Entender + con la historia

Avempace

A pesar de su enorme importancia, la historia de Avempace sigue pasando desapercibida para muchos zaragozanos

Imagen Dependecias del palacio de la Aljafería

Imagen Dependecias del palacio de la Aljafería / EL PERIÓDICO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Según la experiencia adquirida en los cerca de diez años que llevo trabajando entre cursos, producción de programas de radio y podcast, así como escribiendo estas líneas cada fin de semana, he visto que por lo general, los amantes de la Historia conocen a muchas de las figuras importantes de la historia aragonesa así como hechos históricos relevantes. Incluso aquellos que quizás no sean tan duchos en los conocimientos que inspira la ninfa Clio conocen algunos de esos episodios o la historia de algunos monarcas del reino de Aragón, aunque tan solo sea por las referencias que hay a ellos en el callejero, así como en monumentos. Tomando como ejemplo ese periodo de dominio cristiano del territorio que hoy en día forma parte de la Comunidad Autónoma de Aragón, es curioso encontrarse con la situación contraria en el periodo previo.

Del dominio islámico apenas existen nociones ya que es un tema que apenas se toca en el sistema educativo, más allá de algunas menciones a la invasión del año 711 y el colapso del reino visigodo, la formación de al-Andalus como emirato y luego como califato con el poder centralizado en Córdoba, y por último con ese periodo de reinos de taifa. Y eso a pesar de la gran importancia que tuvieron, por unos u otros motivos, las taifas de Albarracín y sobre todo de Zaragoza. Es cierto que del caso zaragozano se conoce un poquito más, algo que debemos sobre todo a ese maravilloso palacio de la Aljafería cuyo núcleo central es de origen taifal y que luego vivió ampliaciones y grandes transformaciones durante el dominio cristiano. Quizás suene también el artífice, o más bien impulsor, de ese palacio de la alegría: el rey al-Muqtádir. Un nombre que, de hecho, ni tan siquiera lo es, ya que realmente este fue un apelativo que el mismo monarca saraqustí se puso a sí mismo tras conseguir recuperar el dominio de Barbastro en el año 1065, conquistada el año anterior por el rey Sancho Ramírez de Aragón mediante una cruzada.

Pero más allá de eso, ¿sabemos nombres de más monarcas de este periodo andalusí o de algunas de las figuras más importantes de su gobierno? Lo cierto es que no muchas, especialmente por la tendencia que todos tenemos a considerar esa etapa de la historia como algo ajeno a nosotros a pesar de la gran influencia que tuvieron, al igual que otras civilizaciones y culturas, y que muchas veces sin darnos cuenta seguimos tanto tiempo después siguiendo sus huellas. Y llegados a este punto, probablemente el caso más llamativo, al menos para mí, es el de Avempace.

Su nombre real era Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn al-Sa’ig ibn Bayyah, así que mejor nos quedamos con esa abreviatura con la que se le suene conocer. Es cierto que hay centros educativos e incluso calles, no solo en la capital aragonesa, que llevan el nombre de este zaragozano que vivió a caballo entre los siglos XI y XII. Y digo bien lo de zaragozano ya que fue en Zaragoza donde nació y donde empezó a convertirse en una de las grandes figuras de la cultura y de la filosofía a nivel mundial.

Fue, de hecho, el último rescoldo de esa cultísima corte que crearon en la taifa de Zaragoza el rey al-Muqtádir y su hijo y sucesor al-Mutamin, quienes se aseguraron de atraer a su reino a grandes eruditos de su época y que convirtieron esta ciudad en uno de los principales focos de cultura de la Europa de su tiempo. Avempace nació en aquella Zaragoza en torno al año 1080 y allí creció y se fue formando intelectualmente hasta convertirse en una de las personas más brillantes de su tiempo. De hecho, está considerado como el primer filósofo andalusí, recuperando en buena medida y dándole un importante impulso a la filosofía aristotélica, influyendo enormemente en el pensamiento de Averroes o del mismísimo santo Tomás de Aquino.

También tuvo cierto papel en la política de su ciudad al ser nombrado visir de Zaragoza cuando esta ya estaba dominada por el Imperio almorávide tras el derrocamiento en el año 1110 de Abd al-Malik, el último de los monarcas de la taifa. Eran ya unos años difíciles en los que realmente la cultura ya no tenía cabida ante la amenaza constante tanto de unos almorávides venidos desde el norte de África y más radicales en cuanto a su visión del islam, como de un reino de Aragón que en poco tiempo acabaría conquistado la ciudad ya en el año 1118. El propio Avempace acabó huyendo de la ciudad que le vio nacer, sufrió detenciones por parte de sus correligionarios al no compartir aquella visión tan radical de la religión, y finalmente acabó marchándose al norte de África. Allí, y especialmente en la ciudad de Fez, pasó el resto de sus días continuando con el estudio y escribiendo obras que, desgraciadamente, se han perdido en buena medida, aunque no así la enorme influencia que tuvo en el pensamiento europeo de los siglos posteriores.

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