Los padres del colegio arrasado por el agua en Zaragoza: "¿Y si pasa otra vez pero con los niños dentro?"

Los padres y madres de Parque Venecia temen que la riada pueda repetirse y el AMPA pide mover el centro para evitar peligros

El nivel del agua dentro del colegio superó el metro de altura.

El nivel del agua dentro del colegio superó el metro de altura. / ANDREEA VORNICU

Iván Trigo

Iván Trigo

Zaragoza amaneció este viernes de resaca después de un jueves en el que la intensa lluvia dejó imágenes que quedarán grabadas en la retina de muchos vecinos. La ciudad se despertó limpia y ya sin agua acumulada en sus calles. Más de 200 efectivos trabajaron por la noche para conseguirlo. Pero hay puntos de la capital aragonesa que todavía tardarán en recuperarse de lo ocurrido. «Fue impresionante. Los contenedores bajaban flotando. Toda esta zona quedó destrozada», decía este viernes Ana, una vecina de Parque Venecia, el barrio que se llevó la peor parte del temporal.

Dentro de la zona cero de la catástrofe hay un edificio con el que el agua se cebó. Se trata del colegio María Zambrano. El interior de la parte del centro ya terminada quedó casi totalmente destruida. Y el ala que está en construcción también sufrió daños importantes. «La mayor preocupación es que los niños puedan empezar el colegio en septiembre y, sobre todo, que no vuelva a pasar. Podría haber ocurrido una tragedia. ¿Y si pasa con los niños dentro? Una clase con 24 niños de 3 años no la puedes desalojar en tres minutos. A mí ahora me va a dar miedo llevar a mis hijas cuando llueva», decía una mujer mientras paseaba por el barrio, todavía llenas de barro en muchos puntos.

La construcción y ampliación del CEIP María Zambrano, el segundo colegio de la zona, ha sido una de las principales reivindicaciones de los vecinos de este barrio de nueva creación, en el que reside mucha población joven. «Mi hija lleva tres años dando clase en barracones y ahora por fin iba a estrenar el colegio. Me temo no será así. Después de todo lo que se ha luchado es una pena lo que ha pasado. Y ahora encima, aunque lo acaben y lo arreglen ha tiempo, siempre estará el miedo a que vuelva a pasar lo mismo», lamentaba otro vecino, Javier Lozano. «Algún día tendrán un cole en condiciones», pedía mirando a sus hijos.

El consejero de Educación del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, visitó este viernes la zona y aseguró que la intención de su departamento es que el centro pueda recibir alumnos en septiembre. Por el momento no se han cuantificado los daños, pero Faci anunció que se va a lanzar una licitación «de emergencia» para iniciar las obras lo antes posible y poder abrirlo con el inicio del curso.

«Esperamos que pueda cumplir con su compromiso», decía la presidenta del AMPA del María Zambrano, Noemí Corbatón, que recalca ahora que «los trabajos para asegurar la zona del barranco hace 20 años se han demostrado insuficientes». «Cuando se diseñó había unas circunstancias meteorológicas que ya no son las mismas y hoy llueve más en menos tiempo. No queremos vivir con la incertidumbre de que se puede repetir y no saber si va a ocurrir en 50 años, en dos o en dos meses», lamentaba.

"Los pupitres salían flotando"

Por ello, piden que el colegio se construya en otra parcela que sea segura. «Ante problemas importantes, soluciones contundentes. Lo que no puede ser es que haya un colegio en el cauce de un río torrencial», pedía Corbatón.

Sobre las causas de lo ocurrido, el consejero Faci dijo que «habrá que analizar y estudiar por qué se produjo tal tromba». «Nada más conocerse los efectos de la tormenta, se inició una evaluación de daños y actuar lo más urgentemente posible», aseguró, y añadió: «Hemos actuado en un solar que en el Plan General de Ordenación Urbana no había ninguna limitación, no era previsible porque sino no se hubiera producido ahí».

Sea como fuere, el colegio sufrió la envestida de una riada provocada por las fuertes lluvias. En poco más de 10 minutos cayeron unos 20 litros de agua por metro cuadrado. Y la tromba pasó por encima del colegio, llevándose todo lo que encontró a su paso. «Los pupitres salían flotando», contó una vecina del edificio de enfrente. 

Dentro, las puertas estaban partidas. Las mesas movidas. El barro lo inundaba todo. Y las marcas del agua en las paredes superaban el metro de altura. «Podría haber sido una tragedia. Si llegan a estar los niños dentro... Es que cuando estás en clase y se pone a llover ni te enteras. Y si de repente te viene eso encima...», decía una joven, profesora y vecina del barrio.

El Lidl de la avenida de la Policía Local es otro de los edificios que más sufrió las consecuencias de la riada. Este viernes se trabajaba a destajo para sacar todo el barro del interior. Y una bomba achicaba agua del garaje subterráneo, anegado completamente.

En las aceras todavía este viernes, y a pesar del intenso trabajo por parte de las brigadas municipales, se acumulaba el barro y los restos de vegetación arrastrados por el agua. Por la mañana todavía había edificios sin luz ni internet. Y algunos negocios no pudieron abrir sus puertas.

Un día para no olvidar

En la zona de la Z-30 donde se vivieron los peores momentos, con personas subidas al techo de sus coches para evitar ser arrastradas por la corriente, este viernes todo era diferente. Ya no había agua, aunque las adelfas dobladas permitían imaginar la fuerza con la que el agua actuó.

A medio día allí ya no quedaban coches y una retroexcavadora se llevaba los restos de la vegetación mientras las brigadas municipales ya trabajaban para reponer las baldosas que arrancó la tormenta.

Toda la zona se llenó de vecinos curiosos que salieron de sus casas ya por la mañana y con el cielo despejado para ver cómo habían quedado sus calles. Un día como el de este jueves no lo olvidarán fácilmente.