Premio a la educación en valores

El colegio de la pedanía taustana de Santa Engracia, con solo doce alumnos, se alza con el galardón nacional de educación para el desarrollo Vicente Ferrer, que concede la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo

Los colegios ganadores del Premio Vicente Ferrer posan en la ceremonia de entrega, la semana pasada, en Madrid.

Los colegios ganadores del Premio Vicente Ferrer posan en la ceremonia de entrega, la semana pasada, en Madrid. / Servicio especial

Amaya Pola aún arrastra el jet lag cuando atiende la llamada de Espacio 3. La directora del CEIP Santa Engracia, ubicado en la pedanía homónima de Tauste, acaba de participar en el Seminario de Intercambio y Formación en Buenas Prácticas en Educación para el Desarrollo Sostenible y la Ciudadanía Global, celebrado en el Centro de Formación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

«Nos ha permitido aprender muchísimo del resto de docentes y de los proyectos que la Cooperación Española tiene en este país, y poner una semillita para futuras colaboraciones», afirma. Ha compartido este viaje junto a otros nueve maestros españoles que, al igual que ella, son los responsables de los proyectos ganadores de la XIV edición del Premio nacional de educación para el desarrollo Vicente Ferrer, que concede la propia AECID.

Estos diez profesores recogían la semana pasada en Madrid el galardón, que reconoce las mejores experiencias educativas destinadas a «fomentar la participación activa del alumnado en la consecución de una ciudadanía global, solidaria, comprometida con la erradicación de la pobreza y sus causas y el desarrollo humano y sostenible», según reza en sus bases.

Pola asegura que el premio fue toda una «sorpresa, puesto que un centro tan pequeño (de tamaño, no de valores) no está acostumbrado a recibir este tipo de reconocimientos». Y es que el CEIP Santa Engracia solo tiene doce alumnos, pero sus dos maestras están muy bien conectadas con otras redes potenciadas por instituciones mucho mayores.

De hecho, el proyecto que las ha llevado a ganar se enmarca en el proyecto Escuelas Transformadoras, fruto de un convenio suscrito entre la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza, la Diputación de Zaragoza y la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS).

«Incluimos en nuestro día a día actividades, proyectos y situaciones de aprendizaje relacionadas con el desarrollo sostenible, la cooperación, el cuidado del medioambiente y, sobre todo, el cuidado de los miembros de la comunidad educativa, de los cuales estamos muy orgullosos, puesto que el vínculo que nos une es muy fuerte, y cada año está más consolidado», explica la directora.

El proyecto ganador se denomina Aldea Gala. El centro se ha hermanado con una escuela de los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) y ha implicado a las familias de Santa Engracia en actividades solidarias y en un intercambio de vídeos y cartas con las saharauis. En su elaboración, el alumnado trabaja competencias curriculares, como la comunicación lingüística, a la vez que aprende valores, descubriendo otras formas de vida en contextos menos favorecidos.

El del CEIP Santa Engracia no es el primer proyecto de Escuelas Transformadoras que gana el Premio Vicente Ferrer a lo largo de sus catorce ediciones. En 2018 se lo llevó el CRA Luis Buñuel de Valareña (Ejea de los Caballeros), y el año pasado lo consiguió el CEIP Los Albares de La Puebla de Alfindén.

Ana Belén Echevarría era la directora de este último colegio cuando se postularon al premio. «Que una entidad de la importancia de la AECID ponga en valor el trabajo desarrollado en nuestro centro nos anima a continuar trabajando en la misma línea», sostiene, potenciando «las habilidades sociales y de innovación» en el alumnado. «Van a ser los agentes de cambio social y, para poder transformar la sociedad, es importante conocerla y tener la capacidad de buscar las mejores respuestas innovadoras a los problemas que les surjan».

El CRA Luis Buñuel fue galardonado en 2018 por su proyecto Buscando un ciudadano global. «Supuso un fuerte impulso inicial de la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía global, y fue la forma de conectar una gran cantidad de actividades puntuales o aisladas que venían desarrollándose en nuestro centro desde hacía varios años, a través de un proyecto común para todos, en el que está implicada toda la comunidad educativa», comenta su directora, Adela Sagaste. En Valareña, el arte, la filosofía o el juego siguen hoy al servicio de la educación para «generar una ciudadanía global, crítica y activa que esté comprometida en la construcción de una sociedad solidaria, justa y equitativa».

Una alianza a favor de los ODS

Cuando las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030, en 2015, tenían muy claro «que esos objetivos solamente se podían lograr mediante la coordinación, los acuerdos y el trabajo en común, y por eso el ODS 17 lleva por nombre ‘Alianzas para lograr los objetivos’», señala Luis García Arrazola, técnico de solidaridad y cooperación al desarrollo de la Diputación de Zaragoza.

Un ejemplo de estas alianzas entre administraciones públicas y oenegés es el convenio que sostiene el proyecto Escuelas Transformadoras. Su coordinadora, Ana Isabel Blasco, explica que se centra en «valores de compromiso social, ciudadanía global y solidaridad». Ofrece la oportunidad de «trabajar valores de respeto, convivencia y justicia con las personas y con el medioambiente», tanto al alumnado como al resto de la comunidad educativa, «sin olvidar que convivimos con el resto de las personas y con nuestro entorno natural».

La comunidad educativa del CRA Luis  Buñuel de Valareña.

La comunidad educativa del CRA Luis Buñuel de Valareña. / Servicio especial