Cordero, un león

El director deportivo del Real Zaragoza ha acometido 23 operaciones en los ocho meses que lleva en el cargo

Juan Carlos Cordero, el día de su presentación

Juan Carlos Cordero, el día de su presentación / ANDREEA VORNICU

Jorge Oto

Jorge Oto

La salida de James Igbekeme rumbo a la Ponferradina se ha convertido en la operación número 23 realizada por Juan Carlos Cordero desde que asumió la víspera de Reyes la dirección deportiva del Real Zaragoza. Los ocho meses que el cartagenero acaba de cumplir en el cargo han estado marcados por una labor ingente del máximo responsable de la parcela deportiva de la entidad, al que la dirección general y la propiedad han encargado la construcción de un nuevo Zaragoza capaz de aspirar de una vez al ansiado ascenso.

Asoma la undécima campaña consecutiva en Segunda División con el mejor aspecto desde hace tiempo. El paso adelante es evidente en la confección de una plantilla sometida a una reestructuración casi total a cargo de Cordero, que lleva diseñando su creación desde enero. Fue entonces cuando el director deportivo, fichado por Sanllehí tras un largo proceso de desvinculación del Tenerife, acometió sus primeras operaciones. Todavía no ejercía cuando el club firmó a Tomás Alarcón (cedido por el Cádiz) y la desvinculación de Lasure, rubricada un día antes de la llegada de Cordero, que sería el encargado de fichar posteriormente a Bebé (cedido por el Rayo) y dar de baja a Petrovic.

Pero la gran tarea estaba por venir. Tras cerrar una nueva temporada sin pena ni gloria, Cordero afrontaba la gran reválida: la construcción de un nuevo Zaragoza capaz de mirar a los ojos al ascenso. Las negociaciones y conversaciones se sucedieron desde comienzos de año pero fue una vez consumada la ineludible permanencia cuando el cartagenero, que firmó con el Zaragoza hasta 2025, aceleró. Llegaron las renovaciones de Jair, Lluís López y Rebollo (Cristian renovó a finales del año pasado, con Cordero todavía en Tenerife) y, poco a poco, se fueron sucediendo las operaciones de entrada y salida de futbolistas.

El primero en llegar fue Maikel Mesa, firmado en propiedad tras una gran campaña en el Albacete. Poco después lo harían Bakis, la gran apuesta para la delantera procedente del Andorra, y Lecoeuche, un prometedor lateral izquierdo francés. Todos ellos aterrizaron en propiedad en un Zaragoza que hace tiempo había confirmado la vuelta de Marc Aguado tras tres cesiones al propio club del Principado.

UN EQUIPO NUEVO

El meta Poussin, el centrocampista del Alavés Toni Moya y el delantero Sergi Enrich fueron los siguientes. Luego lo harían Mollejo y Valera, cedidos desde el Atlético. En total, ocho fichajes realizados hasta ahora por Cordero, cuyo número de adquisiciones para el Zaragoza se eleva a nueve al contar la del pasado ejercicio de Bebé.

En el capítulo de salidas, el cartagenero también se está mostrando eficaz. Numerosos jugadores acababan contrato pero otros, como Vigaray o Larra, debían alcanzar un acuerdo para su desvinculación tras haber accedido el curso pasado a rebajar su salario a cambio de una temporada más. También hubo que acordar la rescisión con Eugeni, al que le restaba un año más de contrato, al igual que Quinteros. Con Carbonell y Sabin Merino, cuyo vínculo con el Zaragoza es mayor, hubo que buscarles acomodo en forma de cesión. A Baselga y Naranjo, sin embargo, se les renovó antes de prestarlos al Sabadell, mientras que el club accedió a un traspaso a coste cero de Puche al Arouca luso a cambio de mantener la mitad de sus derechos de cara a una posible venta futura.

Así que la ya consumada salida de James hacia El Toralín supone la vigesimotercera operación de Cordero, sin duda, el zaragocista de moda y el más aclamado en cada presentación de un nuevo futbolista. El director deportivo se ha metido en el bolsillo a una afición ávida de esperanzas y sueños y que, ahora sí, se siente con licencia para soñar despierta.