La nueva hoja de ruta de Aragón

El Periódico de Aragón

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El discurso de investidura del próximo presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, sirvió para anticipar el cambio de escenario que afronta la comunidad durante la próxima legislatura, que estará sustentada por el nuevo Ejecutivo de coalición (PP y Vox) y el PAR como aliado. El líder de los populares –que en todo momento trató de eludir los asuntos más ideológicos del pacto cerrado hace unos días con la ultraderecha– dibujó el trazo grueso de las recetas que pondrá en marcha para iniciar un cambio de rumbo en Aragón. Los máximos exponentes de esta hoja de ruta será una nueva política fiscal basada en rebajas de impuestos en Sucesiones, Patrimonio y en el tramo autonómico del IRPF a las rentas medias y bajas para dinamizar la economía aragonesa. También contempla un modelo educativo diseñado para que las familias puedan optar por el centro educativo de su preferencia, con la educación concertada elemento central. Estos dos puntales del programa de Gobierno vendrán acompañados por un modelo sanitario basado en la colaboración público-privada que contempla un plan de infraestructuras y otro de choque para paliar las listas de espera.

El nuevo Ejecutivo de Azcón, sin embargo, no pretende ser una enmienda a la totalidad al trabajo realizado por el cuatripartito de Javier Lambán («no pondremos en marcha una política de tierra quedama», dijo). De hecho, el líder popular planteó dos pactos al PSOE, uno por la sanidad y otro por la financiación autonómica, pero también anunció una auditoría sobre el anterior gobierno y una comisión de investigación para analizar el impulso de las energías renovables en Aragón.

Pero, sin duda, la gran incógnita por resolver será cómo se gestionan los servicios públicos durante los próximos años, en los que la financiación autonómica y los fondos europeos jugarán un papel decisivo para el futuro de la comunidad. Ese gran caballo de batalla entraña, sin embargo, riesgos. El primero de ellos es caer en la tentación de poner la ideología por encima del bien común y los intereses de Aragón, impulsando la privatización de unos servicios públicos que funcionan. El segundo, que la orquesta del Consejo de Gobierno desafine, ya que allí estarán sentadas sensibilidades muy distintas (Azcón garantizó ayer su «sintonía»). La tercera amenaza es perder de vista el trabajo realizado en los últimos años y desaprovecharlo.

Azcón se comprometió ayer con los aragoneses y aseguró que el gobierno que echa a andar será «sólido, estable y, sobre todo, eficaz» para trabajar con un criterio uniforme. Veremos.

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