La expansión de un nuevo modelo

El Pirineo aragonés se llena de viviendas para uso turístico

En alguna localidad oscense cerca de una de cada cinco casas corresponden a esta modalidad. La región resiste la llegada de un fenómeno que ya copa todos los municipios situados en la costa

Vista panorámica de Alquézar.

Vista panorámica de Alquézar. / ANGEL DE CASTRO

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

La transformación del mercado del turismo es una evidencia desde hace años. Atrás quedaron los tiempos de las agencias de viajes, las guías en papel y los billetes dentro del pasaporte. Hoy todo descansa en el teléfono móvil. Los alojamientos, muchos de ellos pisos turísticos inaugurados hace poco tiempo, también.

En esas aplicaciones que se actualizan a diario y que mueven sus precios en función del algoritmo se esconden miles de pisos. En el caso del Pirineo aragonés, con porcentajes alarmantes: uno de cada cinco pisos en Adahuesca se destinan al turismo. El 18% de las viviendas de Alquézar, también. Y decenas de municipios se establecen entre el 7% y el 14%. Compruébelo: muchas de las casas que se pueden ver al recorrer la riqueza patrimonial de las localidades pirenaicas pueden ser alquiladas desde su teléfono móvil.

A esa conclusión llega un reciente informe del INE (Instituto Nacional de Estadística), fruto de una investigación experimental que pretende dar a conocer el impacto que este nuevo modelo turístico está teniendo en las residencias de todo el país. Inmersos en una ola de anuncios de nuevas viviendas por parte del Gobierno central y de las autonomías, y con la ley de vivienda echando a andar, el estudio certifica que en según qué zonas de la geografía española la situación se complica por culpa de la invasión turística.

El Pirineo y el esquí

En Aragón es el Pirineo el que concentra todas las miradas. Casi todas las localidades del norte de la comunidad tienen entre un 2,25% y un 30% de pisos convertidos en viviendas de uso turístico. El baremo que toma el INE es tan ampliado porque considera de gravedad que la presencia de estos pisos, destinados al negocio, supere el 2,2% de la oferta inmobiliaria de la localidad.

Teruel aparece tímidamente, con su sur y su este con cierta aglomeración. Gúdar, Albarracín o Valdelinares son algunas de las localidades turolenses que más proporción de pisos turísticos tiene en su nómina de viviendas. La lógica turística se impone: el esquí y el foco de atracción que es Albarracín hace comprensible que estos municipios sean los que más interesen, tanto a propietarios como a potenciales visitantes.

Zaragoza es la meseta y no solo hablando de su forma física. La capital de la comunidad huye de esta reciente invasión y apenas llega al millar de viviendas de uso turístico. Ante el inmenso parque inmobiliario que ofrece la principal ciudad de Aragón, el porcentaje de pisos se queda por debajo del 0,15%. La última revolución del turismo se aleja, por ahora, de Zaragoza. Y de las localidades más cercanas, que no atraerán a nuevos visitantes con este modelo.

La baja presencia de alojamientos de este estilo en Zaragoza no la diferencia solo del resto de las localidades de Aragón, sino que también lo hace de las principales capitales de toda la geografía española. Porque la invasión de pisos turísticos ha colapsado toda la costa mediterránea y se empieza a notar en la cantábrica, solo con_Galicia manteniéndose entre el 0,57% y el 2,26%. Andalucía, la Comunidad de Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana son las cuatro regiones que están teniendo mayor permeabilidad ante este fenómeno.

Con la regulación de este tipo de pisos estableciéndose en las mesas de debate político, el modelo se propaga y ha ido creciendo en los últimos años, pese a que muchas grandes capitales han visto frenado su ascenso, según refleja la propia estadística. Otros lugares, como Valencia, Sevilla o Aínsa, como primer caso aragonés, ya han presentado sus planes para evitar que este modelo acabe echando a los vecinos de sus casas y convirtiendo sus barrios en hoteles de cientos de edificios. 

