EQUIPAMIENTOS MUNICIPALES

Los empleados de las Zonas Jóvenes temen el cierre de algunos centros en Zaragoza

Piden al Gobierno municipal de Zaragoza que se comprometa a mantener los 28 centros existentes para que sigan cerca de sus usuarios y en todos los barrios

Zona Joven del Casco Histórico, en San Vicente de Paúl.

Zona Joven del Casco Histórico, en San Vicente de Paúl. / LAURA TRIVES

Iván Trigo

Iván Trigo

El Gobierno municipal del PP al frente del Ayuntamiento de Zaragoza está inmerso en una reorganización del servicio de Juventud, un plan que pasará, entre otras cosas, por trasladar a los funcionarios del área a La Azucarera, en el barrio de Jesús. Sin embargo, los trabajadores de las Zonas Jóvenes, las antiguas Casas de Juventud, temen que dentro de los planes del equipo de Natalia Chueca esté también el propósito de centralizar su proyectos. Es decir, cerrar algunas de las Zonas Jóvenes en algunos barrios y crear otras más grandes con la excusa de conseguir una mayor «eficacia» de la Administración.

Ante este miedo, que repercutiría tanto en los usuarios de las Zonas Jóvenes de los barrios como en los trabajadores, los empleados de estos centros –que gestionan empresas concesionarias– se han organizado en una asamblea. Reconocen que no se les ha comunicado nada por parte del ayuntamiento y desde el Gobierno municipal aseguran que no hay nada decidido con respecto a los nuevos pliegos de estos centros, cuyo contrato está caducado.

Las alarmas se encendieron cuando se hicieron públicas las conclusiones de un análisis realizado por el propio servicio de Juventud que incidían en la necesidad de reformular las Zonas Jóvenes dado su nivel de uso. Sin embargo, los trabajadores advierten que los distintos servicios y proyectos estudiados no se han evaluado con parámetros semejantes, lo que da pie, denuncian, a deducciones «erróneas».

Según explican los trabajadores, las Zonas Jóvenes de Zaragoza –hay 28 en total– tienen dos tipos de perfiles entre sus usuarios. Por lado, están los que asisten a actividades de formación como teatro, danza o música, unas clases que imparten profesores especializados. Por el otro, que sería el más perjudicados, está formado por aquellos chavales de los barrios con los que trabajan los educadores sociales.

«Con ellos se trabaja en educación para la igualdad y se hacen intervenciones sociales. Son adolescentes que si no pudieran acudir por las tardes a las Zonas Jóvenes estarían en la calle. Nosotros les ofrecemos alternativas de ocio saludable y, en muchos casos, entre los jóvenes de familias migrantes que no saben castellano, somos su primer contacto con el idioma y con la vida social. De ahí la importancia de que las Zonas Jóvenes estén cerca de donde viven sus usuarios», explican los trabajadores.

Tanto el PSOE como ZeC han preguntado al Gobierno por sus planes con las Zonas Jóvenes, pero hasta ahora desde el PP se han limitado a explicar que se encuentran inmersos en la implantación de la Estrategia Joven 2030 tras la realización de un proceso participativo que buscó «escuchar las necesidades de los jóvenes» para ofrecerles actividades y proyectos más atractivos. No hay nada decidido, insisten, sobre el futuro de estas zonas, aunque la izquierda teme que se use la «excusa» de la «eficiencia» para cerrar alguno de estos centros.