El Dayas, el 'alma' del Hospital Provincial, cierra por jubilación: "Los churros son el producto estrella"

José Luis, su propietario, busca un traspaso antes de final de mes para no ponerle el candado definitivo al negocio

Tras 29 años tras la barra del bar reconoce que está “muy cansado” y cuenta que ya le toca jubilarse tras “50 años trabajando en la hostelería”

José Luis Acín, propietario del bar Dayas.

José Luis Acín, propietario del bar Dayas. / Laura Trives

El Dayas es un emblemático establecimiento de Zaragoza situado enfrente del Hospital Provincial que está a punto de cerrar sus puertas para siempre si un traspaso en los próximos días no lo remedia. Esta churrería clásica, que tiene 29 años de vida, está a tan solo unos días de bajar la persiana por la jubilación de José Luis, que está buscando a quién dejarle el negocio.

“Es un bar normal en el que lo que tiene valor es la cabecera de churrería”, describe José Luis, el propietario del negocio. Cuando lo abrió junto a su hermana, ya jubilada, él no sabía hacer churros y tras tener en el negocio durante un mes a un churrero tuvo que aprender él solo de forma autodidacta a hacer los churros.

Un 'simpa' de 20 salchichas

Al principio fue muy duro –confiesa José Luis–. Esta calle era muy polémica, y a veces venía mucha gente por tema de drogas. Eso hacía que cuando ellos pasaban por aquí, los demás clientes se fueran”, pero con el paso del tiempo la zona mejoró y el negoció empezó a funcionar, amparado principalmente por el Hospital Provincial, tanto por sus trabajadores, con los que ha hecho amistad después de tantos y tantos años, como por familiares y pacientes. Aunque tuvieron que pasar temporadas complicadas, como la pandemia, donde solo podían tener “dos mesas y un total de seis personas en la terraza”, algo que expresa que fue “realmente duro”.

José Luis también aclara que “nunca ha habido un momento fácil” y que siempre se ha visto obligado a “renovarse constantemente”, para poder ofrecer “distintos productos, pero, siempre con los churros como producto estrella”.

Sus clientes mayoritariamente vienen del Hospital Provincial.Un 60% de nuestros clientes son porque visitan el hospital, no tanto trabajadores, pero sí, acompañantes o personas que acuden por visitas”, confirma el propietario. Por eso se ha convertido en unos de los establecimientos más conocidos de la ciudad.

El negocio deja atrás numerosas anécdotas e historias que José Luis no olvidará, como la vez en la que un chico se fue sin pagar tras comerse casi veinte salchichas y beberse una cerveza mientras le enseñaba al propietario una servilleta donde ponía gracias por su visita. Hasta hoy, donde el Dayas sigue siendo un refugio para las personas que salen de fiesta: “Como abrimos a las 6 de la mañana todos los días y los fines de semana no es una excepción, recogemos a muchos que vuelven de fiesta y que se quieren parar a tomar unos churros o lo que sea”.

José Luis quiere traspasarlo y jubilarse

Para José Luis ha llegado el momento de traspasarlo y él se jubilará porque está “muy cansado y son muchos años en esto”. Lo difícil ha sido buscar a quién traspasarlo, algo que todavía no ha logrado. Esto supone que el dueño del Dayas viva con incertidumbre los últimos días en la churrería: “Si no lo traspaso lo cerraré a finales de este mes, pero si consigo a alguien, es muy probable que en septiembre, ya pueda estar el nuevo inquilino”. A su edad José Luis confiesa que “la hostelería es muy dura y está en un momento muy complicado”.

Poca gente se interesa en el traslado y también en trabajar en la hostelería. Cuesta mucho encontrar trabajadores que se queden mucho tiempo”, admite José Luis. Asimismo, siente pena por una de sus trabajadoras que lleva 18 años trabajando con él: “He vivido más con ella que con otros familiares. Ya no somos ni jefe ni empleada”.

José Luis Acín, propietario del bar Dayas

José Luis Acín, propeitario del bar Dayas / Laura Trives

Además, José Luis, también es propietario de La Vieja Caldera, un restaurante ubicado en Santa Isabel, que en el año 2016 ganó el premio a la mejor tapa de Zaragoza tras realizar una ‘falsa ostra’ de borraja y jamón con patata y tierra de Teruel. Una experiencia, que “fue muy dura” pero que les permitió atraer a nuevos clientes. En el caso del restaurante de Santa Isabel, José Luis tiene la intención de cederle el testigo a su hijo para que pueda continuar con él.

A pesar de sentir cierta pena por dejar todo atrás, la incertidumbre sobre que va a pasar en estos últimos días no le deja pensar más allá del momento actual. Aun así, José Luis sabe que a partir de que se jubile podrá disfrutar y hacer cosas que antes no podía como “hacer andadas por el monte”. El propietario afirma que, de momento, este mes seguirá “aquí trabajando”.