Real Zaragoza

La familia Vaquero celebra el debut del canterano. "Aún me emociono"

El padre y el tío del centrocampista valoran lo conseguido por Alberto. "Me temblaban las piernas a mí más que a él"

Los padres de Alberto, detrás junto a su hermana y sus tíos, sujetan la camiseta que el canterano lució en Burgos.

Los padres de Alberto, detrás junto a su hermana y sus tíos, sujetan la camiseta que el canterano lució en Burgos. / JAIME GALINDO

Jorge Oto

Jorge Oto

La camada no deja de crecer. Alberto Vaquero es el último león que se incorpora al selecto grupo de jugadores que debutan con el primer equipo del Real Zaragoza. Su oportunidad llegó el pasado lunes, en Burgos, donde el aragonés hizo realidad lo que tanto tiempo llevaba soñando. Mediada la segunda mitad del encuentro, Escribá recurrió al canterano para reforzar la medular y Vaquero, como es costumbre, no falló y completó una notable actuación solo deslucida por el tanto de Matos en el 93 que volvía a dejar al Zaragoza con la miel en los labios.

Pero fue el día de Vaquero, que, seguramente, hubiese tenido continuidad el pasado jueves con su primera titularidad si el temporal no se hubiese empeñado en aplazarlo todo. Pero la sonrisa permanece. En su rostro y en el de una familia orgullosa. «Está siendo una semana especial, sin duda. Seguimos emocionados», admite Carlos, su padre, con la voz aún entrecortada y de regreso de Onteniente, a donde se había desplazado con su mujer para ver en directo el previsible debut de Alberto como titular en el primer equipo.

El momento llegó cuando menos lo esperaban. «Estábamos viendo el partido con mi mujer porque nuestra hija estaba entrenando y el representante de Alberto y un amigo que estaban ahí nos dijeron que salía a calentar. ‘Hoy va a ser’, me dijo su agente. Y así fue», relata Carlos. Comenzaba una incesante avalancha de mensajes a un móvil que aún echa humo. «Alguna lágrima cayó. Te acuerdas de sus inicios en el colegio Sagrada Familia, del Oliver y de su salida al Villarreal, de las lesiones y de los muchos kilómetros recorridos detrás de él. Aún me emociono», admite. 

Su cuñado Manolo, en cambio, algo barruntaba. «Tenía una corazonada», asegura el declarado «fan número uno» de Alberto. «Su abuelo Fernando (llegó a debutar en Segunda con el Sporting) y yo lo llevamos siguiendo desde que jugaba al fútbol sala en prebenjamines. Cuando debutó lo llamé y fue muy emocionante», expone José Manuel Obón. «Yo veía todo esto muy lejano. He presenciado cómo muchos chicos que jugaban de maravilla se han quedado por el camino. Quizá eran más espectaculares que Alberto o entraban más por los ojos, pero todos los entrenadores que ha tenido siempre han confiado en él. Algo le verán», subraya. 

En la familia Vaquero, los nervios del debut se quedaron en casa. Porque Alberto, como casi siempre, derrochó serenidad y aplomo. De hecho, su primera intervención fue un pase largo medido a Manu Vallejo para dejar claro que estaba dispuesto a aprovechar esa oportunidad que tanto tiempo llevaba aguardando. «Cuando hablamos después del partido nos dijo que no había estado nervioso. Desde luego, me temblaban más a mí las piernas que a él, que siempre es muy tranquilo y pausado. Estaba feliz, aunque con un sabor agridulce por ese empate a última hora», indica su padre, que celebra el merecido premio a «muchos años de duro trabajo». Porque Alberto, pieza básica en el filial, «se lo ha currado mucho», asegura. «Con 20 años yo era un juergas y él no sale, se cuida muchísimo y no hace otra cosa que entrenar, estudiar e ir al gimnasio», añade. 

Alberto, estudiante de 4º de Magisterio de Primaria, ha llegado para quedarse. «Debutar es muy bonito, pero ahora hay que consolidarse y hacerse importante en el equipo. Él es jugador del filial pero se va a dejar todo para seguir contando para Escribá», asevera su padre, que valora el trabajo realizado por sus entrenadores de la infancia Guillermo Pérez y Víctor Chaure, así como de Javier Garcés y Emilio Larraz, actuales técnicos del Zaragoza de División de Honor juvenil y del Deportivo Aragón. «En Burgos, Alberto transmitió la sensación de ser un jugador hecho. Mi mujer me decía que no paraba de mandar a sus compañeros. Ya le he dicho a mi cuñado que el centro del campo del Zaragoza del futuro estará compuesto por Marc Aguado, Francho y Vaquero», subraya su tío. 

A la espera de enmarcar esa camiseta que lucirá junto a la de su primera convocatoria con los mayores (hace dos temporadas en Copa ante el Sevilla), Vaquero ha instalado la dicha en una familia que quiere seguir soñando. «Esto no ha hecho más que empezar. Alberto quiere demostrar que puede tener un hueco en el primer equipo y no le temblarán las piernas», asegura su padre. «Tiene entre ceja y ceja ser un futbolista profesional y lo va a lograr», corrobora su tío.