósticos. «Siempre que tienes que atender a un ser querido, ya sea amigo, hermano o primo, la preocupación y la presión que sientes es siempre mayor», asegura.

Por ese motivo, Clemente decidió instalarse en el municipio de Cretas, a poco más de 20 minutos de trayecto. Este pueblo y su gente lo define ahora como «algo parecido a mi familia».

Tanta es la cercanía y confianza que ha adquirido en los 24 años transcurridos, que este médico de familia asegura conocer lo que le pasa a sus pacientes «con solo verles entrar por la puerta». «La cara es el espejo del alma», añade. Esa estrecha relación es, según Clemente, «la gran diferencia con ser médico de familia en la ciudad». Esa es la razón principal por la que siempre ha querido desarrollar su carrera en el entorno rural. «Es una gran ventaja, conocer a tus pacientes a la perfección», asegura.

Añade que, además, esa familiaridad se ve sobre todo a lo largo de los años, cuando «los niños pequeños» que vio nacer, ahora se han convertido «en grandes adultos». Aunque, esa «ventaja», como él la considera, asegura que «muchas veces puede jugar en contra».

Lo decía al inicio de la conversación, cuando mencionaba que «trabajar con la familia es complicado por la preocupación que generas para que esté todo bien». Y lo mismo con sus pacientes, a los que ve «casi todos los días». Dice que su trabajo muchas veces se lo lleva consigo a casa. «Siempre le doy vueltas a la cabeza sobre si lo que le he recetado es adecuado o no», cuenta.

Sobre el consultorio donde recibe las visitas, Clemente considera que el de Cretas se trata de «el mejor de toda la comarca en equipamiento». Una realidad que dice ser posible gracias a la buena comunicación con la administración y el ayuntamiento. «A pesar de lo que pueda parecer por tratarse de un pueblo, en Cretas contamos con todo lo necesario para atender a los pacientes, tanto del pueblo, como de los alrededores», asegura orgulloso Millán.