El caso de Adahuesca

Paco Franco es el orgulloso alcalde de Adahuesca y, por ahora, está muy contento con el impacto que ha tenido la instalación de numerosas viviendas de uso turístico en la localidad. «Ha servido para reparar la fachada de muchos edificios, poner más bonito el pueblo y dinamizar la economía», resume Franco.

Ese músculo económico que ha desarrollado Adahuesca gracias al turismo ha hecho que aumente el número de vecinos: en unos años han pasado de registrar 160 habitantes a sobrepasar los 200. «Se nota, y mucho, porque hemos vuelto a reactivar la escuela y cada día estudian en nuestro colegio unos 35 chavales», detalla Franco, que asegura que este modelo turístico es «motor económico, renueva el pueblo y tiene un efecto positivo en el día a día del municipio».

El buen impacto inicial de los pisos turísticos no debe ocultar el principal problema que existe en los pequeños pueblos de la comunidad. «Falta mucha vivienda, tanto en Adahuesca como en muchos otros municipios del mundo rural», advierte Franco, que asegura que en el caso de la localidad que él gobierna «el daño no solo lo han hecho los pisos turísticos, sino que es una problemática que arrastramos desde hace mucho tiempo».

Este desarrollo que hoy afronta Adahuesca viene de la mano del regreso de muchos «hijos de emigrantes, que tuvieron que irse a Cataluña». Una nota más de orgullo en un pueblo que «ha crecido mucho en muy poco tiempo».

¿Qué papel tiene un consistorio a la hora de facilitar la llegada de nuevos propietarios que emprendan esta vía de negocio? «Somos muy pesados para arengar a la gente a que monte negocios», bromea Franco, que felicita a todos los vecinos por su buen trabajo a la hora de impulsar nuevos proyectos: «Es todo iniciativa de los vecinos, ellos han dado el impulso. Nosotros solo damos las facilidades que necesitan, pero nadie recibe dinero del ayuntamiento».

Alquezar pone coto

Aunque Mariano Altemir no repetirá candidatura en las próximas elecciones de mayo, nadie conoce mejor Alquézar tras más de 30 años en el ayuntamiento. «Es una posibilidad económica, que tiene sentido», comenta sobre las viviendas de uso turístico, pero tiene claro el futuro a corto plazo: «Habrá que regular un poco, porque luego nos quejaremos de que nos faltan viviendas para las personas que quieran venirse a vivir al pueblo».

Ese sentimiento de falta de alojamiento para vecinos no es único del todavía alcalde, sino que lo comparte con muchos ciudanos. «Casos como el de Aínsa, que ya ha limitado la llegada de estas viviendas, sirven como ejemplo a cómo se debe actuar», asegura Altemir. Aínsa ha limitado la presencia de pisos de este tipo a un 10% por bloque, un 20% si se trata de edificios que se encuentran en el centro.

Sí que admite Altemir que este nuevo modelo turístico está atrayendo a nuevos visitantes hasta la localidad altoaragonesa. «Se acercan al pueblo, conocen todo lo que ofrecemos, lo visitan y gastan», explica el alcalde de Alquézar, que insiste en la idea de que este sistema «no puede ser el único que tenga el pueblo».

«No estoy muy seguro de que todos los efectos que tenga sean tan positivos para el medio rural», reflexiona Altemir, que lamenta que muchos propietarios se fijen solo en el rédito económico: «En vez de alquilarlo durante todo un año a una familia por una tasa habitual, prefieren poner estas viviendas en alquiler en fechas con mucho turismo, rentarlas por días y sacar muchos más ingresos».

La regulación se acerca, o eso asegura el alcalde de Alquézar, que lo ve solo como cuestión de tiempo y de imitar modelos anteriores. «Hubo que regular el papel de los campings, ya se está mirando con las caravanas. Todo llegará y habrá que hacer un control, como al resto de la hostelería».