La 9ª jornada de Segunda

Un tesoro con lo justo

El Zaragoza frena su mala racha con un triunfo en Andorra de tanto valor como mal fútbol y vuelve a la zona de ascenso directo, segundo tras el líder Espanyol

Mollejo sentenció el partido tras la roja de Bover y el equipo zaragocista tras el descanso aumentó el horror, pero sostuvo el botín

Mollejo celebra el gol logrado en Andorra de perfecto remate de cabeza.

Mollejo celebra el gol logrado en Andorra de perfecto remate de cabeza. / CARLOS GIL-ROIG

Ganó el Real Zaragoza en el Estadi Nacional de Andorra, con un gol de perfecto remate de cabeza de Mollejo en un partido que le devuelve a la cabeza de la Liga, segundo clasificado después de la victoria del Espanyol en el Nuevo Cartagonova, y en el que le salió todo de cara a un equipo con muy poco fútbol y que no supo cómo sentenciar el choque después de la expulsión de Bover pasado el cuarto de hora. No lo logró cuando se adelantó en el tramo final del primer tiempo para firmar una segunda parte para olvidar, sin gobernar nunca el duelo, sin capacidad para aprovechar las contras, sin velocidad en el juego y sin poder evitar que el Andorra metiera miedo hasta el final, con un cabezazo al palo de Scheidler con Cristian, luego lesionado, ya batido.

El Zaragoza sumó su sexta victoria del curso, su tercera fuera de casa y se instala de nuevo en la zona de ascenso, pero no lo hace con el valor de su fútbol, que no fue bueno en las derrotas en Ferrol o frente al Mirandés y que tampoco lo resultó ante el Andorra, donde frenó la racha negativa de tres partidos sin ganar con un triunfo que le coloca con 19 puntos en 9 jornadas, un balance de ascenso que es tangible e indiscutible. 

Las sensaciones dan para discrepar algo más y cometerían un error Fran Escribá, al que no le funcionó el cambio de dibujo con el rombo, por lo menos en la faceta ofensiva, y sus jugadores de no buscar la mejora futbolística porque triunfos como el de Andorra, donde no mereció superar al rival sobre el césped, no tienen una base futbolística. Y eso es muy peligroso.

Escribá planteó un partido especial por el rival y por la mirada en las tres citas semanales, con muchos cambios, hasta seis, y un esquema en rombo en la medular, con Maikel Mesa y Jaume Grau escoltando a Marc Aguado y con Bermejo de enlace con Manu Vallejo y Mollejo. Lluís López fue titular por primera vez en un once con Luna y Borge en los carriles ante un Andorra con un 4-3-3 como esquema, buscando la fortaleza interior que Escribá contrarrestó con ese rombo en la medular y trabajando los pasillos interiores para que la presión alta terminara de desenchufar al Andorra, incómodo en los primeros minutos en su apuesta por el balón.

Clara roja a Bover

En el partido apenas pasaban cosas, con el Zaragoza sin la velocidad necesaria, más allá de algún tímido intento de Iker Benito ante Marcos Luna hasta que Bover y Marc Aguado se lanzaron al suelo a por un balón dividido y el jugador del equipo andorrano levantó la pierna para impactar en la cara del canterano. Apenas dudó Arcediano Monescillo en mostrarle la roja y el partido que había planeado Escribá cambiaba por completo, porque el Zaragoza pasó a tener mucho más balón, pero igual escasez de fútbol.

Y eso hacía transcurrir el choque de una forma anodina, con muchos pases horizontales y sin que Luna ni Borge se incorporaran en las bandas ni la velocidad fuera la baza arriba para desarbolar a un Andorra en el que Sarabia no tocó el equipo tras la inferioridad, aunque sí replegó velas. Los minutos caían con un bostezo monumental, sin que Bermejo acertara en los pasillos interiores y con destellos de Maikel Mesa como fugaz argumento. El canario avisó en una primera llegada y Mollejo remató flojo de cabeza en un partido en el que Jaume Grau iba ganando poso en el medio.

Con la calidad del medio valenciano se abrió el encuentro en un gran centro desde la izquierda que Mollejo convirtió en gol en el minuto 36 en un remate perfecto de cabeza ejecutando todos los tiempos en el salto y sin celebración polémica esta vez, no como en Cartagena. El toledano, tras irse de Martí Vilà, lo volvió a intentar, esta vez sin suerte y para que al descanso se llegara con el partido muy favorable, mucho más que el juego desplegado.

La cosa, lejos de mejorar tras el descanso, empeoró. Toni Moya relevó a Grau que tenía amarilla e Iker Benito puso el miedo en el cuerpo tras un error de Francés que subsanó a duras penas Lluís López. Sarabia tocó el dibujo pasando a jugar con tres defensas cuando sacó a Petxa y a Pablo Moreno y el Zaragoza, sin velocidad y sin pases que rompieran, era un horror con el balón y cada vez estaba más incómodo. Volvió al 4-4-2 más clásico Escribá cuando entraron Gámez, Valera y Azón y con Maikel Mesa en el costado zurdo para que el Zaragoza mantuviera su nulidad de ideas, sus imprecisiones y Bakis siguiera en el banquillo. Tres contras mal ejecutadas, dos por Valera y otra de Azón, se entremezclaron con la ocasión local, un cabezazo de Scheidler que mereció el gol y dio al palo. La lesión de Cristian y el debut de Poussin con el Zaragoza pidiendo la hora y una buena salida de Dani Martín ante Azón hicieron que fueran cayendo los minutos para que la victoria llegara, en forma de suplicio, pero llegó.