La opinión de Sergio Pérez

Víctor Fernández, el líder, el entrenador y la tapadera

Víctor Fernández da una rueda de prensa en su última etapa en el Real Zaragoza.

Víctor Fernández da una rueda de prensa en su última etapa en el Real Zaragoza. / ÁNGEL DE CASTRO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

El decimoséptimo entrenador del Real Zaragoza en esta etapa de once temporadas consecutivas en Segunda División ardió en la pira de Valladolid. Fue una mala idea retardar su destitución cuando su sentencia de muerte estaba escrita. La era de Velázquez ha sido breve, menos de cuatro meses. Un absoluto fiasco. Ha llegado a su final de malas maneras, como son los finales en este club cuando una pieza no encaja de ninguna de las formas ni en la ciudad ni con la idiosincrasia de la entidad ni con la grada.

Julio hizo un buen servicio a su llegada, que hay que reconocer incluso en el momento de su duelo. Detuvo la caída en picado que describía el equipo, algo que no era sencillo con el destrozo que heredó. Ahí se quedó. Cuando tuvo que dar un salto hacia arriba y ofrecer algo más que conservadurismo y orden defensivo, se le vieron los miedos y las limitaciones. Como le sucedió a Fran Escribá por otro tipo de razones, el entrenador ha terminado perdiendo el control de la situación, refugiado en excusas de mal pagador y en un discurso rimbombante pero absolutamente vacío de contenido y que hace días que llevaba hiriendo la sensibilidad del espectador.

Velázquez heredó el equipo a cinco puntos de la promoción de ascenso y lo deja a once. Mientras él preparaba el partido de Pucela, la SAD le preparaba su relevo. El objetivo del club, por hablar en general y no particularizar, se ha visto cumplido y Víctor Fernández se hará cargo del equipo e iniciará su cuarta etapa en el banquillo.

En estas once temporadas en Segunda, al Real Zaragoza lo han dirigido 17 entrenadores. El siguiente será el decimoctavo. Repetirá. Ninguno fue capaz de subir a Primera, aunque varios de ellos solo fueron llamados a filas para la causa menor de la salvación. En este tiempo, 30 equipos han logrado el ascenso. La lista de técnicos que consiguieron tal éxito es, por lo tanto, extensísima. El club no ha sabido encontrar nunca la mejor opción en el momento y el tiempo adecuados y ha gastado numerosos tiros en balas perdidas.

El nuevo grupo de inversión que dirige el Real Zaragoza no eligió a Víctor Fernández ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera. Prefirió antes a Carcedo, a Escribá y a Velázquez. Ahora recurre a él porque la situación es de emergencia, dramática, y el desgaste por los malos resultados, los errores en el área deportiva y en la elección de nombres para capitanear el barco a ras de césped habían empezado a afectar a su credibilidad en cierta medida.

Fernández es un líder capaz de soportar todo el peso del club sobre sus espaldas. Es también un gran portavoz, que sabe decir lo que cada momento requiere y regalar el oído del aficionado con la frase justa. Es un entrenador de leyenda, con una hoja de servicios en la ciudad inigualable en los años 90, eso sí descatalogado desde hace tiempo para cualquier otra plaza que no sea la suya pero perfectamente habilitado para este desafío por ser donde es.

En su anterior etapa, la que concluyó de malas maneras en el verano de 2020, lanzó al Real Zaragoza hacia el ascenso antes de la pandemia y lo condujo hacia la ruina a la vuelta del fútbol con una interpretación equivocada de la situación y echando demasiados balones fuera, inhibiéndose de los problemas que consumían al equipo y pensando que el ascenso caería del cielo casi por decreto. Se confundió. Víctor es un gran activo como profesional, con una idea bellísima del fútbol y conocimiento del lugar, y también una tapadera perfecta. Y, ahora mismo, a marzo de 2024, el Real Zaragoza tiene muchas vergüenzas deportivas que tapar de este último año y medio de competición.