¿Quién le iba a decir a John Waters cuando empezó a filmar cortos en el Baltimore de los años 60 que su primera película para el gran público acabaría en Broadway? ¿Quién habría dicho que la superestrella John Travolta se vestiría de mujer para interpretar el papel de Divine en Hairspray? Los dos apuntaban maneras, eso sí. Waters con su etiqueta de cineasta controvertido, irreverente, kitsch; director de culto rodeado del séquito Dreamland (el nombre de su productora), que le ayudó a mostrar aquellos personajes marginales viviendo fuera del American way of life. Y la excesiva Divine (nacida Harris Glen Milstead), drag entre las drags, con su peluca rubia, sus carnes flácidas y sus ojos pintados, musa de Waters desde Roman Candles (1966) y Eat Your Make-Up (1967), donde hacía de Jackie Kennedy en la recreación del asesinato de JFK.

Divine participó desde entonces en todas las cintas de Waters, incluyendo los éxitos Pink Flamingos, Polyester y Hairspray, estrenado el año que Divine murió mientras dormía. Aquel 1988 Hairspray aterrizó en la pantalla con la intención de llegar a una audiencia mucho mayor que la que acostumbraba a ver las películas del cineasta de Baltimore (muy celebrado en su ciudad, por cierto, que en 1985 declaró el 7 de febrero como el Día de John Waters). Hairspray marcó su entrada al cine popular que continuaría con Los asesinatos de mamá, pasando con naturalidad de lo marginal a lo mainstream para presentar sus obsesiones a un abanico más amplio y diverso de fans que todavía lo adoran.

CONFLICTOS RACIALES

Como su director y guionista, Hairspray es un filme de culto conocido por su inusual retrato de los conflictos raciales a través de la estética y el humor característicos de Waters. Cuando se estrenó, la Motion Picture Association of America la clasificó como PG (sugiere que los padres vean la película antes de dejar que sus hijos vayan al cine), frente a todas las cintas anteriores, siempre clasificadas como X excepto Polyester, con una R (menores de 17 años deben ir acompañados de un adulto). Hairspray cuenta la historia de la gordita Tracy Turnblad (interpretada por Ricki Lake) que quiere bailar en el programa de televisión The Corny Collins Dance Show y lucha contra los prejuicios de Amber von Tussle y su madre Velma (Debbie Harry). Tracy se hace tan popular que aboga por la integración racial y gana el título Miss Auto Show 1963 con la ayuda de su padre (Jerry Stiller, padre de Ben Stiller) y su madre Edna (Divine y sus memorables escenas de plancha).

Pasaron los años y el filme de culto se convirtió en musical de Broadway en el 2002, ganador de ocho premios Tony, con excelentes críticas que consagraron a Harvey Fierstein (la Edna de Broadway). Ahora el musical se ha vuelto película con estrellas: John Travolta vuelve a bailar, a cantar y a planchar como la madre protagonista. Michelle Pfeiffer regresa al cine tras cinco años apartada de las cámaras como la malvada Velma, Christopher Walken muestra su lado cómico, Queen Latifah es la reina del negro day y Nikki Blonsky es la heroína Tracy.

La nueva versión está siendo todo un éxito. El fin de semana de su estreno (20 de julio) recaudó 20 millones de euros. La película llegará a las pantallas españolas el 14 de septiembre. Gracias a la agresiva campaña de márketing de la película, el musical (de capa caída en los últimos tiempos) ha resucitado con llenos diarios. Tampoco se pueden quejar de las críticas. "La sorpresa es que este Hairspray es realmente bueno. Una historia sobre el triunfo de la cultura juvenil y el optimismo. Su acierto está en los héroes adolescentes y la frescura de los actores que los interpretan", escribe The New York Times. "Aunque ha perdido una buena porción del toque subversivo de Waters y cuesta un poco encontrar su huella, el placer de volver a ver a Travolta bailando --con 15 kilos de más-- le asegura una buena taquilla", apunta The Hollywood Reporter.

El nuevo Hairspray es más descafeinado, sí, pero sigue mereciendo bastante la pena. Tanto que en España ya hay muchos fans que esperan con ansiedad que pase el verano para poder ver en pantalla a John Travolta convertido en una madre y, por si fuera poca transformación esta por sí sola, drag queen, casi nada. Hasta que llegue el 14 de septiembre solo les queda esperar y leer los comentarios que llegan desde el otro lado del Atlántico, desde los Estados Unidos sobre la producción.