No es cualquier cosa en el Athletic Club de Bilbao Aitor Larrazabal, 445 partidos oficiales en el conjunto vasco, un ‘one club man’ de manual, desde que debutó en 1990 hasta que colgó las botas en el 2004 para ser el octavo jugador con más choques oficiales en ese equipo, una lista que encabeza el 'Chopo' Iribar. Con ese currículum convive Gaizka, su hijo, al que le dedicaba los goles cuando acababa de nacer allá por finales de 1997. Y no hizo pocos, hasta 45 en el Athletic, con esa pegada magnífica que tenía con la pierna zurda. Gaizka, sin embargo, salió diestro y de perfil más ofensivo. “Los dos somos futbolistas de banda, pero muy diferentes. Para mí él es mejor que yo, está bien dotado técnicamente y en el apartado físico, le gusta ir al espacio y el duelo ante el defensa. Yo técnicamente no tenía su nivel, aunque quizá sí poseía mucha capacidad de sacrificio”, asegura Aitor, que bromea con su disparo. “No le daba mal yo con la zurda, pero Gaizka con el pie derecho también sabe disparar, ¡eh!”.

Aitor le aconsejó ya en enero a su hijo que hiciera las maletas y se viniera al Zaragoza de Víctor Fernández, el mismo técnico que le quiso fichar a él en el verano de 1996 para el equipo zaragocista y después también cuando estaba en el banquillo del Celta. “Y a La Romareda fue mi amigo Ander Garitano, por eso siempre me he considerado casi medio maño y ahora mucho más. Estaba Víctor la temporada pasada y me hizo ilusión por lo que viví yo y le animé, porque como ciudad y equipo eran un paso importante. Decidió dar un voto de confianza al Athletic, pensando que iba a participar más, pero su padre dudaba y se cumplieron mis presagios”, dice el exfutbolista, consciente de que en el último día del mercado y cuando el jugador ya estaba citado para la revisión médica finalmente se quedó en el Athletic.

Ahora no se ha repetido la historia. “Hubo bastantes equipos que se interesaron y uno de manera muy firme fue el Zaragoza. Había dos de Primera (Deportivo Alavés y Cádiz) que mostraron interés, pero no cuajaron por lo que fuera y acabó por dar el paso hacia el Zaragoza”, relata Aitor, ahora en los banquillos, por donde ha pasado por el Lemona, el Amorebieta, el Marbella o el Salamanca y en la actualidad está en el Barakaldo, todos equipos de Segunda B. “Gaizka necesita un periodo de adaptación y en este caso un poco más, porque es la primera vez que sale de su entorno, de su zona de confort y todo va a ser un aprendizaje para él, aunque no tengo duda de que sus condiciones le van a venir muy bien al Zaragoza”, espeta. Le vienen tan bien que este domingo ante el Albacete ya apunta a titular tras jugar media hora en Alcorcón solo un día después de su fichaje.

Su hijo, al que le dedicaba los goles sacándose ese chupete, que "lo llevaba colgado en el cordón del pantalón y recuerdo que lo hacía porque era algo diferente”, ha abandonado el Athletic al que llegó para su filial después de pasar por el Danok Bat y el Zamudio y de dar sus primeros pasos en la ikastola Lauro, en Loiu, el hogar de los Larrazabal junto a Bilbao. El ahora zaragocista sí dio el salto al fútbol profesional, lo que no logró su hermano Ander, y ahora su progenitor ve un momento decisivo en su carrera, en un club histórico como el Zaragoza, con la presión que conlleva, alejada de la exigencia menor de un filial o de un primer año en el Athletic donde no era lógicamente de los pesos pesados del vestuario. “Yo siempre le he dicho que en la vida, para todo, siempre hay que tener algo de presión. Desde que llegan las facturas de la luz cuando vives solo o cuando vas a tu primer trabajo. El hecho de medirte a un rival, saltar a un campo en un equipo con esa expectación, cuando haya 30.000 espectadores… Esa exigencia hay que saberla gestionar y es la que marca si puedes ser futbolista. Si no la superas, pues sigues jugando con tus amigos y punto”, recalca el exfutbolista, pero sentencia con convicción: “Él no se va a arrugar, no se va achantar y tiene la personalidad suficiente para afrontar el reto con garantías”.

La charla con Baraja y el consejo

Gaizka sigue muy de cerca las evoluciones de su hijo. De hecho, habló con Baraja en los días anteriores a su fichaje por el Zaragoza. “Nos conocemos como exfutbolistas y tenemos cierta relación tras unas cuantas batallas sobre el césped (sonríe). Hablamos y él me dijo por qué quería a Gaizka y yo estaba de acuerdo en todo”. ¿En qué estaba de acuerdo y qué puede aportar al Zaragoza su hijo? Esa sería la siguiente pregunta. “No es tan extremo puro como se dice, a él le gusta también ir para adentro y asociarse, no es solo un duelista de encarar hacia fuera. Tiene más registros y el entrenador puede sacar provecho de ellos. Yo le he dicho a mi hijo que, cuando ha podido ser él y mostrar su nivel, las cosas le han salido. Por eso mi consejo es que se libere de la presión añadida y que siga siendo él, que haga las cosas que ya fue capaz de hacer en el filial del Athletic”. De hecho, en la 18-19 firmó 9 dianas en el segundo equipo rojiblanco, siendo la sensación esa temporada en Lezama.

Gaizka, a sus 22 años, ha tenido que salir del Athletic de forma definitiva, sin poder triunfar y desvinculado, aunque el club rojiblanco se guarda una opción de compra, de entorno a un millón de euros, en los dos primeros años de los tres que ha firmado como zaragocista. ”Evidentemente me hubiera gustado que triunfara en el Athletic, pero yo casi prefiero que salga ya desvinculado y no cedido, porque de este modo no va a estar pensando en una hipotética vuelta, ya que sale a hacer su carrera. Ese regreso, de momento, no existe. Ahora, lo que quiero es que triunfe en el Zaragoza, es lo que queremos todos, él sobre todo y el primero. Ese es nuestro deseo con todo el anhelo”, expresa.

Un aspirante al ascenso

Aitor Larrazabal, como todo el zaragocismo y como todo el fútbol español, vio al Zaragoza en Primera el curso pasado. “Fue una pena lo que ocurrió con el virus, porque el equipo estaba con la flecha para arriba y subía seguro. Ahora es otra temporada y veo una plantilla cualificada para estar en esas posiciones que dan acceso al ascenso, directo o por 'playoff'”, asegura desde su posición de entrenador y con su amplia experiencia en el fútbol, primero como futbolista y ahora en los banquillos. Desde ella y sin la pasión del padre, tiene claro que en su hijo, con 22 años y con el escaparate que supone el Zaragoza, hay un futbolista que puede estar muchos años en la élite, en la que ya ha debutado con el Athletic, con 10 partidos en Primera en la temporada pasada y 11 oficiales en total: “El techo que se marque lo puede alcanzar. Creo que este año su objetivo individual es asentarse y lograr continuidad y, el grupal, lograr el ascenso. Y, si luego puede jugar con el Zaragoza en Primera, que es el equipo que ha confiado tanto en él, pues magnífico, todos seríamos muy felices”.